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El sarampión regresa a España: "Es importante mantener la guardia alta para que no haya transmisión autóctona"

  • Varios países europeos han experimentado un aumento vertiginoso de la incidencia debido a una caída de la vacunación
  • El repunte ha afectado a España con casos importados, a excepción de un contagio local en Zaragoza

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Sarampión en España: por qué aparecen ahora más casos de esta enfermedad
El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas, pero se puede controlar con la vacunación.

El sarampión ha regresado a España. En los últimos meses, la circulación del virus ha experimentado en Europa un crecimiento muy significativo que también ha afectado a nuestro país, donde a lo largo de 2024 ya se han notificado 22 casos sospechosos: 13 de ellos confirmados, 6 descartados y 3 en investigación

Aunque a nivel europeo la enfermedad ha entrado en la que se denomina fase de eliminación, que tiene como objetivo la desaparición total del virus, en los últimos años se ha detectado un incremento importante de contagios en varios países, lo que a su vez ha aumentado el riesgo de casos importados para España. En 2023, Europa experimentó un aumento vertiginoso de la incidencia, con más de 42.000 casos notificados, mientras que en 2022 únicamente se registraron 941, según los datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Detrás de este repunte hay un claro responsable: el descenso de la inmunización. "Es muy importante entender que fundamentalmente este incremento que hemos observado en Europa está dado por las bajas coberturas de vacunación, que se abatieron durante la pandemia, pero no han recuperado su ritmo. Es una consecuencia no solo del impacto negativo de la pandemia en los sistemas de salud, sino también de la muy negativa tendencia del movimiento antivacunas en varios países europeos que ha frenado la cobertura adecuada de vacunación que se venía teniendo a lo largo de muchos años", asegura Daniel López Acuña, epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria de la OMS, quien pone como ejemplo de este retroceso a países que cuentan con potentes sistemas de salud, como Reino Unido, Francia, Suiza o Austria.

Sin embargo, el caso de España no es comparable con el de los países europeos más afectados por el repunte de esta enfermedad contagiosa, cuyo máximo exponente es Rumanía, donde el Gobierno ha declarado la situación de "epidemia nacional", con miles de contagios y varias muertes en los últimos meses. La OMS declaró la eliminación del sarampión en España en 2017, después de 36 meses consecutivos sin transmisión del virus. Desde entonces, cada año el organismo sanitario internacional ha ratificado esta situación.

Esto hace que en España, actualmente, el sarampión sea una enfermedad importada -al margen de un caso autóctono que se ha detectado en Zaragoza-, de la que se producen brotes limitados que afectan sobre todo a adultos no vacunados o en los que se ha debilitado la inmunidad vacunal recibida en su infancia. "En la medida en la que haya un incremento de casos tan notable como el que estamos viendo en Europa, lo que vamos a tener es importación de casos debido al trasiego de personas. Podemos tener casos aislados de sarampión pero importados, no transmisión autóctona. Por eso es tan importante mantener la guardia alta para que no haya transmisión autóctona", declara López Acuña.

Alta confianza española en las vacunas

Hay que tener en cuenta dos factores importantes que han contribuido a que en España el virus se siga manteniendo a raya: un impacto muy limitado de la pandemia de COVID-19 en el calendario de vacunación de los niños, y una gran confianza hacia las vacunas en general por parte de la población.

La inmunización con la triple vírica -en la que está incluido el sarampión- descendió casi dos puntos a raíz de la pandemia, pero en ningún momento cayó por debajo de ese umbral peligroso establecido en el 95%, bajo el cual se pierde la inmunidad de grupo y el virus tiene más facilidad para circular. En lo relativo a la administración de la primera de las dos dosis de esta vacuna, pasó de una cobertura del 97,53 % en 2019 al 95,57 % en 2021, aunque después se recuperó, hasta alcanzar el 97,24% en 2022, según el último dato que ofrece el Sistema de Información de Vacunaciones del Ministerio de Sanidad (SIVAMIN).

"En España, afortunadamente no hemos tenido una situación como la que se ha visto en otros países de Europa porque se mantienen bien las coberturas vacunales, y no hay una presencia tan pronunciada del movimiento antivacunas y de la reticencia de la población a ser vacunada", explica López Acuña en este sentido.

Sin embargo, el repunte a nivel europeo ha terminado salpicando a nuestro país. Toledo y Alicante han sido las dos primeras provincias en sufrir brotes de esta enfermedad después de la pandemia de COVID-19, con cinco y cuatro casos, respectivamente, que ya se han dado por cerrados. Además, el Gobierno de Aragón ha confirmado un caso autóctono en la provincia de Zaragoza, mientras que el de Cataluña investiga otro caso en el que el origen de momento es desconocido.

El sarampión es una enfermedad frente a la que existe una vacunación muy efectiva, que consta de dos dosis incluidas en la triple vírica (sarampión, paperas y rubeola), que se administra a los niños cuando cumplen los 12 meses y los tres años, y está incluida en el calendario infantil de forma gratuita. El hecho de que se haya controlado de manera tan radical durante las últimas décadas, y de que en España y los países de nuestro entorno los menores ya no mueran por esta enfermedad, ha podido transmitir una idea equivocada de que se trata de una patología leve, pero nada más lejos de la realidad. En países menos desarrollados y con sistemas de salud más precarios, los fallecimientos se siguen contando por decenas de miles todos los años, según datos de la OMS.

"El sarampión no es una enfermedad benigna, y antes de que tuviésemos la vacuna, hace más de 40 años, había muchos casos y muchas muertes por sarampión. En España, en Europa y en el mundo. Lamentablemente, se tiende a perderle el respeto al virus y a la enfermedad, y a desestimar la importancia que tiene el disponer de vacunación", advierte Daniel López Acuña.

Un virus altamente contagioso

El también epidemiólogo Joan Caylá explica cuál es el principal peligro de este virus: "El sarampión es una infección supercontagiosa, cuyo único equivalente seguramente sea la variante ómicron del SARS-CoV-2, que también tiene una tasa de reproducción de entre 17 y 18, lo que significa que si una persona contagiada de sarampión entra en contacto con personas no protegidas, porque no han pasado la infección o no han sido vacunadas, generará de promedio entre 15 y 20 casos secundarios".

"La forma que tenemos para evitarlo es con coberturas vacunales cercanas al 100%. Esto, en general, se ha conseguido siempre en España, y el problema puede estar en bolsas de gente con coberturas vacunales bajas", añade este científico de la Fundación de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona, desde donde impulsan estudios contra la tuberculosis y otras muchas infecciones.

"Con unas coberturas vacunales de más del 97%, es imposible estadísticamente que se produzca un brote importante", aclara, aunque subraya que incluso en este caso, aún quedaría un 3% de población sin vacunar que, dependiendo de su distribución, podría originar problemas puntuales de salud pública. "Si este 3% está disperso por todo el país, no supone un gran inconveniente. Pero si está concentrado en un pueblo, o un barrio de una ciudad, entonces sí que podría haber brotes significativos", asegura Caylá.

"Con la pandemia de COVID-19, ha habido gente que ha respondido no vacunándose y criticando las vacunas, lo que al final produce un cierto daño. Creo que es una realidad clarísima que las vacunas COVID han evitado muchas complicaciones y una mortalidad elevada, y la vacuna del sarampión, lo mismo. Está disponible desde hace más de 40 años y antes los brotes en España eran muy importantes, con miles de casos, pero ahora que haya un brote de sarampión es algo que no pasa con frecuencia", concluye este epidemiólogo.