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'Mural': cuando Jackson Pollock parió el expresionismo abstracto

  • El Museo Picasso Málaga exhibe por primera vez en España la obra de Pollock
  • Mural supuso el nacimiento del expresionismo abstracto y el action painting
  • El Guernica de Picasso influyó enormemente en la obra del artista norteamericano
  • Podrá verse junto a otras 40 obras contemporáneas hasta el 11 de septiembre

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'Mural', de Jackson Pollock, expuesto en el Museo Picasso Málaga.
'Mural', de Jackson Pollock, expuesto en el Museo Picasso Málaga.

"Le eché un vistazo y pensé, 'ahora, esto sí que es arte extraordinario' y supe que que Jackson (Pollock) era el artista más genial que este país había producido". Esta fue la impresión que le causó a Clement Greenberg, el crítico de arte más importante de la época en Estados Unidos, cuando contempló por primera vez Mural (1943) de Pollock. No se equivocó: Mural es el nacimiento del expresionismo abstracto, el primer movimiento artístico genuinamente estadounidense del siglo XX y el futuro del arte.

Ahora, por primera vez, y probablemente única vez en España, el Museo Picasso Málaga ofrece la oportunidad de poder contemplar el inmenso lienzo de seis metros de largo por casi dos y medio de alto, en las mismas condiciones que lo hizo Greenberg, en la exposición Mural. Jackson Pollock. La energía hecha visible, que podrá verse desde el 21 de abril al 11 de septiembre.

El Museo de Arte de la Universidad de Iowa, propietario de esta obra maestra, organiza esta exposición que trae a Europa el lienzo tras haber sido sometido a un proceso de restauración de dos años en el Getty Conservation Institute de Los Ángeles. Estas breves 'vacaciones' europeas de Mural han llevado ya la obra maestra de Jackson Pollock (1912-1956) a la Peggy Guggenheim Collection de Venecia y al Kunsthalle de Berlín y terminarán en la Royal Academy of Arts de Londres tras su paso por Málaga, donde su presencia está más que justificada por la intensa influencia que el malagueño Pablo Picasso causó en el pintor estadounidense, especialmente el Guernica (1937).

El comienzo del action painting

Mural fue un encargo personal de la coleccionista y mecenas de arte Peggy Guggenheim, que había fichado a Pollock para su galería neoyorquina Art of this century, después de haber comprado su Figura estenográfica (1942). Guggenheim le pidió en 1943 pintar un mural para su residencia natal en Nueva York, que al principio iba a ser pintado sobre una pared de la casa, aunque, aconsejada por Marcel Duchamp, se trasladó a lienzo.

Jackson Pollock con el lienzo sin pintar de Mural, 1943. Fotografía de Bernard Schardt. © Por cortesía de The Pollock-Krasner House and StudyCenter, East Hampton, Nueva York. Donación de JeffreyPotter © The Pollock-Krasner Foundation, VEGAP, Málaga, 2016

El reciente proceso de restauración de Mural ha derrumbado el mito respecto al proceso de creación de la obra. Hasta ahora se pensaba (por declaraciones de su viuda y de la propia Peggy Guggenheim, que Pollock había realizado el lienzo durante una sola noche después de haber pasado seis meses bloqueado ante un inmenso lienzo en blanco sobre el que no sabía qué pintar a la espera de que le llegara la inspiración y tras haber recibido un ultimátum de su mecenas. El análisis del lienzo ha permitido comprobar que no fue obra de una sola noche -hay capas de pintura sobre otras ya secas-, aunque sigue siendo resultado de forma de pintar salvaje y enérgica que dio lugar al alumbramiento sin saberlo el expresionismo abstracto y el action painting (pintura en acción), la explosión volcánica de la energía en el proceso pictórico frente al uso cuidadoso de la pincelada.

"Es una estampida (...). Todos los animales del Oeste Americano, vacas y caballos, antílopes y búfalos, todos cargando a la vez contra esa condenada superficie", diría el artista de esta obra totalmente abstracta y profundamente expresiva que cambiaría el devenir del arte abriendo nuevos horizontes.

Mural resume las influencias artísticas que habían empapado a Pollock desde sus inicios: el interés por los grandes muralistas mexicanos, como David A. Siqueiros, José C. Orozco y Diego Rivera, al que tuvo la oportunidad de ver pintar el mural para el Rockefeller Center de Nueva York; y también la honda impresión que le causó el Guernica, que pudo contemplar en 1939, primero en la galería Valentine y luego en la retrospectiva que dedicó el MoMa a Picasso, el que entonces era el artista vivo más célebre.

