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Más allá de 2001: Odiseas de la Inteligencia

Emisión 4 de febrero de 2019 · La 2

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Metrópolis - Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia

2001: una odisea en el espacio de Stanley Kubrick fue mucho más que una película de ciencia ficción. Adelantada a su tiempo, mostraba, en 1968, infinitas posibilidades que sólo unos pocos podían soñar en relación a la inteligencia artificial. Hoy en día, la ciencia nos demuestra que algunas de esas cuestiones que Kubrick vaticinaba para un futuro, son ya una realidad.

Alabada, criticada, y en muchas ocasiones, incomprendida, se ha convertido en un referente de la ciencia ficción moderna y, de manera profética, planteaba algunas de las preocupaciones de la sociedad actual, a nivel científico, tecnológico y social.

Estas teorías, junto a su magistral puesta en escena, sirven como hilo conductor de “Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia”, la exposición comisariada por Claudia Giannetti en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid, que explora la inteligencia humana y su relación con la inteligencia artificial.

El despertar de la inteligencia

Más allá de 2001: Odiseas de la inteligencia, al igual que el film de Kubrick, se divide en tres ejes temáticos bien diferenciados que plantean un recorrido circular desde el despertar de la inteligencia humana, pasando por la inteligencia artificial, para acabar en las posibilidades del futuro de ambas inteligencias; respondiendo a su vez, a las grandes preguntas que se ha hecho siempre el ser humano: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?

En esta primera parte, se explora el origen de la inteligencia y los múltiples interrogantes que aún siguen sin resolver acerca de este interesante periodo histórico. La obra A Ω (Mat Collishaw, 2016) da la bienvenida a modo de introducción. Con una clara referencia a Kubrick, la imagen de un chimpancé explora con un palo el objeto extraño que resulta ser el objetivo de la cámara que lo registra. Esta imagen se superpone a la de un cráneo humano dentro de un casco de astronauta. Así, Collishaw condensa en una sola pieza toda la esencia de la película, donde el pasado y el futuro de alguna forma se superponen e introducen la pregunta que lanzaba Nietzsche “¿Qué es el mono para el ser humano?” en Así habló Zarathustra (1883-1885), una de las piezas fundamentales en las que se inspira el film junto a otras como La Odisea (Homero, S.VIII a.C. – S.VII a.C.) o The Sentinel (Arthur C. Clarke, 1948).

Al igual que 2001: Una odisea del espacio presenta en su primer capítulo la evolución del homínido que descubre la herramienta y, más adelante, el arma, la muestra presenta algunos de los hitos que han marcado el estudio y las teorías sobre el desarrollo de la inteligencia. Vemos aquí algunos objetos de la Prehistoria que ya evidencian una intencionalidad (y por tanto cierto desarrollo del intelecto y la mente) como el cráneo preneandertal conocido como ‘Miguelón’ (encontrado en la Sima de los Huesos, Atapuerca, en 1992) en el que se registra un traumatismo provocado por un arma; junto a algunas herramientas prehistóricas como bifaces o puntas de flecha, y pinturas rupestres con escenas de lucha. Estos objetos se encuadran junto a una réplica de la bomba atómica (Modelo B61-12), estableciendo un salto temporal y un paralelismo entre el arma prehistórico y el arma actual, como ya hiciera Kubrick en 2001.

Siguiendo este recorrido por el origen de la inteligencia, aparece la figura del árbol, como ese símbolo de conocimiento universal, que a su vez sirve de representación del funcionamiento de la mente humana, como se puede ver en los apuntes de Charles Darwin y su “Árbol de la vida” (1859), “El Árbol de la Evolución Humana” de Ernst Haeckel (1874); las fotografías y dibujos que llevaron a Ramón y Cajal a desarrollar la Teoría Neuronal (1888), o, más recientemente, los Bosques de Neuronas (2018) de Alv-Alv & Gerson Aguerri.

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En el Universo de la Inteligencia Artificial

En el segundo capítulo de la película, Kubrick nos presenta a HAL9000, la expresión máxima de la inteligencia artificial fuerte o general, un superordenador que tiene todas las capacidades pensables y que controla la nave Discovery1 (cuyo interior se reproduce en El Problema de los vuelos espaciales de Norbert Schoerner, 2016, presente en la exposición). Este personaje nos introduce en un interesante viaje a través del desarrollo de la inteligencia artificial (IA) comenzando por las primeras teorías y postulados elaborados por Leonardo Torres Quevedo y Alan M. Turing que se cuestionaron, ya en 1950 “¿Puede pensar una máquina?”.

Uno de los primeros ejemplos de IA es El Ajedrecista de Torres Quevedo (1912), el primer autómata electromecánico capaz de jugar y ganar partidas de ajedrez muy sencillas, sin mediar intervención humana. Posiblemente este hito histórico fuera el que inspiró a Kubrick para incluir esta funcionalidad en HAL, que, en una escena de la película, ganaba al astronauta Frank sin ninguna dificultad, cosa que no sucedió realmente hasta 1997, cuando el ordenador IBM Deep Blue venció al campeón mundial de ajedrez Garry Kaspárov. Actualmente programas informáticos como AlphaGo (que ganó al campeón Lee Sedol en 2016) utilizan redes neuronales artificiales que imitan el funcionamiento de las neuronas biológicas y aplican técnicas de aprendizaje automático a partir de datos observados para desarrollar el juego.

