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La era Trump

Trump y el 'impeachment': un juicio histórico abocado al fracaso en pleno año electoral en EE.UU.

  • La mayoría republicana en el Senado tumbará el juicio político contra el presidente y evitará su destitución
  • Sin embargo, el proceso influirá en el ánimo de los votantes, a menos de un año de jugarse la reelección

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Trump y el 'impeachment': un juicio histórico abocado al fracaso en pleno año electoral en EE.UU.

No por esperado deja de ser histórico: Donald Trump será el tercer presidente de Estados Unidos sometido a un juicio político, después de que este miércoles la Cámara de Representantes aprobara, gracias a la mayoría demócrata, iniciar el impeachment por los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso en el marco de la trama ucranianaUn proceso que parece abocado al fracaso dada la mayoría republicana en el Senado, pero que marcará de forma indeleble el mandato del presidente e influirá, quizás para bien, quizás para mal, en sus perspectivas de reelección en 2020.

Dependerá en gran parte de cómo se desarrolle el procedimiento, en el que Trump no está obligado a comparecer, aunque tanto el presidente -que mantiene todas sus funciones al frente del poder ejecutivo- como los legisladores republicanos ya han dejado claro que no tienen intención de colaborar, porque lo consideran una estrategia partidista de los demócratas para expulsarle de la Casa Blanca.

"Los demócratas tratan de anular el voto de decenas de millones de americanos", clamaba Trump en un mitin en Michigan, justo cuando la Cámara de Representantes aprobaba los cargos contra él, según recoge AFP. En su cuenta de Twitter, su medio favorito para comunicarse con sus simpatizantes, ha dejado un mensaje fijado con un cartel en el que avisa: "En realidad no van a por mí, van a por ti. Yo solo estoy en medio".

Es un nuevo episodio de la negativa de Trump a reconocer la legitimidad de la investigación, tal como explica a RTVE.es la investigadora principal de Estados Unidos y Relaciones Transatlánticas del Real Instituto Elcano, Carlota García Encinas: "Está negando la autoridad del Congreso para hacer un impeachment, cuando uno de sus deberes es la supervisión del presidente", señala, apostillando que "a los demócratas no les quedaba otro remedio que presentar los cargos, porque la trama ucraniana es tan evidente tras la transcripción de la conversación [con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski], que no pueden dejarlo pasar, aunque solo sea por sus propias bases".

Un juicio político abocado al fracaso en el Senado

Así, Trump se va a enfrentar ahora un juicio, no jurídico sino político, que los padres fundadores de Estados Unidos introdujeron en la Constitución para explicitar que ni siquiera el presidente está por encima de la ley. Un proceso que ya sufrieron dos demócratas, Andrew Johnson en 1868 y Bill Clinton en 1998, aunque ambos fueron exonerados por el Senado -en el caso de Johnson por un solo voto-; además, en 1974, Richard Nixon fue sometido a un impeachment, pero dimitió antes de que el proceso llegara al Senado.

Por lo tanto, hasta ahora ningún presidente ha sido destituido del cargo por el Congreso y es muy poco probable que Trump sea el primero: para consumar el impeachment se necesitan dos tercios de los votos en la cámara alta, es decir, 67 de los cien senadores, y los republicanos tienen 53 escaños, sin que se hayan detectado fisuras notables en la mayoría.

Más bien al contrario, el partido ha cerrado filas en torno al mandatario, como reflejan las reacciones tras la votación de este miércoles. "Hemos visto testimonios falsos, testigos seleccionados y a los demócratas retorcer los hechos para que encajen en un relato ficticio. Es una vergüenza que desde el primer día de esta presidencia legítima, los demócratas hayan querido destituir al presidente. Innecesario y contraproducente. ¡El Senado pondrá fin a esta farsa!", aseguraba el senador por Kentucky Paul Rand, un ejemplo que resume el sentir de los republicanos.

La Cámara de Representantes aprueba iniciar el 'impeachment' contra Donald Trump

"Trump ha logrado unir aún más al Partido Republicano, sobre todo tras la muerte de John McCain", señala García Encinas, que recalca que "lo que hay que ver no es el final, sino las consecuencias" de un proceso en el que es especialmente relevante si los ciudadanos terminan por apoyar la causa demócrata: "Hay un grupo muy importante de indecisos y moderados, un grupo de población decisivo para las elecciones".

