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El caótico presente de la capital del archipiélago filipino se entiende leyendo su turbulento pasado. Los siglos de ocupación española, la invasión estadounidense y la Segunda Guerra Mundial han ido poniendo y quitando elementos a un tablero urbano francamente desconcertante (08/05/10).

Decenas de filipinos se crucificaron y flagelaron en pueblos y aldeas de Filipinas para celebrar el Viernes Santo, con la creencia de que con ese sacrificio protegerán a sus familias de enfermedades.