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El verdadero aspecto de los vikingos: ni pieles, ni cueros, ni tatuajes. La manipulación histórica de su imagen.

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El verdadero aspecto de los vikingos: ni pieles, ni cueros, ni tatuajes.

Si nos imaginamos a un vikingo, probablemente pensemos en cascos con cuernos, ropas de cuero, tatuajes, mucho maquillaje o barbas y peinados imposibles. Sin embargo, según cuenta la historiadora Laia San José en El Condensador de Fluzo, esta imagen es un mito, ya que hoy, mucho de lo que a nivel estético mucha gente considera “vikingo”, en realidad, no lo es.

Es cierto que tanto hombres como mujeres habrían estado bastante musculados, pero también ajados debido al duro trabajo físico que las condiciones de vida de norte exigían. Por otro lado, los últimos estudios de ADN apuntan a vikingos que no tenían necesariamente ascendencia escandinava o que eran morenos, bajitos y de tez más oscura. Por eso, en El Condensador de Fluzo nos preguntamos: ¿de dónde proviene la imagen de los vikingos totalmente homogéneos, rubios, blancos y de ojos claros?

Laia San José explica que fue un diplomático árabe, Ahmad Ibn Fadlan, quien en el año 921 se topó con un grupo de vikingos de la zona del Volga y escribió que nunca había visto “ejemplares físicos más perfectos, altos como palmeras datileras, rubios y de complexión rubicunda”, además de que “cada hombre tiene un hacha, una espada y un cuchillo y no se separa de ellos en ningún momento”.

Probablemente, aclara la historiadora, lo que ocurrió fue que Ahmad Ibn Fadlan se encontró con guerreros profesionales, pues lo cierto es que tanto las costumbres como la apariencia de los vikingos variaron a lo largo del tiempo debido a su actividad comercial y guerrera, lo cual implicaba constantes intercambios culturales y personales.

Vestimenta

Comenzando por la vestimenta, Laia San José nos cuenta que les gustaban los bordados y las sedas de colores llamativos como el amarillo, el rojo o el azul, pigmentos que importaban de oriente. De hecho, tenían tablas de planchar, fabricadas a partir de hueso de ballena y un cristal como pulidora. Además, se adornaban con joyas y accesorios tales como collares de cuentas de cristal de roca, ámbar y cornalina de múltiples formas y colores. También de broches y fíbulas como anillos, brazaletes y cadenas, algunos muy exagerados. Incluso reconvertían en joyas sus botines de saqueo, como monedas árabes o piezas de libros eclesiásticos que posteriormente se usaban como broches o hebillas de cinturón.

En cuanto al pelo, sabemos por cronistas árabes y anglosajones que los vikingos se aseaban diariamente, lo que incluía peinarse y acicalarse la barba. Y la arqueología lo corrobora con la cantidad ingente de peines que se han encontrado en yacimientos arqueológicos tanto en ajuares de hombres como de mujeres. La iconografía nos muestra bigotes curvados y cabello largo recogido en el cuello, pelos lisos hasta los hombros con perillas cuidadas y recortadas o cabezas rapadas con dos mechones largos junto a las orejas, como puede verse en el Tapiz de Bayeux. Por lo que respecta a las mujeres, nos encontramos con recogidos en una coleta larga anudada, trenzas gruesas o moños bajos.

Tatuajes

Si volvemos a los textos de Ibn Fadlan, en ellos nos dice que todos los hombres iban cubiertos de líneas y dibujos verde oscuro de cabeza a pies. Y aunque tenemos descripciones de cuerpos pintados o tatuados que hicieron historiadores romanos como Tácito o Dion Casio de algunas tribus germánicas, no tenemos pruebas tan claras en el caso de los vikingos. De hecho, lo que hoy llamamos símbolos vikingos suelen corresponderse con dibujos que aparecen en libros de magia islandeses muy posteriores al periodo vikingo.

Los dientes

Por último, algo sorprendente es que, en algunos cementerios vikingos, entre el 5 y el 10% de los hombres tenían marcas horizontales en los incisivos que habrían estado pintadas de color rojizo.

Lamentablemente, solo tenemos hipótesis sobre qué significaban. Tratándose de esqueletos de hombres menores de 40 años, podrían ser guerreros o comerciantes, pues muchos de estos cementerios están situados en puertos comerciales. También es posible que indicaran logros: los mares que habían surcado, los enemigos muertos, un determinado rango conseguido. O quizás fuera simplemente un elemento estético propio o que importaron de otras culturas que conocieron.