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Jaime de Armiñán dedica su Goya de honor a los nominados y les desea éxito y dinero

  • El octogenario director ha recibido su premio durante la fiesta de finalistas
  • La gala de la 28 edición de los Goya se celebra el 9 de febrero en Madrid

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Jaime de Armiñán recoge el Goya de honor 2014

Jaime de Armiñán ha dedicado su Goya de honor, conseguido tras sesenta años de carrera en el cine, a los nominados a la 28 edición de los Premios Goya, duarante la fiesta de finalistas celebrada en el escenario de los Teatros del Canal de Madrid: "Os deseo un gran éxito no sólo de premios, sino de dinero, de alegrías y de amor".

"Me gustaría dar la vuelta al ruedo, con una canción de Juncal sonando de fondo, cantada por 'Vainica doble'", ha dicho el octogenario cineasta, que ha derrochado simpatía y bromas con el público que le ha aplaudido en la grada puesto en pie. Síntoma de los tiempos el escenario era una inmensa paleta de grises, del blanquísimo vestido corto de Inma Cuesta, a los negros rigurosos de Marian Álvarez, Javier Cámara o David Trueba, salpicado sólo por la vaporosa falda rojoanaranjada de la presentadora del acto, Cayetana Guillén, y el vestido verde de Nathalie Poza.

Tras el consabido repaso a las cintas más emblemáticas del galardonado, en un divertido montaje salpicado de risas y de besos, la actriz Julia Gutiérrez Caba, también vestida de traje pantalón negro, arribó al escenario para fundirse en un abrazo con el amigo y acunar juntos al "Cabezón" como si fuera un bebé. "Cuando me llamó Enrique González Macho para decirme lo del premio pensé: 'le voy a decir ya era hora de que me lo dieran', pero no se lo dije", apunta con inocencia el director de Mi querida señorita.

Orgulloso del reconocimiento

A pesar de provenir de familia de artistas, como ha destacado en su presentación el presidente de la Academia, Jaime de Armiñán ha asegurado que no le gustan "los saraos, ni las fotos", pero que esta noche estaba contento "y orgulloso" por lo que habían dicho de él."Tampoco soy muy de hablar -ha indicado-, pero lo primero que voy a hacer es desearos un gran éxito, no sólo de premios, sino de dinero, de alegrías y de amor", mientras los nominados le devolvían un gran aplauso.

De Armiñán, que la noche pasada estuvo desvelado por la emoción de recibir el premio, ha contado que no había pensado qué diría y eligió hacer memoria de cuando, siendo un chaval, su padre le llevaba a las matines del Circo Price. "Mis sensaciones con el cine, con otras artes, con el circo...aprendí mucho de las sabatinas del circo: donde empieza el cine y el teatro", ha rememorado el cineasta.

Y entre sus recuerdos, provocando las carcajadas de los asistentes, una Aurora Bautista vestida de mallas, subida a un trapecio, recitando -"qué valor", se reía De Armiñán-, o Carmen Sevilla "vestida de flamenca, toda de blanco, que se metió en la jaula de los leones y bailó unas sevillanas". "Pero el más valiente que vi fue Alfredo Marqueríe, un critico terrible, que se quitoó unas gafas gordísimas que llevaba, extendió los brazos, rezó, y eso que era ateo, mientras un hombre empezó a lanzarle cuchillos...Siendo crítico, hacer eso sí que era valor", ha concluido entre bromas. Precisamente, González Macho ha destacado que, de su cine, "lo que más se aprecia -ha dicho- es su sentido del humor, amable"  y le ha valorado como "analista de relaciones personales" y por "la fluidez de los diálogos" de sus películas.

Anécdotas en la alfombra roja

Los Goya 2014 han calentado hoy motores con su tradicional fiesta de nominados, una ocasión para ensayar el paseo por la alfombra roja y los discursos ante la prensa, pero también para rememorar anécdotas, como cuando David Trueba y Maribel Verdú compartían la etiqueta de eternos perdedores.

Ha sido Trueba, con siete nominaciones por Vivir es fácil con los ojos cerrados y que en el pasado ha obtenido más de una decena de candidaturas pero ningún Goya de los grandes (director, película o guión), quien lo ha recordado.

