Juan Lobato. La tensión entre deber ético y lealtad política
La conversación de la serie sobre memoria y retos de España tiene esta vez como protagonista a un joven político, técnico de Hacienda del Estado, que además de una sólida formación acumula ya una intensa experiencia como militante y como dirigente de partido, en este caso el PSOE. Se trata de Juan Lobato (Madrid, 1984), que fue líder de los socialistas madrileños entre 2021 y 2024, en que dimitió. Fue a consecuencia de un duro conflicto con la dirección federal de su organización, tras haber registrado ante notario documentación relativa a una conversación mantenida con un alto cargo de Moncloa. El acta notarial recogió que Lobato recibió por esta vía información relacionada con la pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por cuya filtración acabó procesado el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz. El entonces líder del PSOE en Madrid no utilizó textualmente esa información en su intervención en la Asamblea de Madrid, dudando de la legalidad de emplearla en un debate público, por su carácter reservado sobre la posible conducta delictiva de un contribuyente. Tanto o más que los detalles del choque político y la polémica que llevó a su dimisión nos interesan las conclusiones de nuestro invitado sobre el funcionamiento de la democracia interna de los partidos, y su criterio sobre el deber de lealtad a las ideas y los intereses de la formación política en que se milita, en su caso con un cargo de especial relevancia y responsabilidad. Hablamos asimismo sobre la tensión entre poderes del Estado –el ejecutivo y el judicial-, sobre el poder de los jueces y la repercusión de sus decisiones en el curso de la vida política. También sobre cómo gestionan las administraciones el dinero público y sus vías de ingresos, lo que incluye el debate entre comunidades como Cataluña y Madrid sobre sus respectivas estrategias en materia financiera y fiscal. Juan Lobato es en la actualidad senador y diputado autonómico, lo que le permite seguir en la vida pública sin descartar expectativas para un futuro por ahora imprevisible e inconcreto.
La hora de la 1
