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F.C. Barcelona 2 - 2 Real Madrid

Las claves del partido de vuelta de cuartos de final de la Copa del rey, por DAVID RAMOS

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El Barcelona aguantó a un gran Real Madrid (2-2) y se clasificó para las semifinales de Copa del Rey tras un partido del que ambos equipos salieron reforzados, uno por la clasificación y otro por demostrarse a sí mismo que es capaz de jugar de tú a tú a su máximo rival. Hacía mucho tiempo que el conjunto madridista no daba sensación de superioridad con el Barça delante, y lo consiguió el día que Mourinho dio su brazo a torcer. Por obligación, se sacudió el lastre del triángulo de presión alta para dejar paso al talento, ese elemento diferenciador que se tiene o no, pero que no se entrena. El Madrid se transformó en un equipo dinámico. Tocaba y se encontraba cómodo en cuanto superaba la primera línea de presión azulgrana, llegando incluso con facilidad a la portería de Pinto. Tanto es así, que solo la falta de puntería le privó de voltear la eliminatoria. En la primera mitad, Higuáin falló dos mano a mano, Cristiano se topó con el meta culé y Özil se encontró con la madera tras un disparo soberbio. Perdonó y lo pagó. El Barça, hasta entonces desdibujado, metió las dos primeras que tuvo y destrozó al Madrid en cuatro minutos eléctricos de la manera más dolorosa, cuando agonizaba el primer tiempo. Primero Pedro, tras una buena asistencia de Messi, y luego Alves con un misil imparable por la escuadra, llevaron el delirio a la gradas del Camp Nou. El mundo al revés. El Madrid fallando y el Barça pegando. Tras unos primeros minutos de rondos y olés en el segundo acto, y cuando todo olía a goleada, el Madrid reaccionó con los argumentos y la fe propios de su prestigio, pero actualmente inesperados. Siguió proponiendo ataque de la mano un mayúsculo Özil hasta encontrar el premio. Cristiano, que acortó distancias tras aprovechar un pase del alemán y regatear a Pinto, y Benzema, con sombrero a Puyol y definición de crack, hicieron creer en un milagro que, si bien no llegó,  hizo tambalearse al todopoderoso Barça, que ya se había olvidado de lo que es perder tiempo, pedir la hora y tener que esconder a los recogepelotas. 

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1-0. Pedro, que entró por Iniesta, aprovecha un pase de Messi para batir por abajo a Iker Casillas.

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2-0. En el 47 y tras un rechace de la defensa blanca, Alves enganchó la pelota y la coló por la escuadra.

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2-1. Gran pase en profundidad de Özil a Cristiano. El portugués amaga, engaña a Pinto y marca.

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2-2. Sombrero de Benzema a Puyol y definición exquisita ante Pinto tras un control con la rodilla.

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Nunca la había necesitado, pero esta vez se alió con el Barça. Y no porque el Madrid fallase y ellos no, sino por la forma y el momento en el que se produjeron los hechos. A los de Guardiola se le puso todo de cara cuando menos lo merecían y en el mejor momento. Con el Madrid desaprovechando los atrevimientos de Pinto y tras un disparo de Özil que enmudeció al Camp Nou, metió la primera que tuvo cuando todo hacía indicar que se llegaría al descanso con empate a cero. El tanto psicológico cayó como un jarro de agua fría sobre un Madrid que, sin tiempo para asimilarlo, veía cómo a la jugada siguiente, el disparo imposible que no le había entrado a Özil sí que le salía Alves, que se sacó un disparo memorable a bote pronto inalcanzable para Casillas. Sin embargo, esa fortuna en el juego le dio la espalda en el apartado de lesiones. El Barça pierde a Iniesta y Alexis.