"Estábamos en el Café Hispano después de la ceremonia y Wyoming nos propuso que todos los que habíamos perdido subiéramos a una silla a pronunciar los discursos que habíamos preparado", contó. "Maribel subió la primera y se lo dedicó a sus padres y después tuvimos que pasar todos". Ahora Verdú ya ha ganado dos y este año vuelve a estar nominada como actriz de reparto por Quince años y un día, en competencia con Susi Sánchez, Nathalie Poza y Terele Pávez, que también pasaron por la alfombra de los Teatros del Canal, donde se celebró la fiesta.

Entre las protagonistas, la favorita es Marián Álvarez, que ya se llevó la Concha de Plata en San Sebastián por la joven Ana que sufre un trastorno de personalidad en La Herida, también nominada a mejor película y mejor dirección novel.

En su primera vez en los Goya, confesaba Álvarez que lo vive todo con "vértigo" y con "cierta distancia", y reconocía que la cosa está difícil, pues se enfrenta a Aura Garrido (Stockholm), Nora Navas (Todos queremos lo mejor para ella) e Inma Cuesta (3 bodas de más). "Soy la payasa del grupo", ha señalado Cuesta, la única con un papel cómico entre las nominadas. "Me hace ilusión porque María León, que es mi hermana, me ha dicho que es mi momento, pero yo creo que se lo van a dar a Marian (Álvarez)".

Entre los actores protagonistas, otro eterno candidato, Javier Cámara, proponía celebrar una cena paralela con todos los nominados que nunca han sido premiados, algo que en su caso ha ocurrido ya cinco veces -la de este año es su sexta vez como finalista-. "Si me lo dan este año, estará una semana en cada casa. Mi madre ya me lo ha pedido y mis amigos de La Rioja también", ha asegurado el actor, contento, eso sí, porque 2013 ha sido para él "un año mágico", con cuatro películas como protagonista, incluido el profesor que enseña inglés con canciones de los Beatles en la película de Trueba.

Y mientras unos reían, otros confesaban vivir el momento de la confrontación pública casi con angustia, como es el caso de Daniel Sánchez Arévalo, el favorito del año con once candidaturas para La Gran Familia Española. "Con tal de no irme de vacío me conformo, sería humillante", dijo el director, "con uno o dos me iría contento". Con menos modestia y más ironía respondió a cuáles le gustaría llevarse: "Yo quiero ganar yo, los míos, primero a la mejor película, que es de los que pasan a la Historia, y luego director o guión".

Al contrario, Manuel Martín Cuenca, cuyo Caníbal cuenta con ocho nominaciones, incluida mejor película, mejor director y mejor guión adaptado, señalaba que si pudiera elegir, se quedaría con los Goya para sus actores, Antonio de la Torre y Olimpia Melinte. "Las películas no son nada sin sus actores", dijo, y recordó cuando María Valverde ganó la estatuilla por su papel en La flaqueza del bolchevique.

También Rodrigo Sorogoyen, representante del cine "low cost" en esta edición de los Goya, cree que sus actores -Aura Garrido y Javier Pereira- tienen más posibilidades que él mismo, que se enfrenta a Fernando Franco, Neus Ballús y Jorge Dorado en la categoría de director novel. En todo caso, el director de Stockholm está contento por haber llegado hasta aquí, con una película que ha financiado en gran parte gracias a amigos y donaciones en internet. "Significa que se empieza a hacer caso al cine, no por su presupuesto, sino por sus ideas", señaló.

En el vestuario predominó la sobriedad, el negro y el vestido de cóctel o pantalón, aunque algunas como Aura Garrido o Nathalie Poza tentaron los tiros largos, la primera con un espectacular vestido ajustado de corte oriental y estampado floral, y la segunda con uno de gasa verde. Maribel Verdú desfiló rápidamente con camisa blanca y pantalón, ambos de Armani, mientras que Marian Álvarez optó por un mono negro de escote cruzado de Topshop.

Nadie, por supuesto, quiso desvelar qué tienen preparado para el día de la gran gala, el próximo 9 de febrero, aunque algunos, como Javier Cámara, advierten que están dispuestos a todo. "Yo me atrevo con el rojo de Messi si hace falta", aseguró.