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Ramón Boldú: "La vida es un tango y te puedes llevar un pisotón"

  • El dibujante publica La vida es un tango y te piso bailando
  • Un cómic autobiográfico sobre la relación con su padre

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Fragmento de la portada de 'La vida es un tango y te piso bailando'
Fragmento de la portada de 'La vida es un tango y te piso bailando'

Ramón Boldú (Tarroja de Segarra, 1951) no sólo es uno de los pioneros del cómic autobiográfico en España (nos cuenta su vida desde 1991) sino también uno de los intelectuales más lúcidos, valientes e interesantes de las últimas tres décadas, ya sea con sus guiones para televisión, sus ilustraciones para periódicos y revistas o su labor como cocreador de la famosa revista Lib (1976), que tanto hizo por la libertad sexual de los españolitos de entonces. Su último cómic es La vida es un tango y te piso bailando (Astiberri), que comienza hablándonos sobre su relación con su padre y termina, como es habitual en su obra, hablándonos de la vida.

“El cómic –asegura Ramón- comienza con las visitas a mi padre en el geriátrico, las partidas de ajedrez con él,... Mi padre no era un hombre con el que pudieras hablar de las cosas de la vida cotidiana, ni de sentimientos; solo hablaba de historia, reyes, batallas pasadas... Y comenzó a hablarme sobre las cosas que vivió durante la guerra, lo que le pasó a él y a toda mi familia”.

“Fui tomando notas, pero mi padre, a diferencia del de Art Spiegelman (Maus), no tenía mucho que contar; por eso en este cómic cuento, a parte de lo que me contó mi padre, lo que me contó mi suegra, también lo que me contó Ferrándiz, el famoso dibujante de christmas (cuando yo tenía trece años iba a su estudio para que me diera una especia de clases de dibujo”.

“Es un cómic parecido a un diario –asegura el dibujante-, ya que muchas veces lo que cuento me pasó el día anterior... o recuerdo cómo fue mi vida controlada por mi padre; cómo fueron muriendo mis ancestros uno tras otro; o cómo descubrí quien se cargó a mi bisabuelo en la guerra (gracias a trabajar en editorial Z); también reflejo lo que es la vida en un geriátrico... en fin hablo de la vida, que es como bailar el tango, y que lo mas seguro es que en cualquier momento recibas algún pisotón”.

“Comencé el cómic casi sin querer”

Ramón nos comenta cómo se decidió a escribir este cómic. “Tenía varios proyectos, y sigo teniendo, en mi bandeja de proyectos, sobre partes de mi vida que contar; uno es mi paso como guionista de televisión que no tiene desperdicio, etc. pero en el 2010 hacía poco que había muerto mi madre, mi abuela también, mi padre en el geriátrico dando guerra... Aunque siempre he realizado cómics sobre mi vida, he contando las cosas que ya hace por lo menos diez años que me han ocurrido, y las veo y recuerdo con una perspectiva de distancia y eso me permite poder reírme de mi mismo, como si yo fuese otro. La avalancha de acontecimientos me llevaron a comenzar a dibujar cosas que me estaban pasando en aquel momento, las conversaciones con mi padre,... y como quien no quiere la cosa, comencé a contar lo de la guerra civil, pero como sin querer”.

Un cómic que continúa la línea autobiográfica que siempre ha marcado su obra: “Cuando decidí comenzar a contar mi vida fue porque se acababa de editar la primera edición de la primera parte de Maus, allá por 1990, y pensé que si alguien podía contar las cosas reales en plan serio yo también lo intentaría, pero es que a mi nunca me pasan cosas serias; o si son serias, nunca me las tomo con dramatismo; y así he seguido a lo largo de todos estos años. En este último La vida es un tango y te piso bailando se nota el contraste que hay entre un padre y otro padre, entre el de Art Spiegelman y el mío”.

Sin embargo, Boldú tuvo que aparcar este cómic cuando se cruzó en su camino la posibilidad de llevar a las viñetas la vida de Miguel Hernádnez (Tenéis la historia alfinal de esta noticia) "Cuando acabé la vida de Miguel Hernández, me metí de nuevo en el cómic de la guerra de mi padre; pero habían cambiado muchas cosas, mi padre había muerto mientras realizaba el de Miguel Hernández, y la perspectiva de todo era otra, por lo que de las cien páginas que tenía hechas de La vida es un tango y te piso bailando aproveché solo treinta, y es que un libro siempre está vivo, y nunca es definitivo hasta que no se entrega a imprenta".

“Ajedrez Tango Libre”, un juego pacífico y republicano

Algo a lo que Ramón nunca ha renunciado es a buscar la participación del lector, como si fuera un juego. De ahí que este cómic incluya un nuevo juego, el Tango: “Solía jugar al ajedrez con mi padre, cuando le visitaba al geriátrico; no teníamos mucho de que hablar, a excepción de las cosas que me iba contando de la guerra y que he plasmado en éste cómic. Cuando mi padre me mataba por ejemplo un álfil, actuaba como sí realmente acabara de matar a alguien, y no digamos cuando al final me mataba el rey”.

