Enlaces accesibilidad

Las esferas de James Lee Byars habitan el vacío zen en una exposición en el Palacio de Velázquez

  • El Museo Reina Sofía muestra en el Retiro 17 esculturas e instalaciones del artista estadounidense
  • Perfecta es la pregunta, organizada con el Pirelli HangarBicocca de Milán, podrá verse hasta el 1 de septiembre

Por
Detalle de la obra de Byars 'The Red Angel of Marseille'
Detalle de la obra de Byars 'The Red Angel of Marseille'.

El final es el principio y el principio es el final. El Palacio de Velázquez acoge en el Retiro Perfecta es la pregunta, una exposición de James Lee Byars (Detroit, 1932 - El Cairo, 1997), icónico artista de la segunda mitad del siglo XX. La obra que abre el recorrido, compuesta por mil esferas compactas de cristal rojo, era la última pieza expuesta en el Pirelli HangarBicocca de Milán.

El director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade, ha destacado la diferencia entre las dos exposiciones, ambas comisariadas por Vicente Todolí. En Madrid, las salas son un lienzo en blanco con luz natural que baña las salas desde las claraboyas del techo, mientras que en Milán las obras convivían en un espacio único de 130 metros de largo y más de 30 metros de altura con paredes negras.

Segade ha subrayado que las obras se acomodan a la geometría del lugar "con una simetría perfecta como epítome de la belleza" y el compromiso del artista estadounidense con "la belleza ética y moral". La muestra incluye 17 instalaciones y esculturas que, en su mayoría, pertenecen a los últimos años del artista, a partir de los años 80, cuyo planteamiento conceptual se mueve entre la espiritualidad y la corporalidad.

El lenguaje visual de Byars abarcó la escultura, la instalación, la performance, el dibujo, la palabra o el montaje integral de sus exposiciones concebidas como una instalación.

Vista de la exposición en el Palacio de Velázquez

Vista de la exposición de James Lee Byars en el Palacio de Velázquez

Alma japonesa

Todolí explica a RTVE.es que James nació en Detroit, pero su alma siempre fue japonesa. Su primera exposición la realizó en su piso, al finalizar la carrera de Bellas Artes. Vació el apartamento, quitó todos los muebles, desmontó las puertas y las ventanas y colocó esferas en las estancias desnudas.

Entre 1958 y 1967 realizó siete viajes de larga duración a Japón y su fascinación por su cultura dejó huella en su obra. Italia también influenció su trabajo, vivió en Venecia, puente histórico entre Oriente y Occidente, durante la mayor parte de los años 80. Todolí cuenta que sufría de un cáncer avanzado y escapó del hospital en Estados Unidos, con la ayuda de unos amigos. Falleció en El Cairo "por accidente" y le hubiera gustado morir en la ciudad de los canales.

En El Cairo "siempre elegía una habitación con vistas a las pirámides", su deseo habría sido ser enterrado allí, pero una ley lo impide a los extranjeros, así que sus restos mortales descansan en el cementerio norteamericano, apunta el comisario de la exposición.

La belleza de lo efímero

Los colores de su obra reflejan la tradición oriental, blanco, negro, rojo y oro. Vestía también con esos cuatro colores, en trajes monocromos, que le hacía a medida un sastre chino al que llamaba Mr. North South. Todolí puntualiza que, al final de su vida, introduce el color azul, símbolo del cielo, con un mármol africano y un mármol azul bahía brasileño.

En una autodefinición, Byars señala que su "frase favorita es como un sueño, como una visión, como una burbuja, como una sombra, como el rocío, como un relámpago". Añade su visión preferida: "El agua"; su sonido: "O"; su olor, "algas"; su gusto: "Semillas de amapola"; su tacto: "La seda".

Byars combinó en sus obras el arte occidental y la filosofía platónica con su amor por la estética zen, el budismo, los haiku, los rituales sintoístas, el teatro nō, la caligrafía o el origami, lo que desemboca en conceptos como el mu (el vacío), una expresión de la perfección y de la belleza que resulta del estado mental denominado satori.

Durante su estancia en Japón, elaboró sus primeros objetos híbridos en papel. Se trata de obras físicamente performativas que operan en la intersección entre el dibujo, la escultura y la performance.

El Pabellón dorado de Kioto

El Pabellón dorado de Kioto. Juan Marqués

El círculo, el triángulo y el cuadrado simbolizan la apertura de la mente y los sentidos hacia la expansión infinita del cosmos. El templo Kinkaku-ji, o Pabellón Dorado, de Kyoto representaba para Byars lo sublime a que debían aspirar sus propios objetos, que no consideraba interesantes por sí mismos, sino porque funcionaban como revulsivo para la transmisión de sentido al espectador. 

La vida nómada le proporcionó "una visión única de la realidad" y su práctica artística puede describirse como "una reflexión místico-estética-existencial sobre las ideas de perfección y ciclicidad, las formas de representación y desmaterialización de la figura humana".

Preguntas trascendentes

Byars interpelaba al público a través de acciones temporales o intervenciones a gran escala en las que planteaba preguntas y otras veces las formulaba él mismo, como buen filósofo le interesaban las preguntas, no las respuestas. Desde su muerte, siguen suscitándose dudas sobre las conexiones visuales y simbólicas de una obra en la que la presencia carismática de su autor ―sus gestos, rituales e indumentaria― resulta clave.

