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Padres maltratados: miedo, vergüenza y culpa

  • La Fiscalía de Menores abrió 4.470 causas por agresiones de hijos a padres en el último año
  • Los expedientes casi se han duplicado en una década y ya es el segundo delito que más comenten los menores

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Reportajes RNE - Padres maltratados: miedo, vergüenza y culpa

"Lo pagaba todo conmigo. Yo era la que estaba en casa, la que ponía límites. Era muy agresiva conmigo. Hace un año y medio tuve que poner un cerrojo en mi habitación. Tenía miedo. Empezaba a tirarme todo lo que tenía por medio. Yo le pedía que se tranquilizase, pero luego empezaban los golpes, empujones, puñetazos." Hasta que un día Cari, su hija, la mandó al hospital de una patada en la espalda y a María tuvieron que volver a operarle la columna.

Cuesta imaginar que esa niña menuda y vivaracha fuera de capaz de llegar a semejante violencia.  "Como yo no me sentía bien en el colegio, lo pagaba con ella en casa.  Le decía que se muriera, que se fuera, que era una mala madre". María y Cari son un ejemplo de los casi 4.500 casos de violencia filio-parental que se denunciaron el último año en España. Aunque nadie duda de que son muchos más. No es fácil aceptarlo. Se calcula que sólo se atreven a dar ese paso uno de cada cinco padres.

Las causas de la violencia filio-parental

Cari tiene 16 años. A los seis le diagnosticaron déficit de atención, hiperactividad y trastorno posicionista desafiante. A los 11 sufrió acoso escolar. Este tipo de problemas, junto a las adicciones, suelen estar detrás de la violencia de los hijos hacia sus padres. Pero no sólo. Siempre hay más de un motivo.

"Tenemos muchos niños sobreprotegidos, muchos niños tiranos a los que no se les ha dicho que no, niños a los que no se enseña a aceptar la frustración y cuando son adolescentes imponen su ley”, asegura Javier Urra, psicólogo clínico y forense y director del programa RECURRA-GINSO, que presta apoyo a familias en conflicto.

"En el origen suele haber también una actitud equivocada de los padres que viven a sus hijos como un tesoro que no quieren perder, que no quieren dañar”, apunta el psicólogo infanto-juvenil y de familia, Jesús Villanueva. "Son padres que algunos de los errores que comenten tienen que ver con no querer que su hijo sufra y tenga todo lo que ellos no han tenido. Intentan compensar el poco tiempo que les deja su trabajo con muchas cosas materiales. Ahora mismo tenemos muchos niños tremendamente solos. Son padres que quieren querer, pero no saben cómo". No nacen tiranos, se hacen.  Nada tiene que ver con la genética, ni con la clase social.

Tenemos muchos niños tiranos a los que no se les ha dicho que no

Fiscales, policías y psicoterapeutas advierten: los agresores son cada vez más jóvenes, muchos no superan los 15 años. Y crece alarmantemente el porcentaje de niñas violentas. Ellas, la mayoría de las veces, gritan e insultan. Tres de cada cuatro agresiones físicas las comenten ellos. Todos coinciden en el mismo consejo: actuar ante los primeros síntomas, pedir ayuda y reaccionar cuanto antes para no llegar a la violencia delictiva. Es la línea roja. Cuando unos padres denuncian a su hijo, la Fiscalía estudia el caso y el Juzgado de Menores impone medidas para su reeducación; desde terapia hasta el internamiento en un centro para los casos más graves.

Cómo actuar cuando ya no se puede prevenir

A la residencia terapéutica RECURRA-GINSO, en Madrid, llegan chavales de toda España antes de cumplir los 18 y cuando han agotado todos los recursos. Después de muchas terapias fracasadas y encontronazos con la justicia, allí encuentran un mundo con normas y disciplina. Sin teléfonos móviles, ni pantallas.  Desconectados del exterior, en la residencia los premios no caen del cielo, hay que ganárselos con responsabilidad.

Una de las primeras personas que se hacen cargo de ellos es Elena, trabajadora social.  "Vienen con una enorme incapacidad para asumir responsabilidades y eso es una de las bases fundamentales de todo lo que les sucede. Llegan entre el yo no quiero estar aquí y el enfado. No les dura muchísimo porque les metemos enseguida en la rutina. En cuanto se empiezan a sentir seguros se te rompen en las sesiones: ‘¿cómo he podido hacer esto?, ¿cómo he llegado a esto?’ y lloran”, nos cuenta Elena. “Te dicen ‘no quiero volver a hacerlo, ¿cómo lo hago?’. Pues a eso vamos, hijo".

Los chicos vienen con una enorme incapacidad para asumir responsabilidades

Hay que aprender a vivir de nuevo sin olvidar. Horas, días y meses de terapia individual y familiar. Todos necesitan aprender a querer, incluidos los padres, que un día al mes acuden a sesiones conjuntas. “Tú estás sufriendo y tu hijo está sufriendo. Hay un sentimiento de culpa de las familias que nosotros siempre tratamos de cambiar por responsabilidad porque la culpa pesa mucho y no lleva a ningún sitio", dice Elena.

“Esa es la clave del éxito”, añade Jesús Villanueva.  "La parte más importante es apoyar a los padres, que sepan que no les vamos a enjuiciar y a partir de ahí, desde el acompañamiento, modificar lo que están haciendo mal. Qué haces tú cómo padre o madre cuándo tu hijo hace algo mal. Ésa es la clave: centrar en la responsabilidad propia. El mejor pronóstico en violencia filio-parental es el cambio en la actitud de los padres".

Ocho de cada diez chavales consiguen rehabilitarse, volver a caminar por el mundo exterior sin tropezarse, aunque como a Cari, volar de nuevo no resulte fácil. “Llevo aquí casi 9 meses, es mi sitio de confort y ahora volver a la normalidad y no saber cómo empezar me da un poco de miedo, pero poco a poco se va a ir consiguiendo. Creo que algún día podremos volver a ser una familia feliz".