“En fin, que le di algunas vueltas a la idea de que si inventaba un ajedrez pacífico en que no muriera nadie, sino que cuando se encontraba con otra pieza en la misma casilla, se juntasen como queriéndose, y el que ganaba no fuera el que matase mas piezas del otro, sino el que lograra que todas estuviesen unidas ya sea formando parejas o tríos”.

“De hecho el ajedrez se basa en defender al rey, y dar la vida por él -asegura el dibujante-. En 'El Tango libre', el rey ni siquiera juega. Es como si fuese un juego republicano, además todas las piezas se mueven como si bailaran el tango, o sea recorren cuatro casillas en la dirección que deseen, ya que el tango se baila de cuatro en cuatro pasos. Además, de la misma forma se mueve la reina, el alfil o el caballo; o sea, todo el mundo vale igual. Y ya no hay mas reglas como quien dice. 'El Tango libre' es un juego super sencillo, pacífico y republicano. Y por eso pensé en dar este juego, con el tablero y fichas incluidas, junto con el libro. De hecho inventé las reglas mientras lo dibujaba”.

Ramón confiesa que le encanta jugar con el lector: “Es una sensación increíble el saber que cuando un lector abre uno de tus libros, vas a apoderarte de su mente y vas a jugar con él; intentar que no pueda dejar de leer, con ganas de girar a la página siguiente para saber más. Que le vas a emocionar y a la página siguiente le podrás sacar una sonrisa, como si de una composición musical se tratara. Y que va a entrar en mi vida, intentando que siempre sienta que sabe mucho más que yo, y que se pueda llegar a reír de todo lo que pasa, de lo que me pasa e incluso de mí”.

Un cómic dedicado a los fallecidos de Charlie Hebdo

Preguntamos a Ramón cómo ha adaptado su estilo de dibujo a esta historia: “Cuando dibujaba para El Jueves, a principios de los 80, imitaba a Wolinsky; otro ejemplo, una historieta de mi libro Bohemio pero abstemio que realicé para El Víbora a principios de los 90 está inspirada en una historieta de Cabú; de hecho La vida es un tango y te piso bailando, está dedicado a estos dos dibujantes de Chalie Hebdo, mis maestros; que murieron en el atentado”.

“Pero a estas alturas ya soy totalmente yo en mis dibujos, influenciado por todos y por nadie. Me sería muy difícil dibujar de otra manera, en mis dibujos intento plasmar la realidad, la que veo yo, con sus aciertos o con, incluso, aquella cierta falta de imaginación de una persona corriente; y sin intentar ser lo que no soy, un virtuoso de las perspectivas, ni de las proporciones. Me gusta exagerar cuando es algo exagerado, y ser simple y dibujar a vuelapluma cuando me cuentan algo bastante inverosímil y que me cuesta imaginar, como cuando mi padre, en La vida es un tango y te piso bailando, me cuenta sus aventuras de la guerra”.

“Además no quiero que se me note que he echado mano a fotos de documentación, ni al buscador de Google, para, por ejemplo dibujar los fusiles, o tanques o cascos de los combatientes; prefiero que el lector sienta que está hecho como cualquiera se imagina que eran, para que parezca todo mas fresco. Hay una parte de La vida es un tango y te piso bailando en que cuento los últimos días del poeta Miguel Hernández; ahí puse todo mi cariño en el dibujo, para hacerle llegar al lector la sensación de estar ahí, de vivirlo en directo”.

La importancia del color

El dibujante también experimenta con el color y los grises en esta obra. “Durante una época –asegura Boldú- me dediqué a pintar cuadros de gran formato, intentando meterme en el mercado ese, hasta que me dí cuenta que se me daba mejor contar historias, incluso con la pinturas que realizaba también contaba historias. Yo, en mis cómics, tampoco intento ser ningún virtuoso del color, lo intenté con mi personaje Mario Gamma El Griego que apareció en el Víbora a finales de los 80; pero ahora dibujo y pinto como si escribiera, pensando en lo que cuento, ser expresivo; imagínate a un novelista que en lugar de estar por la historia que cuenta se preocupase si está escribiendo con buena letra”.

“Lo importante es la historia e intentar explicarla de forma que el lector la encuentre interesante. En mis cómics utilizo el color de manera diferente en cada cómic. Por ejemplo hay el caso de un cómic dentro de otro cómic como hice con El arte de criar malvas, que toda la historia es en color, pero dentro hay también un cómic que dibujo, hablando de mi divorcio, y éste es en blanco y negro con acuarela y aguada gris. Normalmente pinto con Photoshop, pero los sueños, a veces lo hago con pinceles en acuarela; como hice en una de las páginas que soñaba una escena tipo Little Nemo, y lo hice en acuarela y en color para que pareciera más antiguo”.

