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El kilo de aceite de oliva virgen extra se ha vendido en la última semana a poco más de cuatro euros, casi el doble que hace un año. La campaña pasada fue corta. La escasez de lluvias y las elevadas temperaturas de este verano reducen las esperanzas que los productores tenían puestas en la futura cosecha. No creen que llegue a 1.300.000 toneladas, que son las que se necesitarían para abastecer al mercado interior. Algo que trae consigo un repunte de los precios. El sector teme un posible abandono del consumo de aceite de oliva en favor de otro tipo de grasas vegetales.