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A través de las nuevas tecnologías, madres y padres intercambian información, piden y dan consejo e incluso las utilizan para llevar mejor sus responsabilidades como padres.
 

Llego a las jornadas sobre violencia filio-parental a las que acuden asociaciones de todo el país para contar cómo trabajan con los adolescentes y los padres que necesitan ayuda para recuperar una relación sana y respetuosa entre ellos. Algunos intervienen en las familias antes de que los padres denuncien, otros durante o después de una medida judicial. Porque "cuando un niño con 8 años le da una patada a su abuelo y se le permite, cuando tenga 12 no habrá quien le pare", comentan en las jornadas.

La sala está llena. Es un tema que preocupa y mucho aunque no sea nuevo pero ahora hay mayor visibilidad de esta realidad todavía tabú en muchas familias. Se calcula que se producen unos 400.000 casos cada año en España de violencia filio-parental, según el psicólogo y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio Parental (SEVIFIP), Javier Urra. Es decir que el 13% de los jóvenes entre 12 y 18 años maltrata física o verbalmente a sus padres. De hecho, se escucha demasiado a menudo a niños que hacen callar a sus padres faltándoles al respeto. Y los padres lo justifican alegando que "son pequeños todavía y no dan cuenta", como me aclaran desde la institución terapéutica Amalgama7. Su director clínico Jordi Royo i Isach, explica que en su centro hacen unos cuestionarios a los padres para detectar el grado de maltrato que sufren con preguntas muy básicas que delatan cómo los progenitores han interiorizado conductas abusivas por parte de sus hijos con tanta naturalidad que no se dan cuenta de lo que está pasando en casa ni del trato que reciben. Incluso, hay padres, que se defienden diciendo que "mi hijo algunas mañanas cuando se levanta me dice buenos días".

Cuando los padres se sienten impotentes para restablecer los vínculos con sus hijos, los profesionales aconsejan intervenir porque "de esto se sale siempre", afirman. Lo peor es no hacer nada y dejar que la situación degenere. También tienen claro que, en muchos casos, hay que denunciar para empezar de cero, que el adolescente salga del núcleo familiar y trabajar por separado con hijos y padres para recuperar la autoridad de los adultos. Pero también se abrió el debate planteando los efectos de la judicialización de la vida de los menores que ejercen violencia filio-parental (VFP) y la consecuente pérdida de margen de maniobra de los progenitores para educar a sus hijos en el contexto judicial. Ana Calvo, directora del programa Medidas Judiciales y cofundadora de la Fundación Pioneros en la Rioja, expuso algunos datos que reflejan cómo el elevado número de obligaciones judiciales asociadas a una misma medida desemboca en un empeoramiento de la situación judicial de los menores con un expediente por VFP. ¿Se ajusta el marco judicial a las necesidades educativas de estos menores? Ana recalcó que la "medida judicial marca a los adolescentes" y que "la medida judicial no va a estar siempre por eso hay que hace hincapié en aquello que sí ha funcionado en la familia cuando se ha evitado un conflicto y trabajar a partir de ahí para recomponer la situación".

Roberto Pereira, el vicepresidente de SEVIFIP, es psiquiatra y reivindica que" los padres tengan autoridad para así poder evitar la violencia". Porque históricamente la autoridad se asociaba a una forma de hacer, a una ideología que luego dio paso a la libertad. Pero hay que saber educar en la libertad también. Y no pasa nada si a un niño "tras dialogar hay que decirle que esto es así porque soy tu madre o porque soy tu padre", reitera Roberto.

Cossette Franco, desde la Asociación Ariadna, que aplica el método Mentoris con las familias reconoce la importancia de trabajar con los adolescentes y con las familias en la calle, en sus propios espacios. El colegio o instituto, la plaza, el parque, allí donde ellos hacen vida para colaborar con todos los agentes que están implicados de una forma u otra con estos chicos. Y en casa con sus padres. "Nos llaman los padres pero es importante tener en cuenta la voluntariedad de todas las partes para poder intervenir", matiza.

En España, hemos hablado mucho del papel fundamental que representa la familia, lo hemos vivido en estos años de crisis. Sin embargo, esta institución necesita que se la ponga en valor: las cifras de natalidad en España son muy bajas y hay más muertes al año que nacimientos. La directora de The Family Watch España, María José Olesti, defiende un gran pacto de estado por la familia, alejado de cualquier ideología.

Les contamos también que las demandas de separaciones y divorcios han descendido un 13,2% en el primer trimestre del año con respecto al mismo periodo de 2015. Disminuyen tanto los divorcios como las separaciones y nulidades, según la estadística del Consejo General del Poder Judicial. Lo que más bajan son las separaciones, casi un 18%, un 14% lo hacen los divorcios, tanto de mutuo acuerdo como contenciosos. Un primer trimestre también de descensos en el número de procedimientos de modificación de medidas pero, sobre todo, en los de guardia, custodia y alimentos de hijos no matrimoniales. Por comunidades autónomas, en el primera trimestre del año, Cataluña y Valencia presentan el mayor número de disoluciones matrimoniales por cada mil habitantes. Las que menos divorcios y separaciones registran, Castilla y León y Cantabria.

En España, el gasto de las familias aumentó en 2015, por primera vez en siete años. El pasado año nos gastamos más dinero en hoteles, cafés y restaurantes, y menos, por ejemplo, en combustible, sin duda por el menor coste de las gasolinas, según la Encuesta de Presupuestos Familiares que elabora el Instituto Nacional de Estadística (20/06/16).

España y Portugal son los países europeos con la tasa de fecundidad más baja, 1,32 hijos por mujer, la mitad de lo que se considera necesario para asegurar el llamado reemplazo generacional. Pero los datos dicen que la natalidad en España sigue en descenso. En 2014 hubo 140.000 nacimientos menos que hace diez años. Para que ese reemplazo no siga en peligro, se necesitan 260.000 nacimientos más cada año. Se necesitan 720 nacimientos más al día para asegurar las pensiones.