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La India endurece la venta de ácido y ordena indemnizar a las víctimas de estos ataques

  • Los compradores de ácido tendrán que registrarse ahora en los comercios
  • Esta sustancia química es fácilmente accesible y muy barata
  • Laxmi, una joven atacada con 14 años, ha sido el motor para aprobar esta ley

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La joven india Laxmi, atacada con ácido por un pretendiente cuando tenía 14 años, ha logrado que el Supremo ponga coto a la venta de estas sustancias químicas.
La joven india Laxmi, atacada con ácido por un pretendiente cuando tenía 14 años, ha logrado que el Supremo ponga coto a la venta de estas sustancias químicas.

El Tribunal Supremo de la India ha ordenado el endurecimiento de la regulación para vender ácido en el país, así como la obligatoriedad de compensaciones para las víctimas de ataques con sustancias químicas, fundamentalmente mujeres, según informan los medios locales.

La orden ha sido dictada por el magistrado R.M. Lodha, quien ha sancionado la creación de un nuevo marco legal para controlar la venta de un producto que hasta ahora era muy asequible y que es utilizado cada año para perpetrar ataques de corte machista en la India. El ácido es muy accesible. El litro cuesta en torno a   30 rupias (unos 0,40 céntimos de euros) y es utilizado generalmente para limpiar   retretes o tuberías.

La corte ha dispuesto que los establecimientos que comercialicen este tipo de sustancias, como por ejemplo ácido sulfúrico, deberán tener existencias limitadas y registrar siempre los datos relativos a la identidad del cliente.  De lo contrario, los comercios serán sancionados con multas de hasta 50.000 rupias (640 euros).

El Supremo también ha dictaminado que el Gobierno deberá compensar obligatoriamente a cada víctima con 300.000 rupias (3.840 euros).

Esta orden llega dos días después de que el Ejecutivo, a instancia judicial, presentara una serie de propuestas al respecto, con el objetivo de atajar el creciente número de ataques con ácido que se registran en el territorio.

La larga lucha de Laxmi

El desenlace está motivado por la larga lucha de Laxmi, una joven que fue atacada en 2005 cuando tenía 14 años.. Un pretendiente frustrado le desfiguró la cara y parte del cuerpo. Un año después, interpuso una demanda en el Supremo con el fin de  llevar al Estado a regularizar la venta de estas sustancias químicas  fatales, y hoy por fin lo ha conseguido.

Laxmi, para hacer visible, el daño irreparable de estos ataques siempre se ha negado a ir cubierta en público. "Quiero mostrar a la gente cómo son  los agresores, que piensen en el cabrón que me hizo esto. Si la gente lo  ve, nos apoyará y las cosas cambiarán”, señala.

Su familia ha invertido más de un millón de rupias (12.670 euros) en operaciones de ojos, orejas, cara, manos, nariz... que todavía no han terminado y sin recibir ningún tipo de asistencia. “Habrá más intervenciones pero yo quiero hacer también otras cosas. Quiero trabajar... Mi vida ha estado parada ocho años. He estado sola, sin amigos”, explica la joven.

"Más vale tarde que nunca"

Cada año decenas de mujeres son víctimas de ataques con sustancias  químicas en la India y,  ante la falta de programas públicos de  rehabilitación y compensación,  se sumen en un penoso ostracismo. Colectivos de mujeres en la India se  plantean ahora si la medida será insuficiente para frenar estos ataques. Aún así creen que "más vale tarde que nunca".

"No creo que la nueva ley vaya a detener los ataques con  ácido contra las mujeres. La instalación de cámaras de circuito cerrado en los  mostradores de venta debería ser obligatoria", reflexiona la analista Swati Sevlani en declaraciones al diario Times of India. 

El ácido es como un revólver

La activista Belu George ha dado la bienvenida a la norma, pero considera que aún queda mucho por hacer. "El ácido es como un revólver. Puede destruir la vida de alguien en un momento. Se necesitan leyes más estrictas que garanticen que las mujeres pueden caminar solas sin miedo", apunta.

Pooja Kher, una estudiante de periodismo que ha recibido llamadas amenazadoras, asegura: "Yo no grito a los acosadores que me llaman por teléfono o me siguen en las calles. Pero el miedo sigue siendo el fondo de mi corazón acerca de un posible ataque con ácido. Lo que necesitamos es cambiar la actitud de los hombres".