Este avance en la IA nos hace llegar a la siguiente pregunta, ¿puede ser creativa la IA? Algunos ejemplos han demostrado que, si bien algunas tecnologías pueden imitar determinadas capacidades humanas a nivel artístico, no es capaz de ser creativa por sí misma, siendo ésta una capacidad exclusiva del ser humano. Las máquinas, siguiendo algoritmos, pueden reproducir un estilo dado, pero no tener iniciativa o intención artística. Así, en el campo de las artes plásticas, The Next Rembrandt (2015) imita el estilo de Rembrandt a partir del análisis de las pinturas del maestro para crear una obra nueva emulando su estética. Por su parte, Human Study #1, RNP-XIV .a & RNP-XIV .b, la instalación robótica creada por Patrick Tresset en 2011, consigue realizar un dibujo al natural analizando los parámetros de un modelo e interpretándolos imitando el gesto de un artista cuando pinta. En el terreno musical encontramos también algunos ejemplos que reproducen piezas al estilo de grandes compositores como Deep Bach (2016) o el compositor virtual IAMUS COMPUTER (Alphard, 2012). Ya en 1965, el joven Raymond Kurzweil interpretaba al piano en un programa de televisión (I’ve got a secret, CBS, EEUU) una composición que había creado un ordenador con una tecnología desarrollada por él mismo.

El lenguaje es otra de las capacidades definitorias del ser humano, y otro de los desafíos de los sistemas de IA. La conocida Prueba de Turing permitía a una máquina hacerse pasar por una persona, sin embargo, algunos condicionantes de la comunicación como el contexto, la interpretación de las frases o el sentido común, son cualidades que sólo el humano puede reconocer. Hoy en día hay algunos sistemas de IA que pueden escribir textos con sentido, o incluso poesía utilizando complejos recursos retóricos planteando, en algunos casos, dudas de su autoría. El superordenador HAL que Kubrick ideó, sí tenía esas cualidades, podía hablar, reconocer imágenes, e incluso fue dotada con la capacidad de leer los labios, interpretar, deducir y tomar decisiones.

En la actualidad, uno de los focos del debate está precisamente en esta capacidad de tomar decisiones de forma autónoma que adelantaba Kubrick para los sistemas de IA, más concretamente en la legitimidad de la toma de decisiones arriesgadas o letales en el ámbito militar, a través de las armas autónomas o los robots soldados, como refleja la pieza Ataque Militar de Drones UAV de Alv-Alv & Gerson Aguerri (2018), evidencia de las aplicaciones negativas de estas tecnologías y sus consecuencias.

La pieza FLASH CRASH de Daito Manabe (2018) pone en relieve esos aspectos más peligrosos que rodean los sistemas de IA en diferentes ámbitos como provocar un crash económico en la Bolsa, cosa que sucedió en 2016 a causa de un ‘fallo en el sistema’.

La privacidad es otra de las preocupaciones de la sociedad actual en referencia a las máquinas dominadas por IA. Los sistemas de reconocimiento de expresiones faciales están despertando gran interés con el fin de clasificar e interpretar las emociones humanas a través de un sistema de aprendizaje profundo, como presenta la instalación del colectivo www.3dinteractivo.com (Ana Marcos y Alfonso Villanueva) titulada DATA | ERGO SUM, que traduce en datos los 20.000 parámetros que registra el ojo panóptico en tan solo 20 segundos. Este bigdata personal es tratado por algoritmos de IA que interpretan la información en bruto añadiendo capas de valor como las seis emociones que el psicólogo Paul Ekman definió como básicas en su estudio sobre expresiones faciales. En El Próximo Nivel de Vigilancia: China adopta el reconocimiento facial (Paolo Bosonin, Daniel Epstein y Josh Chin, 2017), se muestra cómo China pretende instalar, hasta 2020, unos 262 millones de cámaras de videovigilancia con sistemas de IA y reconocimiento facial vinculadas a una base de datos que permitan la identificación del mayor número de individuos.

El futuro de las inteligencias y más allá del infinito

Termina el recorrido por la Más allá de 2001: Odiseas de la Inteligencia con una visión hacia el futuro incierto de la inteligencia artificial, la inteligencia humana y la relación entre ambas. La instalación MUTUAL WAVES MACHINE (2013-2018), de Suzanne Dikker y Matthias Oostrik, en colaboración con Peter Burr, Pandelis Diamantides y Diedrick Schoorl, investiga la posibilidad de ampliar las interconexiones humanas a través de algoritmos neurocientíficos. Mutual Waves permite valorar el grado de conexión y sincronía entre dos personas midiendo sus ondas cerebrales con un dispositivo de EEG (electroencefalografía). Y ésta es sólo una de las posibilidades en las que se investiga actualmente y que marcan el rumbo del futuro de la inteligencia artificial y sus posibles aplicaciones en diferentes ámbitos del conocimiento.

Esta incertidumbre obviamente plantea más interrogantes que respuestas. Conocemos aquí la opinión de algunos expertos como PABLO RODRÍGUEZ, Director Ejecutivo de Telefónica Innovation Alpha, JAVIER DE FELIPE, Profesor de Investigación en el Instituto Cajal (CSIC) / Dir. Proyecto Caja Blue Brain y RAMÓN LÓPEZ DE MÁNTARAS, Director del Instituto de Investigación en IA del CSIC (IIIA), que trabajan en diferentes campos de investigación y experimentación, y que hablarán sobre el devenir de la IA en un futuro más o menos cercano. Todos coinciden en que los sistemas de IA están en una fase de desarrollo que da algunas pistas de la orientación de los avances en ciencia y tecnología hacia la inteligencia artificial fuerte o general, pero se desconocen aún los tiempos o lo que puede suceder realmente. ¿Podrá en un futuro la inteligencia artificial superar a la inteligencia humana?

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MÁS ALLÁ DE 2001: ODISEAS DE LA INTELIGENCIA

Hasta el 21 de febrero de 2019

Espacio Fundación Telefónica (Madrid)