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En Portada. "Hijos de la guerra atómica"

  • Viajamos al Este de Kazajistán, al epicentro de las pruebas nucleares soviéticas
  • En la zona conocida como El Polígono se detonaron casi 500 bombas atómicas
  • Dos décadas después del fin de los ensayos, éstos se siguen cobrando víctimas
  • El eje del reportaje es la historia de Berik Syzdikov, afectado por la radiación
  • Hijos de la guerra atómica se estrenó el 19 de septiembre en La 2

Por
En Portada - Hijos de la guerra atómica

FICHA TÉCNICA

Guión: Carlos Franganillo

Realización: Miguel Ángel Viñas

Imagen: Iván Makarov

Producción: Karina Arutyunova

Han pasado más de 20 años desde el fin de las pruebas nucleares en el Este de Kazajistán pero allí la Guerra Fría y la carrera atómica seguirán cobrándose víctimas durante generaciones. Víctimas como Berik Syzdikovcuya historia sirve de hilo conductor a Hijos de la guerra atómica, el reportaje de En Portada que estrenamos el 19 de septiembre en La 2 de TVE.

La historia de Berik

Encontrarnos con Berik fue como ver a un viejo conocido. Durante meses el equipo se había familiarizado con él a través de fotografías. Hablábamos cada cierto tiempo por teléfono, preparando nuestro plan de rodaje. Le descubrí gracias al trabajo del fotoperiodista Ed Ou, cuando me documentaba para viajar al Este de Kazajistán.

Los tumores ocultaron los ojos de Berik desde que era un bebé

En su reportaje encontré 5 imágenes que mostraban a un joven con la cara horriblemente deformada. Los tumores habían ocultado sus ojos desde que era un bebé, después de que su madre estuviera expuesta a altos niveles de radiación nuclear durante el embarazo. Ahora Berik recibía una indemnización mensual del Estado kazajo. Apenas 300 euros para que él y su madre pudieran vivir al día en un bloque destartalado de viviendas de un suburbio de Semey.

Su historia era una más entre las de decenas de miles de habitantes de la región que vivieron junto al Polígono, el mayor campo de pruebas atómicas de la URSS. Entre los años 40 y 80, allí estallaron unas 500 bombas y, en ocasiones, crearon nubes radiactivas que, convertidas en lluvia, contaminaron lo que encontraron a su paso.

Ocultación y consecuencias del sueño nuclear de la URSS

Las autoridades soviéticas decidieron ocultar los efectos en la población. Explicaron la alta frecuencia de problemas de tiroides, cánceres y malformaciones aludiendo a la sobreexposición al sol y a una alimentación pobre, pero los médicos sabían que eso no era cierto.

Las autoridades soviéticas decidieron ocultar los efectos en la población

El doctor Boris Gusev empezó a trabajar en la zona durante los años 50, recorriendo las aldeas y tratando a los enfermos. Hoy dirige el Instituto de Radiología de Semey, donde los afectados por la radiación acuden una semana al año para tratarse y someterse a revisiones médicas. La mayoría presentan alteraciones nerviosas y problemas en el aparato digestivo o en el tiroides y entre los pacientes hay algunos ancianos que recuerdan las pruebas atómicas con precisión.

Los soldados soviéticos les ordenaban salir de sus casas para evitar pérdidas humanas, en caso de que la onda expansiva derribase alguna vivienda. Desde la calle observaban un enorme resplandor, seguido de un estruendo. Unos minutos más tarde recibían permiso para regresar a sus casas, se hacía inventario de los desperfectos y volvían a la rutina.

Aquellas gentes sencillas, dedicadas a la agricultura y a la ganadería, convivieron durante décadas con los experimentos de una de las dos superpotencias que se disputaban la hegemonía mundial. Muchos de ellos se consideran conejillos de indias y piensan que las autoridades les expusieron deliberadamente para conocer los efectos de la radiación.

Un trabajo reconocido internacionalmente

Desde su emisión en septiembre de 2013, Hijos de la guerra atómica se ha alzado con la medalla de oro del festival de Nueva York y con un premio especial en el Detective Festival de Moscú.

"El alma de Berik"

Poco después de la emisión de Hijos de la guerra atómica, recibimos una llamada del cirujano español Christian Weigand con una proposición calra: "si lográis traer a Berik a España yo le opero". Esta llamada desencadenó una serie de generosidades e implicaciones personales que permitieron traer a Berik a Madrid. El alma de Berikque se estrena el 18 de septiembre de 2014, es la historia de ese viaje y el retrato de un joven que aspira a sentirse normal.