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El barro y las heces inundan el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, donde se hacina casi el triple de gente que admite un recinto diseñado para acoger a 3.000 personas. Las pésimas condiciones de salubridad y violencia hacen que la salud física y la mental de 1.500 niños y 7.000 adultos estén rozando el abismo. Uno de los efectos más alarmantes es el registro de casos de intentos de suicidio en niños de 4, 6 u 8 años. Personas como Idoia Moreno, coordinadora de la clínica pediátrica que Médicos Sin Fronteras tiene en el exterior del campo de Moria, se dedican a velar como pueden por la salud de estas personas. Idoia nos explica cuáles son las condiciones del campo y hace una única petición urgente y determinante: que la Unión saque a esas personas de allí cuanto antes.

Más de la mitad de los 200.000 desplazados de Sudán del Sur viven en este campo de protección de civiles de la ONU. Sin embargo, el hacinamiento, la violencia y enfermedades como la tuberculosis y la malaria hacen de las condiciones de vida no sean mucho mejores que las que hay en medio del conflicto.

En diciembre de 2013 estalló una guerra civil en Sudán del Sur. Huyendo por sus vidas, muchas personas se refugiaron en los llamados "Centros de Protección de Civiles" o PoC. El de Bentiu, el más grande, alberga a unas 115.000 personas. Estos lugares fueron pensados para ser temporales, y sufren los problemas de la sobrepoblación, la violencia y las enfermedades, muchas de ellas derivadas de la precariedad de las condiciones de vida.