Enlaces accesibilidad
arriba Ir arriba

TVE es uno de los pocos medios que está informando desde dentro de Afganistán. En Kabul han podido presenciar las aglomeraciones de gente en los bancos y la vuelta al trabajo de los hombres únicamente. Los talibanes han dicho que no permitirán que el país sea plataforma de terroristas y miran a Rusia y a China, dos potencias con intereses en Afganistán, económicos y de seguridad. [Consulta nuestro especial: 20 años del 11-S]

Foto: Un control talibán en una calle de Kabul (EFE/EPA/STRINGER)

En Afganistán no hay ninguna conmemoración especial por el 11-S, pero la sociedad se encuentra dividida en sus opiniones: por un lado han sido 20 años de corrupción política, por otro, la sociedad ha testado la democracia y ha avanzado en derechos. Dos décadas después de los atentados que propiciaron la guerra contra los talibanes y el terrorismo islamista, los extremistas han vuelto al poder anclados en el pasado. Foto: EFE/EPA/STRINGER

Plena guerra de Afganistán y un general confiesa "No sabíamos qué estábamos haciendo". "No había ninguna estrategia", alerta un funcionario. "Las cifras siempre se manipulaban", cuenta otro. Una agencia federal los entrevistó, habló con cientos de militares, diplomáticos y asesores para entender qué fallaba en Afganistán.

[Especial: 20 aniversario del 11-S]

FOTO: Una bandera estadounidense cuelga de la fachada del Pentágono durante los actos en memoria del 20 aniversario del 11-S. REUTERS/Al Drago.

En un parque de Kabul, la preocupación es sobrevivirMás de 200 familias viven con lo puesto, huyeron cuando avanzaba la ofensiva de los talibanes que finalmente les llevó a tomar Kabul. Hoy están sin futuro, sin ayuda y con quienes les amenazaban, en el poder.

Islamudin, de 42 años trabajaba de policía para el anterior gobierno y resultó herido en Humruz. "No tenemos agua ni techo, nadie nos presta ayuda", se lamenta.

Expolicías, exmilitares, civiles que huían de los combates: el parque es un cajón de sastre.

Bibigol vino de la provincia de Tajar. Usaba burka antes de la llegada de los talibanes, pero el nuevo régimen le da pavor. "Los niños enferman, no tenemos medicamentos", se queja esta madre de cinco hijos.

Poco después de la entrevista una patrulla de talibanes irrumpe en el parque. Piden nuestros permisos, se los mostramos, pero aun así nos echan. Y nos advierten: que sea la última vez que firmamos a las mujeres.

Foto: EFE/EPA

Roger Pardo, subsecretario adjunto de Defensa cuando se produjeron los ataques del 11-S tenía su despacho en la zona donde se estrelló el avión del Pentágono. “La nariz del avión quedó en lo que era mi despacho”. Nos ha contado cómo pasó todo, qué sintió en aquellos primeros momentos y cómo se gestionó la tragedia desde la Administración Bush. Desde el primer momento, asegura, tuvieron claro que el autor de los ataques era Al Qaeda. Pardo mira ahora con tristeza el papel que está jugando su país desde la retirada de las tropas de Afganistán y la llegada de los talibanes: “Estados Unidos ha perdido su credibilidad en el mundo (…) Los talibanes saben que nos tienen arrinconados psicológicamente”.

Un equipo de TVE, con el enviado especial Luis Pérez, se encuentra ya en Kabul, capital de Afganistán. Han llegado desde Jalalabad, donde el caos típico del centro de la ciudada daba un aire de normalidad.

Sin embargo, en el principal núcleo urbano del este de Afganistán, los detalles cuentan. Hay poquísimas mujeres en la calle y todas con burqa. Los niños intentan ganarse la vida vendiendo banderas del Emirato, pero ni siquiera los milicanos las compran. Los talibanes se pasean con vehículos arrebatadasos a la policía, el Ejército afgano e incluso del estadounidense.

La ruta de Jalalabad a Kabul está plagada de controles militares. Los talibanes revisan sin mucho orden ni entusiasmo los coches, no hay interrogatorios profundos. La presencia de talibanes armados aumenta según se avanza hacia Kabul. 180 km y 5 horas después, otro control da la bienvenida a quienes cruzan las puertas de la capital de lo que hoy es el Emirato Islámico de Afganistán.

Los talibanes insisten en que el país va a ofrecer seguridad, orden y estabilidad, y que no van a alojar a terroristas. Buscan el reconocimiento internacional para recibir la ayuda humanitaria que recibía el anterior gobierno, y que ahora está paralizada. La ONU advierte que el 97% de la población se expone a la pobreza a mediados de 2022 si la actual crisis no se supera.

Foto: Controles de los talibanes en Kabul. EFE/EPA/Colaborador

Un equipo de TVE, con el enviado especial Luis Pérez, ha entrado en al Afganistán de los talibanes tras un largo viaje desde Pakistán.

Las guardia talibán y paquistaní están separadas apenas cuatro metros en el paso fronterizo de Torkham, donde la bandera del Emirato ondea desde hace tres semanas. Es el final del territorio Pakistan e inicio del Emirato Islámico de Afganistán. El movimiento de camiones de mercancías contrasta con las familias afganas que quieren huir y que llevan días chocando con la negativa de Pakistán. Islamabad no quiere un refugiado afgano más al otro lado de la frontera.

Para llegar al Emirato hace falta un salvoconducto de los talibanes. Para que el equipo de TVE pudiera rodar, hizo falta una larga conversación a media tarde con los mandos de la zona. "El pueblo de Afganistán y la comunidad internacional pueden esperar seguridad y orden del nuevo gobierno", afirma tajante el jefe de las tropas de frontera. 20 años después de ser desalojados del poder por la invasión de Estados Unidos, no quieren cometer los mismos errores. Asegura que Afganistán no será otra vez refugio de grupos terroristas.

Sobre la situación de la mujer, se remite a la sharia, la ley islámica. "Sus derechos están protegidos", asegura, así que todo depende, para variar, de la interpretación que hagan los talibanes.

Foto: Paso fronterizo de Torkham. REUTERS/Gibran Peshimam