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Antes de la guerra, Gaza era un territorio de calles abarrotadas, bulevares, mezquitas, jardines, escuelas y hospitales. Todo ha quedado arrasado por los ataques israelíes, y es esta tierra la que el presidente estadounidense, Donald Trump, propone reconstruir, pero expulsando a los gazatíes. El rechazo al plan de Trump es absoluto entre las autoridades palestinas, que insisten en que no permitirán que nadie les obligue a dejar sus tierras. El presidente palestino, Mahmud Abás, de visita en Jordania, ha hablado de violación del derecho internacional.

Los países árabes cierran filas y muestran su indignación, además de condenar por el plan del presidente estadounidense. Arabia Saudí, un estado clave en la zona, ha dejado claro que no habrá normalización en las relaciones con Israel —como quiere Trump— sin la creación de un estado palestino. En cambio, en Israel el plan ha sido acogido con entusiasmo por parte del Gobierno de Netanyahu, quien ha dicho que Trump es el mejor amigo que ha tenido nunca el país en la Casa Blanca.

Trump y Netanyahu entran en la sala en un momento crucial para Gaza, en medio de una tregua incipiente y frágil, y el estadounidense anuncia su plan. "Estados Unidos se hará con la franja y haremos nuestro trabajo, seremos los dueños y responsables de desmantelar las armas y la destrucción y levantar un proyecto urbanístico".

Muchas preguntas, pero ninguna respuesta para saber bajo qué autoridad de Estados Unidos se anexionará ese territorio.

Ahora Trump suena como el magnate inmobiliario que solía ser. Dice que creará miles de puestos de trabajo y que Gaza pasará a ser la Riviera de Oriente Medio (suena)

A su lado, Netanyahu sonríe y asegura: "Eres el mejor amigo que Israel ha tenido nunca en la Casa Blanca". Él es el primer líder extranjero que visita a Trump desde que tomó posesión, una visita que el mundo recordará.

Gaza es una estrecha franja costera de 40 kilómetros de largo, rodeada por territorio israelí, salvo en el sur, donde limita con Egipto. Precisamente allí, a Egipto, pero también a Jordania, quiere mandar Trump a todos los gazatíes. Ambos países rechazan el plan, así como los palestinos y el mundo árabe en general. La ONU ya ha indicado que cualquier tipo de deportación y anexión es ilegal, y la oposición ha llegado tanto de China como Rusia y hasta Alemania. El anuncio, en cambio, entusiasma al Gobierno de Tel Aviv y a su ala más radical. La la extrema derecha israelí ha saludado la idea de Trump y ha pedido ponerla en práctica lo antes posible, mientras las principales figuras de la oposición al Gobierno de Netanyahu no la descartan.

El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha vuelto a insistir este miércoles en que Gaza es de los gazatíes y debe formar parte del futuro Estado palestino por el que apuesta España.

El jefe de la diplomacia se ha pronunciado así en rueda de prensa junto al secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, en respuesta a las últimas declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, quien ha apostado por la evacuación de los palestinos de Gaza y por que Washington se haga "cargo" de este enclave. Foto: Gustavo Valiente / Europa Press

Jesús A. Núñez Villaverde, analista y codirector del Instituto de Estudios Sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), cree que las palabras de Donald Trump sobre Gaza "desgraciadamente suenan más a un plan que a una ocurrencia. Trump ha hablado de "tomar el control" de Gaza y expulsar a su población.

Según ha explicado Núñez en La Hora de La 1, el presidente de EE.UU. "ha tenido tiempo de anunciar en días previos lo que ahora ha concretado", y "los hechos consumados", como la "masacre" israelí en Gaza, "hacen pensar que puede traducir en hechos estas palabras".

Núñez destaca que el plan de Trump significa "despreciar el derecho internacional" y la demanda palestina de un Estado propio en Gaza y Cisjordania, y "despreciar la posición de los gobiernos árabes", en especial Egipto y Jordania.

Núñez cree que no hay voluntad de Israel de retirar completamente a sus tropas en Gaza, mientras continúa la "brutal" operación en Cisjordania, que cuenta "con las bendiciones de EE.UU."

Foto: Andrew Leyden/ZUMA Press Wire/dp / DPA

En el paso fronterizo de Rafah, en el cruce de Gaza con Egipto, los camiones esperan para llevar ayuda a Gaza. Esta es la única entrada que comunica Gaza con el exterior sin control directo de Israel. Cada día desde el alto el fuego entran cargados con ayuda, suministros humanitarios y alimentos para aliviar la situación dentro de Gaza, donde sigue faltando de todo.

También desde el pasado sábado este es el único cruce por el que Israel permite que salgan algunos gazatíes enfermos o heridos por la guerra. A diario están saliendo unas cuantas decenas de palestinos acompañados por sus familias para ser tratados en hospitales de Egipto o en otros países. La organización Mundial de la Salud cree que unos 12.000 gazatíes deberían ser evacuados porque necesitan tratamiento médico urgente.

Cuarta ronda de intercambios de la tregua en Gaza, con una puesta en escena parecida a las anteriores, pero mucho más organizada: esta vez Hamás no ha permitido las aglomeraciones que tanto molestaron a Benjamín Netanyahu hace unos días.

En Jan Yunis, al sur, han entregado a dos rehenes. Ofer Kalderon, con doble nacionalidad francesa e israelí, y Yarden Bibas, secuestrado junto a sus hijos y su mujer, que según Hamás, murieron por las bombas israelíes.

En la capital gazatí, en el norte, Keith Siegel ha sido mostrado delante de un cartel que dice "el sionismo nazi no vencerá". Con doble nacionalidad, estadounidense e israelí, había protagonizado un vídeo de propaganda de Hamás. Su mujer fue liberada en noviembre de 2023.

Tras la liberación de los tres rehenes; Israel ha excarcelado a 183 presos palestinos. Además, por primera vez desde mayo, Israel permite que 50 gazatíes crucen a Egipto a través del paso de Ráfah para tratarse de cáncer o de heridas graves por los bombardeos. Todos niños o adolescentes. Para la OMS, 50 es un número demasiado corto: calcula que 12.000 gazatíes necesitan esta evacuación médica.

Foto: AFP Photo/Abdel Kareem

Saddam, un niño de 10 años, fue alcanzado delante de su casa por el disparo de un francotirador israelí. Lo ha grabado una cámara de seguridad. El niño se retuerce por el dolor, grita y cae semiinsconciente. Ahora los médicos tratan de salvarle la vida en un hospital de Nablus, Cisjordania, a unos 30 km de donde ocurrieron los hechos, pero su estado es crítico.

Su padre, Iyad, cuenta que Saddam había bajado a hablar por teléfono con su madre. Están divorciados. Y en ese momento, le dispararon. Asegura que después los propios soldados retuvieron casi media hora la ambulancia para registrarlos. Perdieron demasiado tiempo hasta llegar al hospital.