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Rocío Carrasco y la violencia de género: presunción de decencia

  • Los medios de comunicación deben asumir una especial responsabilidad en un problema tan grave como la violencia de género
  • El miedo a la condena pública es uno de los factores que frena a las víctimas de violencia para denunciar
  • El 016 es el teléfono de atención a víctimas, gratuito y no deja huella en la factura; el correo: 016-online@igualdad.gob.es

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Varias manos sujetan un lazo morado
Varias manos sujetan un lazo morado

En lo que va de año han sido asesinadas cinco mujeres en España por violencia de género, 1.083 desde que se empezaron a contabilizar estos asesinatos en 2003. Siempre son muchas, demasiadas, las mujeres que forman parte de la conocida ya como la "cifra de la vergüenza". Y con ser tan graves, los asesinatos son la punta del iceberg de un problema enorme que queda siempre por debajo de la línea de lo visible, ensombrecido tras los titulares de los asesinatos. Según la última macroencuesta sobre violencia machista, tres millones de mujeres en nuestro país han sufrido o sufren violencia en la pareja.

Según un reciente estudio de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, el tiempo medio que tarda una víctima en denunciar es de casi nueve años. El silencio es la norma y la violencia que más tarda en denunciarse es la física: las mujeres necesitan alrededor de 14 años en pedir ayuda, mientras que respecto a la violencia psicológica ese tiempo es de 7 años y 9 meses. Muchos años, demasiados, en todo caso. El Consejo General del Poder Judicial en sus informes concluye que las denuncias son escasas porque las víctimas están sometidas a una situación continuada de violencia.

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De nuevo los juicios paralelos

En esta semana, uno de los temas de conversación está siendo el documenta emitido por Telecinco Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva en las que Carrasco habla de su vivencia como víctima de violencia machista. Las opiniones se dividen entre quienes apoyan a Carrasco y quienes respaldan a su expareja, Antonio David Flores. Esta discusión ha llegado hasta las redes sociales, con un hashtag propio para atacar a Carrasco que se convirtió en tendencia. Incluso algún programa de televisión ha planteado en formato encuesta si se cree a Carrasco o a Flores. Teniendo respeto absoluto a la presunción de inocencia de Flores, parece que sigue faltando el respeto a la presunción de decencia de Carrasco, cuya versión se cuestiona con descalificaciones personales.

Ese testimonio puede servir a muchas mujeres para salir de la situación de silencio

"Lo que contó Rocío Carrasco en ese programa es el mismo camino que he visto en otras muchas mujeres", afirma Altamira Gonzalo, vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis: "Me parece un caso de libro de maltrato psicológico mantenido en el tiempo, es imposible que se pueda impostar. Puede servir a muchas mujeres para salir de la situación de silencio", añade.

Se ha citado en estos días el caso de Ana Orantes y su denuncia pública en un programa de televisión del maltrato que llevaba décadas sufriendo. Su brutal asesinato por su maltratador días después conmocionó a la sociedad española. Era 1997 y la violencia de género todavía no tenía nombre, se la trataba como violencia doméstica, se escondía en el ámbito privado y cuando se denunciaba normalmente la mujer recibía una campaña de descrédito en su entorno.

Las mujeres de mejor posición social y mayor nivel de estudios temen más el ser juzgadas negativamente si denuncian

"Una mujer que vive en situación de maltrato no se identifica con un testimonio a cara tapada, pero cuando una persona da la cara y cuenta lo que le ha pasado, ayuda a que otras se reconozcan en ella y puedan también romper ese silencio", afirma Ana Bella, de la Fundación del mismo nombre de ayuda a mujeres maltratadas. "A las mujeres de mejor posición social, más estudios, trabajos de prestigio les cuesta mucho más romper ese silencio, porque creen que se las va a juzgar, que se pondrá en duda especialmente que hayan podido sufrir ese maltrato", añade, recordando que no existe un tipo de mujer más proclive a sufrir maltrato igual que no hay un modelo de hombre maltratador, sino que pueden pertenecer a cualquier estrato, también el de la fama o el dinero.

La responsabilidad de los medios de comunicación

Con el asesinato de Ana Orantes una capa de vergüenza y responsabilidad cayó sobre la sociedad que habitualmente buscaba intereses como el dinero, los celos o simplemente la maldad detrás de las denuncias femeninas y exculpaba a los maltratadores con frases tipo: "Ese pobre hombre al que le han arruinado la vida". También cayó esa capa sobre los medios de comunicación. Desde entonces se han hecho guías de tratamiento informativo sobre la violencia machista, decálogos, recomendaciones, etc.; una de las últimas es la 'Guía de Igualdad de RTVE' que vio la luz el pasado mes de noviembre. Todas ellas insisten en un elemento básico: no se debe tratar como un suceso cualquiera. Tampoco se debe tratar como una noticia de la crónica rosa.

Deben ser escuchadas con el respeto que se debe a cualquier víctima

"Las víctimas de violencia machista deben ser escuchadas con el respeto que se debe a cualquier víctima, sea cual sea el medio en el que encuentren la oportunidad de contar su caso", afirma Marisa Soleto, presidenta de la Fundación Mujeres, que precisa: "Los soportes condicionan mucho la calidad del contenido y algunos formatos aumentan el nivel de exposición de la mujer de forma que se puede causar una revictimización. La responsabilidad que tenemos es pedir a los medios que sean sensibles, que consideren el contexto, las repercusiones de los estereotipos sociales y el daño que se pueda producir".

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Esas guías, esos decálogos recomiendan que sean personas expertas en violencia de género quienes analicen los casos. No se trata de opinar sobre una jugada polémica en un partido de fútbol o sobre un rifirrafe político. Una de ellas es la del Consejo de Audiovisual de Andalucía. Su expresidenta, la doctora en Comunicación Audiovisual Emelina Fernández cree que los medios tienen que tomar conciencia de que se trata de un problema específico: "Afecta a toda la sociedad, no solo a las mujeres, también a sus hijos y sus familias, su entorno. Tienen que formarse, saber lo que hay detrás y tratarlo con la seriedad que se merece sin banalizarlo ni convertirlo en un espectáculo".

Los medios deberían poner más el acento en que se puede salir del maltrato y en las consecuencias judiciales para los maltratadores

"Los medios deberían poner más el acento en las mujeres supervivientes, en que es posible salir de la situación de violencia y ser feliz", subraya Ana Bella, añadiendo que también se debe hacer hincapié en las consecuencias judiciales para los maltratadores y las condenas, para no mantener una sensación de impunidad. La violencia sobre las mujeres es una violación de los derechos humanos. Cuando nos preguntamos por qué no acabamos con ella, qué es lo que está fallando, deberíamos preguntarnos ¿qué podemos hacer? Emelina Fernández propone avanzar en la corregulación a través de un organismo, un Consejo Audiovisual similar a los que existen en otros países europeos.