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Los empleados de la farmacéutica Pfizer, en Michigan, Estados Unidos, trabajan sin descanso para distribuir las vacunas entre la población. Se empaquetan y hay que guardarlas en neveras especiales, a 70 grados bajo cero. Luego los camiones las transportan a diferentes puntos del país. En algunos casos el viaje se hace en avión. Se repartirán, de momento, 2.900.000 dosis, con una compleja logística que llevan meses preparando.

En la imagen, operarios cargan contendedores con la vacuna de Pfizer en un aropuerto en Lansing, Michigan. FOTO: Rey Del Rio/Getty Images/AFP.

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Cargamentos de vacunas de Pfizer contra el coronavirus ya se distribuyen en Estados Unidos. A partir de este lunes vacunarán a la población. Una operación especialmente delicada, porque esta vacuna tiene que mantenerse a -70 grados de temperatura.

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En la imagen, un camión escoltado por los US Marshals parte de la planta de Pfizer en Kalamazoo, Michigan. FOTO: JEFF KOWALSKY / AFP

No ha sido un concierto más. Ha sido toda una prueba de fuego. Para poder ir, los asistentes se han sometido a un test rápido. El experimento pretende evaluar si de esta manera es posible poder volver a hacer conciertos con un amplio aforo. Lo han probado en la sala Apolo de Barcelona.

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En la imagen, los accesos a la sala antes de la celebración del concierto.

FOTO: EFE/ Toni Albir

Alemania decretará un confinamiento duro desde el próximo miércoles hasta el 10 de enero. Lo ha anunciado la canciller, Angela Merkel, tras reunirse con los presidentes de los 'Länder'. Cerrará la mayor parte de la actividad no esencial, salvo que los empleados puedan teletrabajar, y también cerrarán las escuelas. Bares y restaurantes llevan mes y medio sin poder abrir.

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El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón,  considera que la toma de decisiones y las medidas puestas en marcha en España frente al coronavirus durante los peores meses de la pandemia hubieran sido las mismas de haberse conocido los datos de mortalidad que este jueves ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE).

"Estamos hablando de una diferencia de 3.000 y pico personas, que no es pequeña, pero que no modifica la magnitud del riesgo y la toma de decisiones no hubiera variado si se hubieran conocido antes estos datos", ha explicado Simón, que ha recordado que la red de vigilancia epidemiológica ya barajaba un "margen de error" similar.

El epidemiólogo ha destacado que los nuevos datos apuntan a que "desgraciadamente, el grueso del exceso de mortalidad se produjo en residencias" . Asimismo, ha señalado que la media de edad de las personas fallecidas con sospecha de coronavirus es más alta en el informe del INE. Según Simón, no se puede confirmar cuántas de ellas han muerto realmente por una infección de COVID-19, pero ha planteado que eran personas más "frágiles", por lo que han podido estar afectadas por distintos factores, como la saturación de los servicios, otras patologías, etc.

"Son diferencias que esperábamos. Es duro hablar de más de 3.000 fallecidos, pero son cifras que entraban más o menos dentro de las estimaciones de margen y error que manejábamos. La buena noticia es que el sistema de vigilancia epidemiológica fue lo suficientemente preciso, aunque no lo oportuno en tiempo, para que la toma de decisiones no fuera sesgada por la diferencia de fallecidos", ha zanjado Simón.