El 'Guernica' (1937) de Pablo Picasso./ EFE noticias

Pollock, que también admiraba a Miró y El Greco, sentía por el padre del cubismo una visceral mezcla de amor-odio: "No me cabe duda de que admiraba a Picasso, y al mismo tiempo competía con él, quería superarle", revelaba en 1969 su viuda, la artista Lee Krasner.

La muerte del caballete

"Mi pintura no nace en el caballete. Casi nunca, antes de comenzar a pintar, se me ocurre extender la tela sobre el bastidor. Prefiero colgarla de la pared o dejarla sobre el suelo, porque necesito la resistencia de una superficie dura. Sobre el suelo me siento más a gusto, más cerca, más parte del cuadro; puedo caminar en torno suyo, trabajar por cuatro lados distintos, estar literalmente dentro del cuadro. Es un poco el método usado por ciertos indios del oeste que pintan con la arena. Cuando estoy dentro de mi cuadro no me doy cuenta de lo que estoy haciendo. Sólo después de cierto período, empeñado, digámoslo así, en "trabar conocimiento", consigo ver qué dirección he tomado. Y no tengo miedo de hacer cambios, ni siquiera de destruir la imagen, porque sé que el cuadro tiene una vida propia y no trato de sacarla afuera. Solamente cuando pierdo contacto con la tela el resultado es un desastre. De otro modo se establece un estado de pura armonía, de espontánea reciprocidad, y la obra sale bien", explicaba Jackson Pollock en 1947.

En ese año, el artista estadounidense, que se había mudado a Long Island tras casarse con Krasner dos años antes, hizo sus primeras drip paintings, en las que vertía o hacía gotear directamente la pintura sobre el lienzo y supusieron ir un paso más allá en su estilo. A la pintura salpicada sobre el lienzo le arrojaba además palos, arena, clavos, cristales, colillas..., una deuda más con Picasso y Braque y sus papier collé, y con los indios del Oeste Americano de su Wyoming natal.

Gracias a esa vuelta de tuerca en su técnica y también a las fotografías que Hans Namuth realizó en 1950 de Pollock mientras este trabajaba en su estudio, en vaqueros y con un pitillo en la boca, con esa técnica que prácticamente era una coreografía, el padre del expresionismo abstracto se convirtió en un auténtico icono cultural en la década de los cincuenta. El MoMa preparaba para 1956 una gran retrospectiva que se convertiría en homenaje póstumo tras la muerte prematura de Pollock en un accidente de tráfico a los 44 años, cuando conducía al parecer ebrio.

'Mural', de Jackson Pollock en el Museo Picasso Málaga

'Mural', de Jackson Pollock en el Museo Picasso Málaga

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  • 'Mural', de Jackson Pollock en el Museo Picasso Málaga

    Un momento de la colocación del lienzo en la exposición del Museo Picasso Málaga.

  • 'Mural', de Jackson Pollock en el Museo Picasso Málaga

    Mural, 1943. Jackson Pollock. University of Iowa Museum of Art, donación de Peggy Guggenheim.
     

Pollock no está solo

Pese a que no necesita de ninguna compañía, Mural no estará solo en Mural. Jackson Pollock. La energía hecha visible. La exposición la completan otras 40 obras, además de del propio artista, de otros creadores contemporáneos como los de su viuda, Lee Krasner, y Adolph Gottlieb, Roberto Matta, Robert Motherwell, David Reed, Antonio Saura, Charles Seliger, David Smith, Frederick Sommer, Juan Uslé y Andy Warhol.

También hay una selección de fotografías que muestran a Pollock en su proceso pictórico de autores como Herbert Matter, Barbara Morgan, Aaron Siskind y Gjon Mili y que exploran en la relación entre la obra de Pollock y la denominada fotografía de acción.

Con esta exposición, el Museo Picasso Málaga sigue explorando la influencia de la obra del genio malagueño en artistas de generaciones posteriores, de la segunda mitad del siglo XX a la actualidad, y que ya han pasado por la pinacoteca malacitana, como Bill Viola (2011), Martin Kippenberger (2011), Richard Prince (2012) o la recientemente dedicada a Louise Bourgeois.