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Un paciente con parálisis facial recupera la sonrisa gracias a un músculo de la pierna

  • El paciente sufría una parálisis total del rostro que le imposibilitaba gesticular
  • Le han colocado un músculo nuevo en el rostro para aportarle movimiento
  • El cerebro asimilará la nueva función del músculo injertado de la pierna

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Un hombre ha vuelto a sonreír después de once años con parálisis facil por un tumor

Un paciente con parálisis facial ha recuperado la movilidad de la cara y ha vuelto a sonreír gracias a la implantación de un injerto de un músculo de la pierna

Dos intervenciones a cargo de un equipo de cirujanos plásticos de la Clínica Universitaria de Navarra ha conseguido que Isidoro Bejarano, guipuzcoano de 37 años, pueda recuperar la expresividad en la cara.

Isidoro acudió al médico cuando notó que al intentar hacer una fotografía no podía cerrar el ojo. En su peregrinaje médico le diagnosticaron un tumor situado en el tronco del encéfalo. La enfermedad le afectó al sistema nervioso, especialmente al equilibrio.

Los síntomas se fueron extendieron y empezaron a afectarle también al nervio facial, provocándole una parálisis total del rostro que le imposibilitaba gesticular.

Un músculo nuevo para el rostro

El director del departamento de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética del centro, Bernardo Hontanilla, encargado de la intervención, ha explicado que el enfermo tenía lesionado el nervio facial en ambos lados de la cara, y que "la única opción que teníamos era la de colocar un músculo nuevo en el rostro y aportarle otro nervio que se encargara de dar movimiento a ese músculo".

La cirugía de la cara consistió entonces en implantar un injerto muscular que hiciera las veces del músculo que permite sonreír, concretamente el músculo cigomático mayor, y "se trataba de colocarlo en el mismo ángulo de la sonrisa que tenía el paciente previamente".

El procedimiento quirúrgico se hizo en dos fases, una para cada lado de la cara, y consistió en tres procedimientos de microcirugía, de forma que mientras un equipo procedía a la extracción de un segmento del músculo gracilis de la pierna, cuyo injerto se trasplantaría después a la cara, el otro equipo preparaba el abordaje quirúrgico del rostro.

Una rehabilitación larga

"Cuando el paciente sonríe es como si hiciera un pequeño movimiento de mandíbula. Posteriormente, gracias a su plasticidad, el cerebro asimilará la nueva función del músculo injertado, que a partir de entonces será el encargado del movimiento de la sonrisa. Para conseguirlo el paciente deberá hacer rehabilitación", ha apuntado el cirujano.

Tras pasar por tres intervenciones y tras un año de rehabilitación el paciente se muestra muy satisfecho con el resultado final. " Estoy muy contento. Ahora si quiero reírme puedo reírme y antes no podía. Aunque todavía no puedo sonreír de una forma espontánea. Estoy en período de rehabilitación para conseguir mejorar la movilidad y gestualidad de la cara. Noto que poco a poco mejoro, día a día", comenta Isidoro.