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Energías renovables

Las plantas fotovoltaicas, ¿energía limpia contra los pueblos?

  • Las placas solares se presentan en muchos municipios como una alternativa a la agricultura
  • “Salvemos los campos” alerta contra la destrucción del paisaje y los cultivos

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Viñedos de la D.O Méntrida
Viñedos de la D.O Méntrida

El rechazo a la expansión de las plantas fotovoltaicas crece en muchas zonas del país. En Méntrida (Toledo) la asociación “Salvemos los Campos” ha emprendido batalla contra el proyecto para instalar placas solares en 2.200 hectáreas, el 27 por ciento del término municipal.

El promotor de esta asociación, Juan Portillo, no tiene dudas: “es una aberración medioambiental, justo lo contrario de un proyecto de desarrollo sostenible”. En esta idea también están vecinos de otros municipios de la comarca como Casarrubios del Monte, El Viso de San Juan, Valmojado y La Torre de Esteban Hambrán. Todos los proyectos fotovoltaicos de la zona sumarían cerca de 7.000 hectáreas llenas de placas solares; uno de los más importantes tendría un perímetro de 16 kilómetros de longitud.

Esta invasión alcanzaría a zonas improductivas, tierras abandonadas, pero también a numerosas explotaciones agrícolas, principalmente de vid y olivo. David Villamiel es un joven que aspira a vivir del campo. Cuida del viñedo de su padre y sueña con hacer un vino ecológico, biodinámico, aprovechando los terrenos arenosos al pie de la sierra de Gredos. “Nos estamos esforzando para nada. Si los proyectos salen adelante esta viña desaparece”, nos cuenta mientras camina entre sus cepas de garnacha. Esta variedad ha dado fama a la comarca. Después de muchos años de dejadez, el vino de Méntrida ha conseguido el reconocimiento del mercado.

Pero en la Denominación de Origen Méntrida las cosas no están tan claras. Los suelos arenosos y las abundantes laderas de la zona dificultan la mecanización. Y los rendimientos de la uva son escasos, hasta 3.000 kilos por hectárea los cultivos en vaso y menos de 7.000 los de espaldera.

Las pequeñas explotaciones son difícilmente rentables. No apoyamos la venta de terrenos pero entendemos a sus propietarios

“Las pequeñas explotaciones son difícilmente rentables, -explica Juan Alonso, presidente de la D.O.- No apoyamos la venta de terrenos de viña, pero entendemos a sus propietarios”. Y es que las compañías multinacionales que se han lanzado a la compra de suelo en esta zona ofrecen 15.000 euros por hectárea, precios muy por encima de su “valor de mercado”.

El derecho a vender y el derecho a trabajar

Alejandro Villamiel aspira a legar a su hijo las viñas y el oficio. Tiene cepas de más de sesenta años y se muestra vehemente en sus argumentos. “Entiendo el derecho a vender, pero también yo tengo derecho a cultivar la viña; y si me colocan miles de placas solares a mi alrededor… no podré seguir con el vino. Y tengo el mismo derecho que ellos”.

Alejandro cree que quienes quieren vender las tierras son herederos de viejos ricos que hoy viven en Madrid “mentridanos de fin de semana”. Y asegura que en el pueblo hay comisionistas que cobran por convencer a los propietarios para que vendan.

Andrés García es uno de los que vende. Tiene algunas tierras y también se encarga de labrar y cuidar las de otros. “El problema –cuenta- es que desde hace 25 años esto no es rentable. La gente está abandonando los olivos y las viñas. Los jóvenes no quieren el campo y las tierras se han hecho improductivas. Y esta gente –se refiere a las empresas- paga mucho más de lo que se puede sacar”.

Lo cierto es que hay varios cientos de propietarios que han firmado ya un compromiso de venta o alquiler. Eso les garantiza cien euros por hectárea hasta que se concreten (o no) los proyectos fotovoltaicos. “Dinero rápido por tierras sin producción”, dice Andrés. “Es difícil rechazar”.

Voces a favor y voces en contra, pero todos coinciden en una cosa: nadie se opone a las energías renovables. “Lo que hace falta es una regulación, un equilibrio entre renovables y el respeto al paisaje, a las costumbres, al medioambiente –añade Juan Portillo-. Energías limpias sí, pero no con “macroplantas” que inundan miles de hectáreas de placas solares y se cargan todo el ecosistema de una comarca, flora y fauna incluídos”.

Energías limpias sí, pero no con “macroplantas” que inundan miles de hectáreas de placas solares

Y recuerda que eso es lo que pretenden los diferentes proyectos de Méntrida y de los pueblos de la zona, a cargo de empresas como Solaria (proyecta cinco plantas), Prodiel o Viridi.

Los ayuntamientos piden una normativa más clara

En esa idea insiste Alfonso Arriero, alcalde de Méntrida. La recalificación de terrenos es cosa suya. “Los ayuntamientos estamos atados de pies y manos, necesitamos una regulación clara, con unos límites que nos digan qué podemos y qué no podemos aprobar, en cuanto a la extensión, a la superficie de los proyectos”.

Y ante el micrófono niega que haya presiones para que se facilite la aprobación de las plantas fotovoltaicas, o que al menos no se pongan demasiadas pegas. ”Estos proyectos son importantes para los pueblos pequeños, generan ingresos que siempre serán buenos para el pueblo, para todos los vecinos. Pero tiene que haber un equilibrio”.

Estos proyectos son importantes para los pueblos pequeños, generan ingresos que siempre serán buenos para el pueblo

Un problema añadido son las llamadas zonas de evacuación. Las compañías necesitan instalar torres eléctricas y sobrevolar con tendidos muchas fincas en donde no se instalarán las placas. La cercanía con Madrid es uno de los argumentos que alimentan la proliferación de los proyectos en zonas como Méntrida. Pero la energía que se genere a partir del sol debe “viajar” en redes de cableado hacia las subestaciones eléctricas del sur de la comunidad vecina. Y este es otro punto crítico para los resistentes a las plantas solares.

En los próximos meses habrá noticias. El Ministerio para la Transición Ecológica tendrá que pronunciarse sobre las declaraciones de impacto medioambiental. Las compañías confían en hacer rentables sus inversiones. Y pugnan por recibir autorización para cada uno de los proyectos.

¿Se aprobarán las 7 mil hectáreas? ¿solo mil…? ¿O ninguna? “Salvemos los Campos” y los opositores a las “macroplantas” se muestran expectantes: energías limpias sí, pero también respeto al paisaje, al ecosistema y al futuro de los pueblos. “Esto es pan para hoy y hambre para mañana”, apostilla Juan Portillo. Y al final, todos tienen una palabra en mente: equilibrio.