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La 'ola' republicana, a punto de convertirse en 'tsunami'

  • Los últimos sondeos señalan una clara victoria del partido opositor en EE.UU.
  • Gallup habla incluso de una ventaja de 15 puntos, lo que sería un vuelco histórico
  • Los republicanos se movilizan; los demócratas pierden a los independientes
  • Los índices de rechazo de los demócratas del Congreso y su líder Pelosi, claves

Ver también: Especial  elecciones legislativas EE.UU.

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Elecciones legislativas en Estados Unidos, un referéndum sobre la gestión de Obama

El Partido Republicano se encuentra en la víspera de lo que podría ser una victoria de magnitud desconocida en una generación. O así al menos lo ve Gallup, la empresa más antigua de encuestas de Estados Unidos, que le coloca con una distancia récord de hasta quince puntos sobre los demócratas en intención de voto.

Traducido a escaños, los republicanos ganarían de un plumazo 60 diputados que estaban en manos demócratas en los últimos cuatro años, en lo que sería el mayor cambio de manos en los últimos 65 años en unas elecciones legislativas.

El último seísmo político de este nivel fue el de 1994, cuando los demócratas perdieron 54 escaños en el Congreso. Entonces los republicanos les sacaban un 6% de voto entre los ‘votantes probables'

En realidad, los datos del resto de encuestas coinciden más con las cifras de hace quince años. Por ejemplo, la que han hecho conjuntamente la NBC y The Wall Street Journal habla de una distancia de seis puntos porcentuales, lo mismo que la de CBS con el New York Times y el Pew Research Center.

Otras, como las de Rasmussen, YouGov o CNN disparan la horquilla a los entre ocho y diez puntos, pero en realidad todas mantienen un mismo relato de las claves de la victoria republicana o- como muchos destacan- el castigo a los demócratas. Son éstas:

1. El ‘gap’ de entusiasmo

La mayoría de los sondeos coinciden en señalar que los demócratas y los republicanos están empatados en lo que denomina ‘votantes registrados’,  es decir, personas que están inscritas como votantes y que se declaran a favor de uno u otro partido.

Es más, muchos de ellos señalan que los demócratas superan a los republicanos en este criterio, aunque sea por una leve ventaja de entre uno o dos puntos.

Sin embargo, en unos comicios como los legislativos que tradicionalmente no han atraído a la atención del norteamericano medio, este criterio no es tan representativo como el de los “votantes probables”, es decir, los ciudadanos que no solo dicen que prefieren a un partido u otro, sino que aseguran que van a acudir a votar.

Por ejemplo, la encuesta de Pew señala que mientras los demócratas superan por un punto a los republicanos en voto registrado (43 por 42%), los republicanos les sacan seis puntos en votantes probables (48 por 42), en lo que es, a su juicio, la mayor diferencia entre una y otra medida en décadas.

2. La pérdida de la base independiente de los demócratas

Buena parte de la culpa de esta desventaja entre los votantes probables de los demócratas se debe a que los independientes que forjaron las victorias de 2006 y 2008 para los de Obama ahora se inclinan por los republicanos.

Por ejemplo, la encuesta de Pew señala que los independientes apoyan en un 45% a los republicanos frente a un 32% que se inclina por los demócratas, un dato que la encuesta de la NBC eleva a un 49% republicano frente a un 33% demócrata.

Paradójicamente, este proceso perjudica de facto a los votantes más centristas, porque los congresistas demócratas más afectados por las pérdidas serán probablemente los llamados blue dogs, o demócratas de derechas,  que perderán sus asientos frente a unos republicanos cada vez más radicalizados por el Tea Party.

3. La mayor movilización del electorado republicano

Es una constante que los votantes del partido que no está en el poder se movilicen en las legislativas más que las de su rival, aunque en este caso la diferencia se acerca a cifras récord.

Así, siete de cada diez votantes republicanos se describen a sí mismo como “intensamente interesados” en las elecciones, una cifra sensiblemente superior al 58% que dicen estar igual en el bando demócrata.

Además, seis de cada diez republicanos se declaran más entusiasmados que en otras ocasiones para votar frente a los cuatro de cada diez demócratas que también lo están.

Estos datos se complementan con otros igualmente preocupantes, especialmente tras el ‘fenómeno Obama’ en 2008: mientras los republicanos han conseguido que sus nichos de voto estén muy movilizados, la diferencia entre votantes registrados y votantes probables se dispara en aquellos sectores que suelen ser más difíciles de movilizar y que forman parte del núcleo del ‘Yes, we can’, es decir, jóvenes, minorías y personas con bajo nivel adquisitivo.

