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Atentados y denuncia de "caza de brujas" empañan la campaña electoral en Pakistán

  • Los talibanes atentan contra los partidos laicos
  • Muchos candidatos han de renunciar a hacer campaña en público
  • Los chiíes reclaman más protección
  • La Comisión Electoral excluye a candidatos por su conocimiento del Islam

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Policías paquistaníes escoltan a periodistas durante un acto de campaña de la minoría chií en Quetta
Policías paquistaníes escoltan a periodistas durante un acto de campaña de la minoría chií en Quetta

Pakistán se prepara para unas elecciones legislativas que tendrán lugar este sábado 11 de mayo y que serán históricas, pues es la primera vez que un gobierno civil completa su legislatura de cinco años, en un país acostumbrado a los golpes militares.

Sin embargo, los comicios se celebrarán en un ambiente de amenazas y violencia, en el que muchos candidatos no han podido desarrollar con normalidad su campaña electoral.

A los atentados de las últimas semanas, la mayoría llevados a cabo por los talibanes contra partidos seculares, se suma la criba de candidatos por parte de la Comisión Electoral, que algunos medios paquistaníes han calificado de "caza de brujas".

Atentados selectivos

Desde abril, los talibanes paquistaníes han matado a 70 personas en ataques contra los tres partidos mayoritarios: el Partido Nacional Awami (ANP), el Partido del Pueblo (PPP) y el Movimiento Muttahida Quami (MQM).

Los tres forman parte de la coalición gubernamental que ha respaldado las operaciones militares contra los talibanes. Estos aseguran que "sirven a los intereses de los infieles y los enemigos del Islam".

En cambio, los fundamentalistas no han atacado a los partidos que compiten por el voto islamista. Es el caso de la candidatura del exjugador de criquet Imran Jan, que aboga por acabar con los bombardeos de los drones de Estados Unidos y por la retirada del Ejército de la frontera entre Pakistán y Afganistán.

El partido del ex primer ministro Nawaz Sharif también se ha librado de la ira de los talibanes.

El lunes, 25 personas murieron en un atentado contra un mitin del partido islamista Jamiat Ulema-e-Islam. Los talibanes reivindicaron el ataque, según informa la agencia Reuters, pero precisaron que iba destinado contra uno de los candidatos, al que acusan de entregar a combatientes árabes a los servicios de inteligencia de EE.UU.

Este mismo martes, otras cinco personas han muerto y varias más han resultado heridas tras una explosión en un acto de la misma formación, esta vez en la zona de Hangu, en el noroeste, según informa Efe. Su candidato, el religioso islamista Syed Janan, ha resultado ileso. Nadie ha reivindicado el atentado, de momento.

"Es una manipulación pre-electoral", asegura, en declaraciones a Reuters, Mian Hussain, portavoz del ANP y candidato. Hussain ha renunciado a acudir a mítines durante la campaña, después de sufrir varios ataques y perder a su hijo.

"[Los paquistaníes] Tendrán que elegir entre los terroristas o elegir a aquellos que se oponen a los terroristas", añade.

"El terrorismo es el principal problema, absorbe muchos de nuestros recursos", asegura a Reuters, por su parte, Zahir Shah, exministro de Sanidad y candidato del PPP.

La seguridad y la lucha contra los talibanes, sin embargo, no aparecen como las preocupaciones esenciales de los votantes, más pendientes de la corrupción, los habituales cortes de electricidad y la maltrecha economía.  En este campo, Sharif parte como favorito, ya que es visto como un hombre de negocios y ha prometido reactivar la producción.

Los chiíes reclaman protección

La amenaza es especialmente grave para la minoría chií (aproximadamente una quinta parte de los 180 millones de habitantes), que en los últimos meses ha sido víctima de una campaña de violencia sectaria.

Quetta, en la provincia de Baluchistán (suroeste) ha sido escenario de los peores ataques que han tenido como objetivo a la etnia hazara, y que han sido reivindicados por el grupo Lashkar-e-Jhangvi, que se declara fiel a Al Qaeda.

Ruquiya Hashmi, chií y hazara, es la primera mujer que compite por un escaño en la Asamblea Nacional en Quetta. Hashmi, de 62 años y candidata de la Liga Musulmana-Quaid (PLM-Q), que apoya al gobierno de Islamabad, sigue la campaña por televisión desde su casa y convoca pequeñas reuniones con sus electores, debido a las amenazas recibidas.

"Es todo un desafío ser una mujer y hazara, pero gracias a Dios hago frente a la adversidad y mi voz es escuchada", ha declarado a la agencia AFP.

Por su parte, Abdul Jaliq Hazara, jefe del pequeño Partido Democrático, critica la falta de protección oficial. Hace dos meses su formación fue objeto de un atentado suicida que causó seis muertos.

"El Gobierno y la Policía nos han prometido que tendríamos guardias. Hace dos meses y solo nos han enviado a un guardia. ¿Cómo puedo desplazarme con un solo escolta por estos barrios en los que la amenaza terrorista plantea a diario?", se pregunta, en una entrevista a AFP.

El día de la votación, 600.000 agentes de las fuerzas de seguridad, entre ellos 50.000 militares,  vigilarán los colegios electorales en todo el país.

"Caza de brujas"

La violencia no es el único impedimiento para la campaña electoral. La verificación de las candidaturas a cargo de la Comisión Electoral (ECP) ha derivado en un examen religioso y moral de los candidatos, que algunos de ellos y la prensa ya han calificado de "caza de brujas", según informa desde Islamabad Pau Miranda, de Efe.

El artículo 62 de la Constitución del país, modificada por el dictador Zia ul Haq, establece que, para ser declarado apto, un candidato debe demostrar un "adecuado conocimiento de las enseñanzas islámicas" y adherirse a una ambigua "ideología de Pakistán". También establece que el candidato debe ser "sagaz, recto, no derrochador y honesto".

Uno de los candidatos vetados fue el exdictador Pervez Musharraf,  que no ha podido presentarse en ninguna de las cuatro circunscripciones a las que aspiraba.

Los diarios DawnThe News, así como reputados periodistas y activistas, han criticado duramente lo que consideran un producto de la islamización de la dictadura.

"Aunque Zia está muerto, en los últimos años ha habido un esfuerzo concertado por revivir su régimen", ha declarado la activista y expresidenta de la Comisión nacional de Derechos Humanos,  Asma Jahangir,  según recoge Efe. "El ayatolá de Irán era el imán Jomeini. Nuestro ayatolá era Zia ul Haq", escribe el articulista Ayaz Amir (el mismo vetado como candidato) en The News.

Las verificaciones de la ECP han tenido otro efecto: al menos cuatro parlamentarios han sido condenados a prisión por acreditar títulaciones falsas en la documentación requerida para su inscripción.