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El ministro de Exteriores francés, Jean-Marc Ayrault, ha insistido en que aún no se ha confirmado qué ha podido pasar con el vuelo MS840, de París a El Cairo, que ha desaparecido sobre el Mediterráneo, con 66 personas a bordo. "Hay mucha información que no conocemos o no ha sido verificada", ha advertido el ministro.

"Estamos en contacto con el gobierno egipcio pero de momento estamos en una etapa sobre todo de solidaridad con las familias, que están sufriendo", ha añadido. "Mensaje de solidaridad, de apoyo y de esperanza", ha insistido Ayrault en unas declaraciones en el aeropuerto de Charles de Gaulle.

La aeronave salió de París el miércoles a las 23.04, hora local francesa, y debía llegar al aeropuerto internacional de El Cairo a las 3:15 de la madrugada, hora local. Sin embargo, ha desaparecido del radar a las 02:30, a 280 kilómetros de la costa y cuando había penetrado ya 16 kilómetros en el espacio aéreo egipcio. El aparato volaba a una altura de 11.280 metros.

Un avión de EgyptAir con 66 personas a bordo ha desaparecido del radar esta madrugada durante un vuelo de París a El Cairo. El avión, un Airbus A320, partió del aeropuerto Charles de Gaulle de París y debía haber llegado a la capital de Egipto en la madrugada de este jueves. Las autoridades no descartan ninguna hipótesis. 

EgyptAir ha informado de que en el vuelo MS804 viajaban 56 pasajeros, entre ellos un niño y dos bebés, y 10 tripulantes, tres de ellos miembros de seguridad de la compañía egipcia. Aunque en un principio se comunicó que en el avión viajaban 69 personas, finalmente la aeolínea ha reducido la cifra a 66.

Los pasajeros son 30 egipcios, 15 franceses, 2 iraquíes, un británicoun belga, un portugués, un argelino, un kuwaití, un saudí, un sudanés, un chadiano y un canadiense. 

La fuerza aérea y los guardacostas egipcios han comenzado ya la búsqueda de la aeronave en el Mediterréno, en la zona donde se perdió el contacto por radar, y Grecia está colaborando con una fragata y un avión. 

Kenia ha sido durante muchos años un ejemplo extraordinario en materia de acogida de refugiados. Más de 600.000 personas procedentes de Somalia, Sudán del Sur y otros países del este de África han encontrado en Kenia la seguridad y la protección que necesitaban. Huían de la guerra, de la hambruna provocada por la sequía o porque eran perseguidas. Ahora, las cosas han cambiado. El viernes pasado el gobierno de Nairobi anunció el cierre de los principales campamentos, alegando que los refugiados representan un lastre económico y un riesgo para la seguridad nacional de Kenia. Hablamos con María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España.

Jadiya tiene diecisiete años, un bebé y un mote cruel: la llaman la "esposa de Boko Haram". Ha conseguido huir del mismísimo infierno: de un secuestro de varios meses a manos del grupo yihadista nigeriano. Ahora vive en un campamento de desplazados y se enfrenta a otra tortura diaria: las demás mujeres la insultan y le pegan. Las "esposas de Boko Haram", como ella, rara vez vuelven con sus familias. Están marcadas por el estigma. 

Cada vez llegan más niñas como Jadiya a los campos de desplazados. Las operaciones del ejército contra Boko Haram están destapando algo que hasta ahora permanecía oculto en los bosques de Nigeria: los terroristas tienen campamentos de esclavas sexuales. Hay miles de niñas secuestradas en cabañas en la selva o en pueblos tomados por los yihadistas. Niñas violadas cada día durante meses. A muchas las obligan a casarse con alguno de los jefes. Es lo que le ocurrió a Jadiya, una niña de cuerpo menudo y voz dulce que ha elegido ese nombre falso para contar su historia ante una cámara de UNICEF.

Cuatro personas han sido rescatadas este jueves con vida tras permanecer seis días bajo los escombros de un edificio que se vino abajo en Huruma, un barrio marginal de Nairobi, en Kenia, y provocó la muerte de al menos 35 personas. A media mañana los servicios de emergencias informaron del hallazgo de una mujer, que fue rescatada pocas horas después, y por la tarde los equipos de rescate sacaron a otras tres personas -otras dos mujeres y un hombre- después de que el Ejército keniano retirara parte de los escombros.