La arquitectura del Palacio de Velázquez resalta la monumentalidad y la pureza de líneas de las piezas. Trabajos de gran formato en materiales preciosos ―mármol, seda, pan de oro o cristal― se armonizan con geometrías mínimas y arquetípicas (prismas, esferas, pilares) y proponen juegos entre forma y contenido.

Ángel rojo de Marsella, James Lee Byars

.

En la instalación Red Angel of Marseille (1993), situada en la zona central, mil esferas de vidrio rojo dispuestas sobre el suelo dibujan una figura antropomorfa reducida a su esencia, mientras que la connotación angelical sugerida por el título invita a reflexionar sobre los vínculos entre lo material y lo divino.

El componente totémico aparece también en The Golden Tower with Changing Tops (1982), una torre dorada de casi cuatro metros de altura que recoge las investigaciones del artista en torno a lo inmutable.

Los ciclos de la vida y los procesos naturales de cambio se transforman en círculos y esferas en la obra The Door of Innocence (1986-1989), una escultura de mármol dorado en forma de anillo que simboliza el tránsito.

La puerta de la inocencia

.

En The Tomb of James Lee Byars (1986), el artista encapsula metafóricamente en una esfera de arenisca los conceptos intangibles de espiritualidad y pureza, que contrastan con este material poroso y estratificado. Esta pieza dialoga con The Rose Table of Perfect, una esfera de poliespán recubierta con 3333 rosas rojas naturales, cuyo color se irá desvaneciendo a medida que se vayan secando.

Una de sus piezas tempranas, Self-Portrait (1959), refleja el sentido del humor del artista, se representa esquemáticamente como un muñeco sentado contra la pared con las piernas estiradas, unos grandes pies y una cabeza muy pequeña (ver la imagen más arriba).

Perfección en el instante

La muestra se completa con documentación de la actividad performativa de Byars. Se recuerda la desaparecida instalación La esfera de oro, presentada en Granada en 1992, y para cuya inauguración organizó una performance con el artista y poeta Miguel Benlloch (Granada, 1954 - Sevilla, 2018).

Las performances históricas de Byars cobrarán vida el sábado 29 de junio, gracias a un grupo de performers con la colaboración entre la fundación del artista, Pirelli HangarBicocca y el Museo Reina Sofía. Entre las piezas que el público podrá ver por primera vez se encuentran Four in a Dress (1967), Breathe (Two in a Hat) (1968); Ten in a Hat (1968); Be Quiet (1980); Your Presence Is the Best Work / A Presence Is the Best Work (1992) y Five Points Make a Man (1994).

Perfecta es la pregunta explora los múltiples significados alegóricos y formales de la materia, la búsqueda de la perfección, la duda como planteamiento existencial o la finitud del ser humano, e invita a reflexionar sobre la potencialidad alquímica del arte para modelar la realidad.

El capitel de la torre dorada

.

Libros y cartas

El material documental incluye libros y cartas, que Byars cuidaba al detalle, desde la elección del papel, la forma, el color hasta su contenido. La críptica sintaxis, el uso de abreviaturas en mayúsculas y su caligrafía ornamental despliegan un programa estético completo. Todolí relata que "todos los días se levantaba a las cuatro, o las cinco de la mañana, y estaba cinco horas escribiendo cartas, hechas a mano, en la mejor tradición japonesa".

El comisario cuenta como anécdota que en Barcelona, a la hora de rellenar el formulario obligatorio de registro en un hotel, estuvo más de 15 minutos desplegando su caligrafía estrellada, acabando con la paciencia del recepcionista.

La primera retrospectiva del artista en España tuvo lugar en 1994 en el Institut Valencià d'Art Modern y estuvo comisariada por Vicente Todolí, que también se ha encargado de esta exposición. En fechas más recientes, su obra pudo verse en Madrid en una exposición colectiva en 2011, La persistencia de la geometría, organizada por Caixaforum y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA). La muestra en el Palacio de Velázquez se inaugura este 10 de mayo y se clausura el 1 de septiembre.

Byars nunca dejó de interrogarse e interrogarnos, según el historiador del arte, Jordan Carter, "en ausencia de palabras, la pregunta perfecta en el léxico de Byars sería un libro sin final, un ejemplar singular de forma y contenido imperecedero". 

Actividades relacionadas

El Museo Reina Sofía propone Vínculo de vínculos. Códigos sagrados, una visita guiada por la exposición con Laura Mema y Claudia Rodríguez-Ponga. Los recorridos se realizarán el 23 y el 30 de mayo a las 18 horas. Es necesario inscribirse con cinco días de antelación enviando un correo electrónico a actividades.culturales@museoreinasofia.es 

El miércoles 26 de junio a las 19 horas, tendrá lugar la conferencia Materia-Idea-Mandala por Ignacio Gómez de Liaño, en el edificio Nouvel, Auditorio 200, entrada gratis. Las puertas se abren a las 18:30 h.

El sábado 29 de junio, a las doce del mediodía se reactivará la obra de James Lee Byars con un día de performance en el Palacio de Velázquez con entrada libre hasta completar aforo.