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Informe semanal ofrece este sábado un reportaje sobre el dilema que plantea en términos de seguridad y derecho internacional el retorno de los combatientes extranjeros de la organización terrorista del autodenominado Estado Islámico. Justo antes de que la pandemia, un equipo de TVE estuvo con dos de las yihadistas españolas del Daesh que, desde el final del autoproclamado califato, esperan en el Kurdistán sirio su retorno a España.

El Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) seguiría en el baúl de los recuerdos de no ser porque la portavoz del Partido Popular en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, decidió sacarlo para atacar al vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, cuyo padre militó en él. Pero, ¿qué fue el FRAP? Surgido de una escisión del PCE como respuesta a la deriva de la URSS y de la línea que marcaba Santiago Carrillo, se constituyó como una organización que no dudó a la hora de usar la violencia para derrocar al franquismo. Caracterizada por su fuerte discurso antiimperialista, por enlazar las luchas de la Segunda República y la Guerra Civil y que tomó la China de Mao y la Albania de Hoxha como referentes. Luis Zaragoza hace un repaso por la historia de esta organización en un nuevo episodio de En algún lugar del tiempo.

La detención del yihadista de Barcelona, hace diez días, se precipitó porque la Guardia Civil temía que en cualquier momento podría llevar a cabo un ataque con arma blanca. La radicalización ha aumentado durante el confinamiento, según han confirmado a TVE los responsables de la lucha antiterrorista en Policía Nacional y Guardia Civil. Es una de las consecuencias del confinamiento y el mayor tiempo conectado a internet que es aprovechado por los terroristas para captar nuevos adeptos.

El confinamiento ha modificado el calendario de estrenos. Entre ellos, de dos series: HBO retrasa ‘Patria’, basada en la novela de Fernando Aramburu y Movistar adelanta ‘La línea invisible’, que habla del origen de ETA.

Es un tema delicado, explica Luis Zaragoza, porque muchas veces intentar entender un fenómeno se confunde con justificarlo. Con él nos situamos en los años 60 para explicar qué llevó a los primeros militantes de ETA a cometer atentados.

El rey de España ha presidido junto al jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, el homenaje por el Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo, celebrado en la plaza de Trocadéro de París, en medio de la preocupación por la expansión del coronavirus, que hizo que las autoridades no se estrecharan la mano. Felipe VI, en su discurso, ha puesto en valor la memoria y ha propuesto que España, el próximo año, sea la sede de este acto.

La muerte en Alemania de once personas en un nuevo ataque ultra, entre ellas el propio autor de los disparos, que terminó suicidándose, ha reabierto el debate sobre los mensajes de odio, y el control de armas. Una localidad, Hanau, que sigue conmocionada, tras la que es una de las peores matanzas desde la Segunda Guerra Mundial. Algunos de los musulmanes que han perdido familiares y amigos en la matanza aseguran que no tienen miedo y cuentan que muchas de estas personas extremistas con ideas paranoicas y racistas salen a la calle alentados por mensajes de odio.

¿El reciente ataque terrorista de extrema derecha en Alemania es un fenómeno aislado o hay algo más detrás? Europa no tiene un enfoque común, ni una lista de organizaciones ni condenas comunes, ni una definición clara de este tipo de extremismo. Por tanto, no está preparada para luchar contra esos lobos fanáticos que se aprovechan de la impunidad de Internet, según Esteban Ibarra, activista de Derechos Humanos y secretario general del Consejo de Víctimas de Delitos de Odio.

Explica que hace falta una estrategia global que vaya más allá de las medidas policiales, que englobe la educación, Internet y por ejemplo el fútbol, que es el principal vivero de captación de los grupos ultras y radicales.

Sin un sistema de alertas en toda Europa, la juventud está ante un peligro real, insiste, porque están reclutando a jóvenes de 15 años, dándoles formación en acciones casi paramilitares en montañas donde se les entrena. Ibarra asegura que esto está pasando en Europa y que los políticos miran a otro lado.

El de Hassau es el último de una lista cada vez más larga de ataques xenófobos. Según el Índice de Terrorismo Global, los crímenes de extrema derecha se han disparado en los últimos 5 años en Europa, América del Norte y Oceanía. Y lo más preocupante, cada vez son más letales. Un fenómeno que Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso ha analizado con Francisco Veiga, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona y co-autor del ensayo "Patriotas Indignados" (Alianza).

El expresidente del Partido Popular en Guipúzcoa, Borja Sémper, ha colgado en su cuenta de Twitter un informe policial que demostraba que se había librado de un atentado mortal a manos de la banda terrorista ETA por faltar un día a clase. El hijo de una víctima del grupo terrorista es quien le ha enviado el documento, donde aparecían otros objetivos de ETA. Sémper tenía 21 años por entonces, pero podría no haber cumplido más.

El doble atentado que ha costado la vida a 10 personas en Hanau (Alemania) ha vuelto a hacer sonar las alarmas en ese país sobre el peligro del terrorismo de extrema derecha.

La Fiscalía federal investiga como un delito de terrorismo xenófobo el tiroteo contra dos bares de shisha en la esa localidad del estado de Hesse. Muchas de las víctimas eran inmigrantes. El sospechoso, Tobías R., mató posteriormente a su madre y luego se suicidó, según la primera hipótesis de la investigación.

"El racismo es veneno", ha asegurado la canciller, Angela Merkel, al condenar el atentado. Merkel, en una breve comparecencia convocada de urgencia, ha señalado que, con los actuales indicios, el autor de la matanza actuó movido por ideas "ultraderechistas" y "racistas", por "odio contra personas de otro origen, de otra religión u de otra apariencia". La canciller ha reiterado que su Gobierno hace distingos entre los ciudadanos cualquiera que sea su origen o religión.