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Coronavirus

Las secuelas de no ir al cole: un año perdido para el 60% de los escolares en América Latina, según UNICEF

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Estudiantes con los pupitres separados respetando las recomendaciones para evitar el contagio por la Covid-19 en Bogotá, Colombia
Estudiantes con los pupitres separados respetando las recomendaciones para evitar el contagio por la Covid-19 en Bogotá, Colombia

El 60% de los niños y adolescentes en América Latina ha perdido un año escolar completo debido a las medidas establecidas para evitar la propagación de la COVID-19, según un informe publicado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Un año después de que se decretara la primera cuarentena muchos colegios a este lado del Atlántico permanecen cerrados.

La COVID-19 ha aumentado las desigualdades y los riesgos de los menores latinos, para quienes el colegio sigue siendo un lugar de protección. La Organización Internacional del Trabajo calcula que durante la pandemia 300.000 niños y adolescentes volvieron al trabajo infantil por los efectos de la crisis.

El cierre de escuelas también ha aumentado el riesgo de millones de niñas que, en América Latina y en todo el mundo, se enfrentan a la pesadilla de matrimonios infantiles forzados y embarazos en la adolescencia.

En febrero Colombia dio luz verde para retomar las clases presenciales

Ni la mascarilla puede ocultar la alegría de Nicolás por volver al colegio. Hace un año, cuando se suspendieron las clases, no habría imaginado que iba a echar tanto de menos el curso y no solo por reencontrarse con sus compañeros. “Me ha ido muy mal porque como nosotros no tenemos en casa conectividad y estamos en una situación económica complicada tampoco tenía celular y no podía hacer las tareas diarias”, afirma este joven de once años mientras se dirige a su aula.

En la fila le acompaña Miguel que se ha encontrado con los mismos problemas que Nicolás: “Como no tenía internet ni nada no pude hacer las tareas y por eso repetí el año”, confiesa a sus trece años este colombiano quien se ha pasado la mayor parte de estos largos meses viendo televisión y ayudando en casa en las tareas domésticas.

El pasado mes de febrero el Gobierno de Colombia daba luz verde para retomar las clases presenciales pero de forma gradual, progresiva y segura. En ciudades como Bogotá, de los 400 centros públicos que hay, han abierto menos de 100.

El colegio, más que un espacio educativo

El centro público Enrique Olaya Herrera tiene matriculados a muchos menores en situación de alta vulnerabilidad por su condición socioeconómica. Para ellos el colegio es más que un espacio educativo, a veces es el lugar en el que reciben una de las pocas comidas que ingieren al día. Además estas niñas y niños dependen de la educación presencial para su formación académica porque la mayoría carece de recursos y medios en casa para seguir las clases de forma virtual. Esto ha provocado que muchos estudiantes abandonen el curso antes de empezar el bachiller.

En el caso de este colegio público los docentes no han notado mucho las 500 bajas que se han producido de estudiantes que estaban matriculados hace un año. En este recién iniciado curso cuentan con 700 nuevas matrículas, la mayoría son jóvenes cuyas familias han visto empeorada su situación económica durante la crisis sanitaria y han cambiado la educación privada por la pública.

La explotación sexual de menores aumenta en Colombia durante la pandemia

“El impacto se va a ver en unos años, al comprobar cómo va a avanzar esta generación de muchachos a los que le tocó sufrir esta situación”, afirma Edgar Riveros Leal, rector del Colegio Enrique Olaya Herrera de Bogotá. “Estos estudiantes no estaban en las casas ni en sus barrios en un ambiente seguro. No estaban en un ambiente que fortalezca su desarrollo, estaban en un espacio amenazador en muchas situaciones y esto es negativo para ellos”, revela el rector quien cuenta que están haciendo un seguimiento también a la salud de los jóvenes tras su regreso a las clases.

“Se está haciendo una evaluación niño a niño de los que van ingresando, porque hasta ahora solo han empezado unos grados, y se está haciendo una valoración a medida que llegan. En el plano físico tienen dificultades en el desarrollo motor, se notan muchachos subidos excesivamente de peso por el sedentarismo absoluto, la pérdida de tono muscular... Son situaciones complejas en las que hay que ir trabajando progresivamente”, explica Edgar Riveros.