La disputa por el procedimiento

Porque el juicio político se va a celebrar y su desarrollo influirá en un electorado que en noviembre del año que viene vuelve a acudir a las urnas para decidir si renueva el mandato de Trump o elige a un demócrata para sustituirle. "Va a haber más utilización política por parte de los republicanos", opina García Encinas, que subraya como los demócratas tratan de "institucionalizar el proceso, hacer ver que forma parte de la separación de poderes y el sistema de check and balances", los contrapesos de la democracia estadounidense.

La primera batalla se desatará en la discusión sobre los detalles del procedimiento en el Senado, porque la Constitución establece que el presidente puede ser destituido del cargo por "traición, cohecho o cualquier otro crimen grave o menor", pero no precisa cómo llevar a cabo el proceso, así que la cámara alta tiene total libertad para decidir desde la duración del debate hasta los testigos a los que escuchar.

Es seguro que el juicio político estará dirigido por el presidente del Tribunal Supremo, el juez John Roberts, y que los senadores actuarán como jueces y jurados al mismo tiempo; un grupo de miembros de la Cámara de Representantes, elegidos por la presidenta de la cámara baja, Nancy Pelosi, actuará como fiscales, mientras que Trump estará defendido por su equipo legal. Todo lo demás está por decidir.

Así funciona el proceso de destitución, o 'impeachment', en EE.UU.

La Cámara de Representantes tiene ahora que notificar su decisión al Senado, pero Pelosi -que, este miércoles, tras la votación, pidió "un proceso justo"- puede demorarlo para forzar a los republicanos a un acuerdo sobre las condiciones, aunque el líder de la mayoría en la cámara alta, el republicano Mitch McConnell, ya ha dejado claro que se coordinará con la Casa Blanca, indecisa entre enterrar el caso con un proceso corto o utilizarlo como arma arrojadiza contra los demócratas.

Un Congreso tan fracturado como el país

En cualquier caso, McConnell ha descartado facilitar un juicio político basado en el examen de los hechos, para dilucidar si efectivamente Trump presionó al Gobierno de Ucrania para perjudicar a un rival político, el exvicepresidente Joe Biden: "No seré imparcial", ha proclamado. Así que, mientras en 1998 ambos partidos pactaron el formato para enjuiciar a Bill Clinton, ahora es improbable que eso ocurra, un indicio más de la fractura política que divide al país en los últimos años: "La polarización crece, porque los demócratas estaban muy divididos antes y ha habido una abrumadora mayoría a favor, con solo tres votos de legisladores demócratas en contra", refrenda Carlota García Encinas

No obstante, es posible que algún senador republicano no tan alineado con Trump, como Mitt Romney, apoye a los demócratas para intentar que el Senado escuche a más testigos o analice nuevas pruebas, es decir, que lleve a cabo una verdadera investigación sobre la trama ucraniana. Quizás eso es lo que inquieta a Trump: "No está contento por ser enjuiciado, pero no está desanimado, en absoluto", ha contado a Reuters un confidente cercano al presidente.

Su intención, de hecho, es revertir a su favor el proceso en el Senado, aglutinando y reforzando a sus bases para impulsarse hasta la reelección: "Este impeachment ilegal y partidista es un suicidio político para el Partido Demócrata", advertía Trump en el mitin de Michigan. Con todo, es muy arriesgado predecir cómo influirá en el ánimo de los estadounidenses: "Las encuestas muestran que el apoyo de los ciudadanos al impeachment ha crecido, pero en los swing states [estados en disputa, que deciden las elecciones] no están muy a favor. Los demócratas se pueden estrellar o todo lo contrario", concede la experta del Real Instituto Elcano.

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El presidente de Estados Unidos, en cualquier caso, se ha tomado el juicio político casi como un asunto personal. Porque lo que sí es innegable es que, sea o no destituido, sea o no reelegido para un segundo mandato, su presidencia quedará indisolublemente unida al proceso de impeachment, una mancha que él intentará enjugar con otra victoria electoral en noviembre del año que viene, pero que ya forma parte de la era Trump.