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La Matemática del Espejo

José Sacristán y las dos peores "collejas" que le ha dado la vida

  • El actor ha recordado junto a Carlos del Amor los dos peores momentos de su vida
  • También le tocó en varias ocasiones ir a visitar a su padre a la cárcel

José Sacristán pasó del destierro a hijo predilecto en Chinchón

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Pepe Sacristán recuerda en 'La Matemática del Espejo' los dos peores momentos de su vida
Pepe Sacristán recuerda en 'La Matemática del Espejo' los dos peores momentos de su vida

La vida de José Sacristán, goya de honor 2022, no ha sido nada fácil. De crío fue desterrado de su Chinchón natal junto a su familia, tuvo que ir a ver a su padre a la cárcel en varias ocasiones, pasó hambre durante años (llegando incluso a tener que alimentarse del atrezo que ponían en los sets de rodaje) … No fue hasta que tuvo 31 años cuando pudo comprarse una casa, la primera en la que tuvo un baño y ducha con agua caliente… Sin embargo, todos esos sinsabores no se pueden comparar con dos que han marcado su vida: “La muerte de la Nati, mi madre, y la muerte de la Teresa, mi hermana. Estas dos collejas sí han sido jodidas”, confiesa el actor en La Matemática del Espejo.

La Nati, mi madre, era la que me ayudaba y estaba más o menos al tanto de cómo este imbécil, que era yo, de pronto quería ser Tyrone Power

“Cuando se le dio tierra a mi madre, me tuvieron que trincar porque me tiré al hoyo”

Apenas tenía 77 años cuando el cáncer se llevó a la madre de José Sacristán: “No me cabía en la cabeza que hubiera muerto”. Según Pepe, ha sido una de las peores collejas que le ha dado la vida, pues en ese instante se fue para siempre la persona que le echaba los primeros capotazos en esto de ser actor, aquella que le alegraba los días con fandanguillos y medias granadinas: “La Nati era casi un tópico, el cobijo… Y luego, además, la puñetera, cantaba muy bien”.

Fue tan duro para Pepe tener que despedirse de ella, que el actor le ha confesado a Carlos del Amor en La Matemática del Espejo, que el día que la enterraron se tiró al hoyo junto al ataúd: “Me tuvieron que trincar”. Y es que la Nati era su aliada y su júbilo, la persona que más entendió sus inquietudes y con quien se sentía a salvo: “La cómplice de mi sueño fue mi madre. La que me ayudaba y estaba más o menos al tanto de cómo este imbécil, que era yo, de pronto quería ser Tyrone Power. La mujer, si podía colaborar en el sueño, colaboraba.”

Otro de los varapalos que la dado la vida a Pepe Sacristán fue la muerte de su hermana Teresa. En ella el cáncer también hizo mella y le arrebató la vida con tan solo 46 años. El actor fue incapaz de entender por qué tuvo que marcharse. Hoy la recuerda como una de las personas más buenas que han pasado por su vida.

Nada de lo que ha venido antes (o después) ha sido tan duro para Pepe como esas dos pérdidas: “Ha habido tropiezos dolorosos y desencuentros, pero bueno, se han ido manejando”.

“Fui varias veces a visitar a mi padre a la cárcel”

Su padre, el Venancio, ha sido otro de los protagonistas de la vida de Pepe Sacristán. Éste nos dejó a los 93 años, por eso no fue tan duro para el actor tener que decirle adiós. Sin embargo, junto a él también ha pasado momentos muy dolorosos; entre ellos, le ha tocado ir en varias ocasiones a visitarle a prisión a causa de sus ideales políticos: “Estuvo primero en un campo de concentración en Toledo y mi madre me llevó allí a verle. Y luego a Ocaña, pero estuvo en varios sitios, y cuando salió, lo desterraron y hubo que trasladarse a Madrid, a una habitación con derecho a cocina”.

Cuando les desterraron de Chinchón, Pepe tenía 6 años, pero se acuerda perfectamente de su llegada a la capital: “Fue el terror”. En una misma habitación tenían que dormir él, su padre, su madre, su hermana y, en verano, su abuela. Además, compartían el piso con un matrimonio. En general, tuvo una infancia complicada que le sirvió como advertencia para su futuro: “Lo normal era que tú llegaras al grifo y no saliera agua, y un día salió agua, y otro día salió hasta caliente… Entonces cuidado, porque puede ocurrir que vuelvas al grifo y no vuelva a salir. Hay que estar precavido en esto. Esa precaución te la da el haber crecido teniendo que vencer alguna que otra dificultad.”.

Del destierro a hijo predilecto en Chinchón

Es curioso cómo a Pepe le destierran de Chinchón de niño y de mayor le hacen hijo predilecto. Pero, lo más sorprendente de todo es que el alcalde que le otorgó el título era el hijo del que denunció a su padre y por el cuál le metieron en la cárcel: “Pero bueno, es una anécdota que ya ha pasado tanto tiempo… Ya tengo mi placa en mi teatro Lope de Vega, el reconocimiento de mi pueblo. Entonces, fue un pequeño tropiezo que se dio en su momento, pero ya se ha salvado”.

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