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REPORTAJE

¿Qué pensamos los más jóvenes del 'caso Rociíto'?

  • Rocío Carrasco se ha convertido, en apenas unos meses, en un referente para nuestra generación
  • "Ha demostrado que es necesario dar visibilidad y queda reflejado en el aumento del 42% de las llamadas al 016"
  • ¿Sensacionalismo o servicio público?
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Por
Rocío Carrasco

Si le preguntas a un extranjero qué piensa de España, posiblemente responda que envidia nuestro clima y diversidad cultural —nada tiene que ver un gallego con un andaluz o un vasco con un canario. También destacaría la gastronomía, especialmente la tortilla de patatas o el jamón ibérico. Es probable que incluso haga referencia a parte de nuestro legado histórico, como el Museo del Prado, La Alhambra, la Catedral de Santiago o el el Guggenheim de Bilbao.

Sin embargo, si hay algo que realmente nos caracterice —y nos una— a todos los españoles es la telebasura. Y no, no se trata de un coloquialismo. La palabra “telebasura” está reconocida por la RAE, definida como “el conjunto de programas televisivos de contenidos zafios y vulgares”.

Por otro lado, los límites entre la telebasura y la televisión de calidad están cada vez más borrosos. El caso de Rocío Carrasco es un ejemplo de ello. Aunque, lo realmente sorprendente de esta docuserie es que, cada noche de programa, Rociíto se convierte en trending topic en pocos minutos, a pesar de ser un icono de una generación anterior, la generación de nuestros padres. Cientos de miles de chavales nos conectamos para debatir sobre la vida de un personaje que apenas conocíamos hace unos meses.

¿Está la televisión de moda?

“Estaba haciendo zapping”, “lo estaba viendo mi madre”, “me lo puse de fondo”. En cualquier caso, es innegable que la gran parte de la población española consume este tipo de contenidos. Le pese a quien le pese. Y no lo digo yo, lo dicen los datos de audiencia.

Si hace unos años estaba mal visto que la gente joven se enganchase a la mal llamada "telebasura", ahora parece que cada vez está más aceptado. La frase “Sálvame es para abuelas” va quedando anticuada. Mientras, todavía son muchos los que creen que cuanto más grosero y más ordinario más audiencia.

Es difícil, por no decir imposible, que no hayas oído hablar de 'La Isla de las Tentaciones', 'Supervivientes', 'las Kardashians' o 'Jugando con fuego'. Forman parte de nuestra vida diaria y de la conversación común. Parece que si no sigues este tipo de programas, estás automáticamente fuera del sistema.

'Lo de Évole' en la Sexta no se ha quedado atrás. El pasado domingo repetían invitado, Miguel Bosé, para hablar de lo que todo el mundo quería saber: sus teorías conspirativas. Lejos de permitir que se explicara, si no le iban a dejar hablar mejor no haber invitado a un negacionista, Bosé se convirtió en una especie de bufón del que todos nos debíamos reír. “Si ya sabes cómo me pongo, pa’ que me invitas”.

Rociíto

Cuando pensábamos que ya lo habíamos visto todo, llega Telecinco para demostrarnos lo contrario. La docuserie de Rocío Carrasco no ha dejado a nadie indiferente. A los zeta tampoco. Además de sus buenos datos de audiencia, también 'El programa de AR' y ‘Sálvame’ baten récords.

Pero no solo arrasan en la televisión y online. Tras la emisión del caso de Rocío Carrasco, las llamadas al 016, teléfono de atención a las víctimas de violencia de género, han aumentado un 42%. Tras este histórico dato, hasta Irene Montero hizo una aparición estelar en Sálvame para defender a Rocío Carrasco. Para la ministra de Igualdad, “son un altavoz para llegar a todas las mujeres”. Está claro que vivimos en 'Black Mirror', como mínimo.

Rociíto se ha convertido en apenas unos meses en todo un referente para nuestra generación. La mayoría de nosotros no conocíamos casi nada de su historia, solo lo que habíamos visto de pequeños con nuestros padres, hasta el estreno de la docuserie. Pero ¿qué pensamos los jóvenes del debate social sobre los códigos de ética de medios de comunicación?

“No conocía su caso aunque alguna vez había oído hablar en ‘Sálvame’ que Rociíto era mala, que no dejaba que los niños estuviesen con su padre”, recuerda María, estudiante de último año de Periodismo. A ella le parece bien la exposición pública de los supuestos malos tratos de Antonio David porque “Rocío también ha sido maltratada mediáticamente”, por lo que “se está resolviendo en el mismo sitio donde empezó todo esto”.

Para Adrián, de 20 años y en paro, “Telecinco, a pesar de ser una cadena infravalorada y mirada con una lupa bastante elitista, ha demostrado que es necesario dar visibilidad y queda reflejado en el aumento del 42% de las llamadas al 016 desde la emisión del documental”.

Mientras, Nuria, estudiante del doble grado de Derecho y Economía, cree que “alguien con un relato así no tiene que irse a contarlo a un plató, tiene que ir a contarlo delante de un juez”. La futura abogada considera que un canal de televisión no debería tener más capacidad de hacer justicia que los tribunales. "Tiene que poner una denuncia, no lucrarse haciendo una serie”, sentencia.

Por último, Judith, becaria en una empresa de marketing, reconoce que conocía la historia de Rociíto porque su madre era una gran seguidora de Rocío Jurado. “Me pilló de pequeña y no volví a saber nada de este caso hasta ahora, pero me parece que su relato está teniendo un impacto positivo porque muchas mujeres se están dando cuenta de patrones de conducta que tenían sus maridos y que ahora están denunciando”, finaliza.

Entonces ¿es telebasura?

Como suele pasar, es la ley de la oferta y la demanda, esto es un negocio. Si la gente lo ve y está dispuesta a seguir viéndolo, el programa continúa. En el caso contrario, la productora no se lo pensaría dos veces y retiraría el programa de inmediato.

También es importante destacar que de estos programas solo vemos la parte visible. Por ejemplo, en ‘Sálvame’ no solo están Kiko Hernández, Belén Esteban o Jorge Javier. Detrás de las caras conocidas, hay profesionales como operadores de cámara, realización, producción, técnicos de sonido o redactores.

Guste o no, es líder de audiencia y, posiblemente, es uno de los programas que más ingresos publicitarios tiene. Por tanto, el término "telebasura" debería hacer referencia a aquella TV que no ha sabido fidelizar a una audiencia y que no ha sabido competir en el mercado audiovisual. Un programa que sabe gestionar, que tiene ganancias, que compite en el mercado audiovisual y al final de año hace balance positivo, no debería considerarse telebasura.

Intentar replicar la televisión de los años 80 hoy en día es prácticamente imposible. Los programas culturales ya no tienen el tirón que tenían antes. Lo que realmente interesa ahora son programas de cotilleo que no nos hacen pensar demasiado y que podemos comentar en Twitter con desconocidos. Bienvenidos al siglo XXI.