4. El sentimiento ‘antiestablishment’ que favorece al 'Tea Party'

En un sistema electoral como el estadounidense, donde los electores están identificados con su diputado o senador, que es elegido siguiendo un sistema de voto mayoritario y no proporcional, es llamativo el fuerte sentimiento de rechazo que hay entre los votantes a la persona que actualmente representa a su distrito.

Así, casi un tercio asegura que no le gustaría que su actual representante saliese reelegido mientras que más de la mitad asegura que no quiere que la mayoría de los miembros del Congreso vuelvan a ocupar sus escaños.

Este sentimiento se encuentra reflejado en el alto rechazo que genera la actividad del Congreso entre los estadounidenses, que solo la aprueban en un 20% frente al 74% que la desaprueba.

Es este sentimiento contrario a Washington el que impulsa también al 'Tea Party', que cuenta con el apoyo del 28% de los votantes registrados (de los que más del 90% son también votantes republicanos).

Así, casi seis de cada diez votantes potenciales del 'Tea Party' apoyaría que todos los miembros del Congreso fuesen sustituidos y un 30% considera que su voto es más un mensaje que el resultado de la elección de la mejor persona para el puesto.

Como señala Scott Rasmussen en The Wall Street Journalel rechazo no es contra un partido, sino contra un sistema o “mas precisamente, es un rechazo con una élite bipartidista que ha perdido el contacto con la gente que se supone que sirve”.

5. El factor Obama

Más de la mitad de los votantes consideran que estas elecciones tienen un carácter nacional y que es un referéndum sobre Barack Obama, pero eso no significa que la victoria republicana sea un rechazo absoluto al presidente de EE.UU.

Así, un 28% vota contra Obama, pero un 26% lo hace a favor.  Esta polarización es normal en las elecciones de mitad de mandato e incluso es menor que la que había en torno a Bush hace cuatro años: si ahora un 56% de los que votarán republicano dice que lo harán en contra del inquilino de la Casa Blanca, en 2006 un 65% de los que lo hicieron por los demócratas votaron contra Bush, según la encuesta de Pew.

De hecho, más que contra Obama el voto de este martes se dirige contra el rumbo al que lleva el país, como muestra la diferente valoración que hacen los estadounidenses de uno y otro elemento: mientras la diferencia entre los que aprueban y desaprueban a Obama se sitúa en apenas un 1%, la que hay entre los que dicen que el país va mal y los que creen que va bien se sitúa en el 33%.

Así, lo que revelan encuestas como la de la NBC es que un 63% de los votantes -entre ellos el 47% de los demócratas- quieren un cambio en la forma en la que Obama está liderando el país.

6. La caída de Pelosi

Esa misma encuesta revela otro dato más singular aún: más que castigar a Obama, los votantes quieren mandar una señal de atención a los demócratas.

Hay más republicanos que dicen votar contra Pelosi y los demócratas del Congreso que contra el propio Obama y la valoración de la primer mujer elegida Speaker de la Cámara de Representantes es de un 24% a favor y un 50% en contra, algo que baja más aún entre los independientes, donde solo un 8% la aprueba.

Por ello, la encuesta de la empresa Ipsos pronostica un batacazo de los demócratas en la Cámara de Representantes, pero indica que el partido de Obama puede conservar cierta esperanza en cuanto al Senado, donde podría lograr una victoria ajustada.

“No es una ola, es un cambio de marea y lo hemos estado viendo durante largo tiempo. Ha habido muchas señales de alarma en los últimos dos años pero los líderes demócratas las han ignorado. Al menos el capitán del Titanic intentó esquivar el iceberg, los líderes del Congreso fueron contra él”, resume Rasmussen.

7...Pero los republicanos no se deben confiar

Quizá lo más paradójico de la victoria republicana es que puede ser el comienzo de su derrota dentro de dos años.

Los datos de las encuestas señalan que el voto del martes es contra los demócratas pero no es ni mucho menos a favor de los republicanos.

Es más, su imagen es peor que la de los demócratas.  Así un 34% tienen una imagen favorable de ellos frente a un 41% que los rechaza mientras que los demócratas logran un 39% de apoyos frente a un 42% de rechazo,

“Sería inteligente para todos los republicanos recordar que su equipo no ganó sino que perdió el otro equipo. De camino a 2012, los votantes seguirán preparados para votar contra el partido que esté en el poder a no ser que se les dé una razón para no hacerlo”, advierte Rasmussen.