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Un último deseo, una última visita, un último recuerdo, a una mujer a la que queda poco de vida le dijeron qué le gustaría hacer y pidió ir a ver a Rembrandt. Pidió ir al Risjkmuseum y despedirse de eso que amaba tanto, el arte. No es el primer caso. Otro hombre también quiso despedirse de la ronda de noche.

En Holanda hay una empresa de ambulancias, 'ambulancias del deseo' es su nombre, que se dedica a cumplir estas últimas voluntades generalmente pequeñas. La gente pide sobre todo volver a los lugares donde fueron felices, puede ser delante de un  cuadro, o puede ser volver a la playa, a ver el mar. Puede ser ver un partido de fútbol de tu equipo de siempre, o acariciar un animal, ir al teatro y vibrar con ese musical que tanto te gustó. Casi siempre con la persona querida cerca, con alguien que te coja la mano, con alguien que te abrace después. La gente antes de decir adiós quiere cosas normales porque muchas veces son las cosas normales las que nos hacen felices.

La brutalidad del Estado Islámico se extiende también a la cultura, como ha quedado patente con la destrucción de las antigüedades del museo de Mosul. Una irreparable pérdida que el gobierno iraquí trata de compensar ahora con la reapertura del Museo de Bagdad.