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El cambio ha llegado a Grecia. La Coalición de la Izquierda Radical, Syriza, ha ganado las elecciones con un 36,34% de los votos, según el 100% escrutado, un resultado histórico que la deja al borde de la mayoría absoluta,  pone fin a 40 años de gobiernos conservadores y socialistas y desafía la política de austeridad de Europa. 

El partido de Alexis Tsipras ha obtenido 149 escaños y se queda a dos de la mayoría absoluta por lo que tendrá que pactar con otras formaciones para sacar adelante su programa electoral. Su principal rival, Nueva Democracia, el partido gobernante del primer ministro Andonis Samarás, ha retrocedido hasta el 27,81% de los votos -dos puntos menos que en los anteriores comicios- y 77 escaños.

La tercera plaza ha sido para el partido de extrema derecha neonazi Amanecer Dorado, que ha conseguido el 6,2% y 17 escaños. Por detrás, muy cerca, ha irrumpido el centrista To Potami, con el mismo número de diputados, pero menos votos, el 6,04%.

El quinto lugar es para el Partido Comunista griego, KKE, con el 5,4% y 15 escaños, tres más que en las pasadas elecciones. Los Griegos Independientes, de tendencia derecha nacionalista, se quedan con la sexta plaza al lograr el 4,7% de los votos y 13 diputados, siete menos que en 2012.

La última plaza es para el PASOK, que se ha hundido hasta el 4,68% y 13 escaños. El partido socialista, la formación que más tiempo ha gobernado en Grecia, pasa así de la mayoría absoluta alcanzada en 2009 al peor resultado de su historia, condenado en la práctica a la irrelevancia. Ha perdido nueve puntos y 21 escaños con respecto a 2012. Al final, el Movimiento de Socialistas Democráticos, fundado por el exlíder de Pasok y antiguo primer ministro Yorgos Papandreu, con un 2,46% se ha quedado fuera del Parlamento al no llegar al 3% exigido por la ley electoral.

Seis años de recesión después, la economía griega parece salir del letargo. El tercer trimestre de 2014 alumbró su primer dato positivo de crecimiento. Ha necesitado dos rescates, una inyección de 240.000 millones de euros, de los cuales 26.000 salieron de las arcas españolas. El PIB ha caído un 25% en los últimos cinco años, esto es peor que si hubiera habido una guerra civil por lo que es comprensible el descontento y el enfado. Como resultado, Grecia ha acumulado una deuda que asciende a los 321.000 millones de euros, alrededor del 175% de su PIB. Una losa para la economía que, de nuevo, es objeto de debate sobre una posible reestructuración. Por el camino, los salarios han caído con fuerza y la tasa de paro se ha triplicado desde el inicio de la crisis, situándose por encima del 25%, la más alta de la eurozona. Es improbable que Grecia salga del euro porque los griegos no quieren y los países del euro tampoco por la inestabilidad que podria causar. Con el déficit a la baja, Grecia se aferra al turismo como balón de oxígeno y trata de darle la vuelta a sus cuentas para conseguir mejores condiciones de salida del segundo rescate. Las negociaciones se retomarán en febrero, ya con el nuevo Gobierno.