“En La vida es un tango y te piso bailando -continúa-, he realizado las páginas en color y otras en un bitono verdoso como de foto añeja; cuando cuento cosas a partir de la fecha de mi nacimiento es lo que está en color, y todo lo que sucedió antes de nacer yo lo he hecho en ese bitono. Con esa fórmula de las viñetas en bitono y otras en color, como que la historia está montada con muchos flashbacks, al lector le queda claro en cada momento si está sucediendo eso antes de nacer yo o cuando ya vivía. A veces en una sola viñeta del pasado, en el bitono verdoso ese, me dibujo en ella a mí en color, como si yo hubiese viajado a través del tiempo y estuviera ahí, lo hago siempre que me hubiese gustado presenciar aquella cosa u la otra, y estar presente. Y como el cómic no tiene límites, viajo en el tiempo cuando me entran ganas de estar ahí”.

Los Sexcéntricos es su próximo trabajo

En cuanto a sus proyectos Ramón nos comenta que: “Ahora estoy de lleno con Los Sexcéntricos, aquella ancestral serie que apareció en 1976 y que salió en la contraportada de aquella revista, el Lib. El Lib fue una revista famosa de la época, la revista de la apertura y tal, de la cual fui su creador junto con Lucho, un periodista especializado en política, pero el Lib no hablaba de política y Lucho paso a trabajar al Periódico y me dejó solo con la revista, ¡y era semanal!; me tocaba hacerlo como quien dice todo, y trabajar hasta altas horas de la noche; bueno, pero no lloréis por mí, en realidad mi trabajo nocturno consistía en ir a salas de striptease a entrevistar a las chicas de Crazy Horse, etc. No lo pasaba mal. Y la serie Los Sexcéntricos la estuve dibujando durante unos siete años”.

“El cómic de Los Sexcéntricos no sólo será una recopilación de esas historietas, sino que contaré además lo que me ocurría mientras las realizaba, y la relación de Los Sexcéntricos con mi editor del Víbora, Berenguer, y con Rafael Martínez de Norma, y con el humorista Barragán; también con Vázquez, el del Anacleto, ya que estábamos realizando un proyecto, el último de su vida, basado en Los Sexcéntricos, cuando se murió en 1995. En el 91, ocho años después de acabarse la serie en el Lib, intenté que me la editaran completa en un libro; había un par de editoriales interesadas, pero una me extravió todos los originales. Veintitrés años después aparecieron como por arte de magia, fue en el saló de cómic del año pasado”.

Miguel Hernández se cruzó en su camino

La mente de Ramón es un torbellino de ideas y nunca sabe cómo van a avanzar sus proyectos. Por ejemplo, la realización de este cómic se retrasó porque Miguel Hernández se cruzó en su camino: “Comencé La vida es un tango y te piso bailando en cuando acabé mi anterior cómic Sexo, amor y pistachos, en 2010; decidido a contar la guerra según la versión de mi padre, que vivía en un geriátrico. Cuando llevaba un año y cien páginas ya realizadas; y ya estábamos en el 2011, contactó conmigo un poeta aficionado al cómic llamado Ramón Pereira con la idea de que dibujara la vida de otro poeta, se trataba de una biografía de Miguel Hernández”.

“Miguel Hernández –continúa- es un poeta con una vida dedicada al arte, y al que, como si fuese un atropello, le alcanzó la guerra del 36 que acabó con él, pero no con su mensaje. Fue un poeta que siempre priorizó la calidad de sus creaciones a perder el norte por el dinero. Siempre me he sentido afín a él en este sentido, supongo que tanto Miguel Hernández como yo podríamos habernos dedicado a cientos de cosas, aunque, en mi caso, mi norte es el cómic y sigo en esta dirección”.

“No obstante le dije a Ramón Pereira que estaba enfrascado, precisamente hablando también de la guerra del 36, en otro de mis cómics autobiográficos y no podía dedicarme a otra cosa. Poco después me llamó la editorial EDT (Glenat), para animarme a que contara la vida de Miguel Hernández, tuvimos una reunión y me convencieron. No me arrepiento de haber dedicado casi dos años a La voz que no cesa, vida de Miguel Hernández; la vida de Miguel Hernández es muy dramática, aunque he intentado colar un poco de comedia, indagando en el carácter del personaje, su juventud, y sus ganas de vivir”.

“Por ejemplo cuando Miguel Hernández habla con el padre de su novia Josefina para pedir la mano de ésta, la conversación que tienen la saqué de la que tuve yo, cuando pedí la mano de mi primera esposa. El padre dice: Notarás que estoy algo nervioso, es la primera vez que me piden la mano de una hija. El pretendiente de la hija: Pues yo estoy igual que usted, señor, es la primera vez que la pido. El padre: Y la última, espero”.

“Otra cosa que salió de mi tintero en la obra es el carácter del padre de Miguel Hernández, muy reacio a que su hijo se dedicara al arte; ya que descubrí que el padre de Miguel y el mío eran iguales. Cuando acabé la vida de Miguel Hernández, me metí de nuevo en el cómic de la guerra de mi padre; pero habían cambiado muchas cosas, mi padre había muerto mientras realizaba el de Miguel Hernández, y la perspectiva de todo era otra, por lo que de las cien páginas que tenía hechas de La vida es un tango y te piso bailando aproveché solo treinta, y es que un libro siempre está vivo, y nunca es definitivo hasta que no se entrega a imprenta".