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Darina tiene 15 años y vino a España, un país del que apenas sabía que existía, sola. Sus padres, abuelos, toda su familia, viven a 40 kilómetros al norte de Kiev y otros tantos de Bielorrusia. Su pueblo fue ocupado por los rusos. Nico tiene 11 años y salió de Crimea hace dos meses. Su padre, ucraniano, no quería ir a luchar contra sus compatriotas. Sasha tiene 17 años. En cuanto cumpla 18 quiere ir a Ucrania a luchar por su país. No tiene miedo a morir, dice. Tatiana irá a la Universidad el año que viene en Ternópil. Se fue con nueve años y tiene claro que quiere volver.

Darina, Nico, Sasha y Tatiana, van todos los sábados al colegio Dyvosvit de Alcorcón. Es un punto de encuentro, un lugar donde aprender la lengua, la cultura y la historia de su país, el de sus padres y abuelos. Natalia Bondarenko, la presidenta de la asociación Centro cultural educativo Dyvosvit y directora del colegio, nos guía por sus aulas, en las que estudian ahora 400 niños, y escuchamos sus voces y sus historias, todas ahora marcadas por la guerra.

En países asiáticos como China, Vietnam o Indonesia se consume carne de perro desde hace siglos, principalmente en verano. Ahora, en Corea del Sur,  la primera dama ha puesto en marcha la ley que pretende prohibir su cría y sacrificio para consumo humano.

Los que más se resisten al cambio son los que podríamos llamar "granjeros de perros" que, en muchos casos, llevan décadas viviendo de este negocio. Pero parece que ya no hay marcha atrás. Los surcoreanos cada vez comen menos perro y crece el rechazo social a hacerlo, así que la idea es que cuando se apruebe la ley, los dueños de estas granjas, en las que las asociaciones animalistas calculan que todavía hay un millón de canes, tengan un plazo de cinco años para buscar una alternativa antes de cerrarlas.

En Occidente vemos impensable comer perro, pero son muchos los que recuerdan que es una cuestión cultural y que en otros países del mundo se comen con normalidad animales inteligentes como los cerdos o los caballos. Foto: EFE

El líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha sido enterrado en el cementerio de Porojovskoye, en la periferia de San Petersburgo, el mismo lugar donde, al parecer, reposan los restos de su padre. La ceremonia ha sido a puerta cerrada y sólo han asistido un centenar de familiares y estrechos colaboradores. No estaba ni el presidente ruso, Vladímir Putin, ni representantes del Kremlin.

Foto: EFE EFE/EPA/MAXIM SHIPENKOV

El Movimiento Semilla, el partido que ha ganado las elecciones del 20 de agosto en Guatemala, ha sido suspendido de forma provisional por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). La decisión del TSE ha llegado minutos antes de la ratificación de la victoria de Bernardo Arévalo y de Karin Herrero, como presidente y vicepresidenta electos.

Según la Fiscalía, Semilla habría falsificado firmas en 2018 para constituirse como formación política. Aunque la suspensión no es firme, genera dudas ante la toma de posesión de Arévalo en enero.

El presidente electo, que se define como socialdemócrata, ganó los comicios, con el 60,9% de los votos frente a Sandra Torres, ex primera dama del país y del partido Unidad Nacional de la Esperanza.

Hijo del expresidente Juan José Arévalo, su firme mensaje anticorrupción y antisistema ilusionó a los guatemaltecos, cansados del auge del autoritarismo y de una clase política corrupta.

Desde que Semilla se convirtiera en favorito, el Ministerio Público ha intentado sacarlo del proceso en varias ocasiones. Además, Arévalo ha recibido amenazas de muerte de pandillas y agentes estatales por lo que se ha incrementado su seguridad. Guatemala es el país más poblado de Centroamérica y en él, seis de cada diez personas viven por debajo del umbral de pobreza.