El juego del Barça sufrió como nunca porque en la era Guardiola nadie le había disputado tanto el balón como este Real Madrid. Ni en la semifinal de Champions contra el Inter, ni en la de Copa ni en otras derrotas. Por primera vez, el Barcelona se marchó del campo sin la sensación de haber llevado la iniciativa. Los apoyos de Kaká, la caída a banda de Cristiano y la inspiración de Özil hicieron correr al Barcelona, acostumbrado a defender pelotazos. La fuidez del Madrid para sacar el balón jugado les exigió un mayor despliegue físico. El equipo se cansó y lo notó en forma de imprecisiones en la entrega poco habituales. El Barça pasa de ronda gracias a su calidad y su gran partido en el Bernabéu, pero conoce por primera vez el miedo y la sensación de estar contra las cuerdas.

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La grandeza de un equipo se demuestra en los momentos más difíciles. La inteligencia y la serenidad con las que el Barcelona afrontó los últimos cinco minutos del partido son el mejor ejemplo de personalidad. El Barça es un equipo trabajado al milímetro. Noqueado, asustado y cuando lo más fácil hubiese sido aguantar el arreón final parapetados en su campo, el Barça exhibió su enésimo recurso. Ante todo un Real Madrid desatado, el peor rival posible, no dejó que el miedo le cegase a la hora de buscar la reacción en la esencia de su fútbol. Guardiola se dio cuenta a tiempo de que el equipo se había echado demasiado atrás. Malherido, el Barça se atrevió a salir a buscar la pelota para minimizar el daño y defender con posesiones más largas que obligasen al Madrid a hacer faltas y poder perder algo de tiempo en el suelo. El Barça pidió la hora, pero salvo otra aproximación de Benzema tras el empate, no permitió más ocasiones ni sustos finales. Oficio de campeón.

El Barça aguanta a un gran Real Madrid y pasa a semifinales
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Brillante. El mejor del partido. El '10' del Madrid hizo su partido más completo desde que llegó a la capital. Dio un auténtico recital de cintura y visión de juego. Sus fintas trajeron de cabeza a Busquets y Abidal. Descongestionó la salida del balón, se ofreció siempre y sin miedo, tuvo verticalidad y desborde y dio varios pases de mérito, entre ellos la asistencia de gol a Ronaldo. Özil asumió su rol de jugador único y se echó el equipo a sus espaldas. Pudo hacer uno de los goles del año con un tremendo disparo desde 40 metros, pero el larguero lo impidió.

           A pesar de que Ronaldo le exigía mucho atrás, fue uno de los más activos en ataque. Puso el broche de otro con un golazo desde la esquina del área por toda la escuadra. Para enmarcar.

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Messi y Pepe. El pisotón de la ida situaba ya todas las miradas en sus dos protagonistas y no defraudaron. Messi no lució demasiado, pero dio una nueva lección de sacrificio por el equipo. Bajó a buscar la pelota cuando más les costaba hilvanar y solventó el apuro al Barça con otra asistencia genial. La misma jugada que en la ida pero con diferentes actores. Pedro hizo de Abidal para abrir el marcador tras una apertura idéntica al hueco del argentino, que aprovechó el desajuste de Pepe. El portugués, pitado a rabiar durante los 90 minutos, se equivocó junto a Arbeloa en su obsesión por frenar la internada de Messi por el centro y habilitó el pasillo. En la sección roces y collejas, Messi se vengó con una patada que le costó la amarilla y Pepe, tras varias interpretaciones dramáticas, pudo ser expulsado por un manotazo a Cesc cuando ya estaba amonestado.

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Desastroso arbitraje del cántabro Teixeira Vitienes, que pitó con distinto criterio según la jugada y el momento del partido. Perdonó la expulsión por doble amarilla de libro a Lass y expulsó injustamente a Ramos por un codazo inapreciable en la disputa de un balón aéreo. Perdonó a Messi un control con el brazo que le hubiese mandado a la caseta también por doble amonestación. No vio tres penaltis, dos manos dentro del área del Barcelona (una de Busquets a la salida de un córner y otra de Abidal tras un remate de Ramos) y un derribo claro de Pepe sobre Alexis. No quiso cargarse el partido y terminó sin saber medir. Por último, pitó el final del partido con una falta a favor del Madrid (eso sí, en el centro del campo) cuando se había perdido bastante tiempo en el añadido. Acertó al anular el gol a Ramos.

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