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Literatura

'Los muertos y el periodista', una lectura incómoda

  • El libro del periodista Óscar Martínez retrata con crudeza el abismo de violencia y de la miseria en El Salvador
  • Sobre su oficio asegura: "Vivo el periodismo, con hambre y con sed, nunca satisfecho"

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Entrevista a Óscar Martínez, autor de 'Los muertos y el periodista'

El periodista Óscar Martínez, nacido en San Salvador en 1983, lleva más de diez años tratando de descifrar una de las regiones más violentas del planeta, preguntándose por qué se mata tanto en su país, pero también por qué no se mata más.

En Los muertos y el periodista (Anagrama Crónicas, 2021) rescata el caso de un expandillero y de su familia, que acabaron masacrados por la policía, para retratar con crudeza el abismo de violencia y de la miseria en el que viven buena parte de los salvadoreños, y reflexionar con una honestidad brutal sobre el oficio de periodista. El resultado es un artefacto que combina ensayo y crónica, escrito con un estilo punzante que sacude al lector. Martínez no oculta su voluntad de incomodar: "Quien busque algo de esperanza no la va a encontrar" asegura en entrevista con RTVE desde la Ciudad de México.

En su libro, los muertos son tres hermanos salvadoreños jóvenes y pobres que acabaron despedazados en un cañaveral. Y el periodista es Óscar Martínez, que empieza por preguntarse si él tuvo algo que ver en que los mataran.

"Si aquella noche de domingo 16 de abril de 2017 yo no hubiera aparecido en el cantón Santa Teresa, quizá Herber no habría sido asesinado a machetazos en la cara, quizá Wito no habría sido decapitado (...) A Rudi, a ese sí, creo que lo habría matado de cualquier forma".

Rudi es un expandillero de la 'Barrio 18 Revolucionarios', analfabeto y alcohólico, que se convierte en su "fuente" al ser el único superviviente de una masacre policial. Son años en los que El Salvador es el país más homicida del planeta y los cuerpos policiales esconden bajo supuestos enfrentamientos con las "maras" ejecuciones a sangre fría de delincuentes y, en muchos casos, también de inocentes.

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El final, ya está contado, Rudi y dos de sus hermanos acaban siendo asesinados.

Un relato brutalmente crudo y honesto

Es un caso que Martínez ya publicó en 'El Faro', el prestigioso medio salvadoreño del que es jefe de redacción, pero que cobra ahora una nueva dimensión, contado con el vértigo narrativo de una película de ficción y salpicado de los dilemas y reflexiones de este periodista de 38 años, curtido en las experiencias más extremas. La materia prima del libro son las más de 30 libretas que ha ido rellenando a lo largo de más de una década de trabajo periodístico.

"Me pareció oportuno ponerme como un sujeto en el que rebotaban las historias, un sujeto que duda, un sujeto que no sabe responderse, que se equivoca, que tiene momentos terribles de confusión con algunas fuentes, como cuando le pregunto al personaje principal, 'cuéntame un recuerdo feliz de tu infancia' y él es incapaz siquiera de entender la pregunta. Su única respuesta fue '¿Cómo? ¿Así?'" explica Martínez a RTVE sentado en una librería de la Ciudad de México.

Los últimos de la fila, del fondo del abismo al que hemos condenado a tanta gente

Ese formato híbrido, a medio camino entre la crónica y el ensayo, lo convierte en un libro muy diferente a sus anteriores. Martínez es también autor, entre otros, de Los migrantes que no importan (2010), un clásico sobre la migración centroamericana, y de El niño de Hollywood (2018), la historia de un sanguinario pandillero de la MS-13 escrita a cuatro manos con su hermano, el antropólogo, Juan José Martínez.

"Es otra forma de hablar de lo que he hablado siempre: de los últimos de la fila, del fondo del abismo al que hemos condenado a tanta gente. Y nos parece natural que viva esa humillante violenta y terrible circunstancia" se indigna Martínez, que añade "Yo en ese libro me pregunto por qué matan, pero también me pregunto por qué no matan más".

Más preguntas que respuestas

'Los muertos y el periodista' es un libro lleno de preguntas. Son muchas las que se hace el autor: ¿El periodismo, cambia algo? ¿Valió la pena exponer a un superviviente? ¿Por qué lo hice? ¿Cómo es no tener oportunidades? ¿Qué piensan de nosotros los que no las tienen?"

Más que repuestas, Martínez ofrece ejemplos y actitudes basados en su experiencia, pero no es el clásico libro de batallitas periodísticas. El autor usa frases tajantes, pero no sienta cátedra. No busca la empatía del lector, sino algo más movilizador, su rabia.

Me gustaría hacerles sentir un poco conflictuados

"Mira, a mí me gustaría mucho que la gente que leyera este libro, la gente que después se va a tomar una copa de whisky, que vive en barrios como este de La Condesa (Ciudad de México)... Me gustaría incomodarles un poco la vida. Me gustaría hacerles sentir un poco conflictuados".

También le gustaría, por difícil que sea, que lo leyera la gente que vive en ese otro mundo que retrata en el libro: "Que vieran el retrato que un extraño hace del mundo en el que viven, porque sería como ver una fotografía desde afuera y dirían: 'esto no está bien'".

Desmontando mitos y máximas del oficio

No es un libro solo para periodistas, no obstante contiene lecciones para principiantes e iniciados. Martínez desmonta algunas máximas del oficio: "Nuestro trabajo no es estar en el lugar indicado a la hora indicada. Ese es trabajo de los pizzeros"; y de sus mitos: "Este no es el mejor oficio del mundo, como dijo García Márquez. El mejor oficio del mundo será catador de marihuana en un sitio paradisiaco".

Al autor le gusta más lo que dice Alma Guillermoprieto, que este oficio ofrece el privilegio de ser testigo de la historia en primera fila. Aunque a veces, casi siempre- y esto lo añade él- "el espectáculo sea nefasto".

El libro rezuma la frustración y el desencanto que siente Martínez ante el periodismo, el mundo y la situación en su país, El Salvador. Ya ni siquiera tiene el desahogo del ron en los bares por el acoso que sufren los periodistas de 'El Faro' y de otros medios independientes por parte del presidente Nayib Bukele y de sus seguidores, después que hayan revelado varios casos de corrupción del gobierno y sus negociaciones secretas con las maras.

El periodismo como condena

Óscar Martínez está jodido, pero cree que eso es lo que necesita el periodismo: "Más gente dispuesta a joderse un poco". Él lo seguirá ejerciendo porque no busca ser feliz, sino ser útil. Lo explica en el libro, la ambición de entender y una curiosidad insaciable le condenan a seguir adelante.

"Yo, hoy día, vivo este oficio con penitencia. No estoy vendiendo nada, estoy desnudándome (...) Hambre y sed, así vivo el periodismo, con hambre y con sed todo el puto rato. Nunca satisfecho. La curiosidad es un animal insaciable. Se sacia. Duerme un rato. Se levanta y pregunta. Y hoy, ¿Qué comeré?"