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La supresión de las sanciones a Cuba, primer punto de fricción en el Consejo Europeo

  • La presidencia eslovena y la comisión, a favor de que se eliminen
  • Suecia y República Checa se oponen
  • Eslovaquia se convierte en el decimosexto país en adoptar el euro
  • El 'No' irlandés y la propuesta de Sarkozy sobre combustibles, temas estrella

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Cumbre en Bruselas

Los primeros motivos de discrepancia en el seno de la Unión Europea no vienen, como era de esperar, del 'No' irlandés al Tratado de Lisboa, sino de una isla del Atlántico mucho más cálida y occidental: Cuba.

Las recientes medidas de apertura económica por parte de Raúl Castro hacen defender al presidente de turno del Consejo europeo de Asuntos Exteriores, el esloveno Dimitrij Rupel, la eliminación de las sanciones a la isla, que se discutirá dentro de unas horas en la cena que mantendrán los jefes de Estado y de Gobierno esta noche.

"Está en el menú", ha confirmado Rupel, que considera que con las sanciones los países europeos "no ayudamos mucho" al proceso democratizador.

Esta posición la comparte la Comisión Europea, que en palabras de la comisaria de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero Waldner, se ha declarado a favor de acabar con el castigo a su llegada al Consejo.

"Vemos signos alentadores en Cuba, y creo que debemos dialogar con la sociedad civil y al mismo tiempo con las autoridades, para decirles claramente que queremos progresos y la liberación de más presos políticos", ha sostenido.

Rechazo de Suecia y República Checa

Sin embargo, puede que a la Europa 'oficial' se le atraganten los postres. El ministro sueco de Asuntos Exteriores ya ha dicho  que "Cuba es un régimen represivo, de lejos el peor de América Latina".

En la misma línea, la República Checa se ha pronunciado en contra, por lo que puede que esta medida se dilate en el tiempo, ya que las sanciones diplomáticas -aprobadas en 2003 y suspendidas en 2005-, deben retirarse por unanimidad.

El país que puede hacer desequilibrar la balanza es Alemania, cuya coalición de gobierno ha mostrado diferencias ideológicas internas sobre este asunto.

España, por el contrario, quiere trasladar a la Unión su propia política bilateral con Cuba, en virtud de la cual dialoga con las autoridades sobre todos los temas, incluidos los derechos humanos, para tratar de influir en la democratización del régimen.

Eslovaquia, en el euro

En lo que no hay división aparente es en la entrada de Eslovaquia en el euro a partir del próximo 1 de enero, convertiéndose en el decimosexto socio de la Unión Económica y Monetaria (UEM).

La incorporación de Eslovaquia al euro debe ser todavía aprobada formalmente por los ministros de Finanzas (Ecofin), que en su reunión del próximo 8 de julio también se encargarán de fijar el cambio definitivo de la corona eslovaca con el euro, tras recibir una propuesta del Banco Central Europeo.

'No' irlandés y precios del petróleo

Estos asuntos son meros entremeses ante lo que de verdad va a marcar esta cumbre: la forma en que se afrontará el 'No' irlandés al Tratado de Lisboa. Los ministros de Asuntos Exteriores de la UE ya pusieron las líneas básicas al adelantar que los procesos de ratificación seguirán adelante, deseo que ya se ha materializado en Reino Unido tras el visto bueno de la Cámara de los Lores.

Los líderes europeos intentarán presionar al resto de países que quedan por ratificar el tratado para que lo hagan, algo a lo que se resisten tanto la República Checa como el presidente polaco.

Por su parte, el primer ministro irlandés, Brian Cowen, ha reiterado en una rueda de prensa conjunta con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, que es "muy pronto" para volver a plantear un referéndum en su país sobre este asunto.

Además, queda por repartir las culpas por esta negativa al Tratado de Lisboa, que el presidente francés, Nicolás Sarkozy, ha achacado a la falta de reacción de Bruselas a la crisis alimentaria y a la subida del precio del crudo.

Por este motivo, llevará bajo el brazo una propuesta para bajar el IVA  a los carburantes, que ya ha sido rechazada por la mayoría de los estados miembros.