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La crisis libia despierta a Occidente del sueño del multilateralismo

Ver El mundo, dividido sobre la actuación en Libia en un mapa más grande

  • La resolución impulsada por París y Londres encalla en la ONU
  • La OTAN se reúne con división entre sus miembros sobre cómo actuar
  • Obama recula y habla de que aún está en el estado de tomar una decisión
  • La UE escenifica con su división el dilema entre intervención y legalidad

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Hay una imagen que estos días ronda en la cabeza de Barack Obama como una pesadilla: la de un Consejo de Seguridad de la ONU en la que un representante estadounidense esgrime pruebas para intervenir en un país, un inglés le da su apoyo incondicional, un francés se niega en un alarde de retórica y un ruso y un chino se niegan a avalar cualquier injerencia en los asuntos internos de un país y dan carpetazo al asunto con un sonoro veto.

Esa secuencia ya fue vivida por la comunidad internacional en los históricos consejos de seguridad del primer trimestre de 2003, donde la imposibilidad de Reino Unido y de Estados Unidos de lograr una nueva resolución que avalase su intervención en Irak acabó con la guerra preventiva y la fractura de la comunidad internacional.

Fracaso de la resolución

Estos días al bloque anglosajón se le ha unido Francia, que es una de las impulsoras de una resolución para establecer una zona de exclusión aérea en Libia, pero los adversarios siguen siendo los mismos: una Rusia que pese al acercamiento con Washington sigue reacia a la intervención militar y una China partidaria de explotar el diálogo hasta la extenuación, consciente de las resonancias que las revueltas árabes tienen en su propio suelo.

No están solas: Alemania, miembro no permanente del Consejo y una  prominente potencia europea, ha mostrado a través de su ministro de  Exteriores que una zona de exclusión aérea no es una prioridad en estos momentos y se inclina por más sanciones a Gadafi, algo que sería bien visto por China y Rusia.

Otras naciones presentes en el Consejo como Sudáfrica o India se  inclinan también por más consultas, especialmente con las organizaciones  regionales implicadas, cuyo apoyo se antoja fundamental.

Así las cosas, fuentes diplomáticas dan por hecho que, a día de hoy, la resolución no saldría adelante, de forma que se apunta más a nuevas medidas, como la creación de una cuenta con los beneficios petrolíferos para evitar que Gadafi se lleve el dinero del país, en la misma línea de lo que ocurrió en los 90 con Irak y el programa Petróleo por Alimentos.

De hecho, Estados Unidos ha dejado claro a Londres y París que Obama está en un proceso de revisión de su política y que "no puede implicarse totalmente en una zona de exclusión aérea en este momento".

El enfriamiento de la opción de la zona de exclusión se aprecia ya de cara a la reunión de la OTAN de Bruselas, donde altos cargos americanos y británicos han subrayado que la OTAN primero debe ver "una necesidad demostrable" de actual.

El primer ministro británico, David Camero, ha querido dejar claro que de lo que conversó con el presidente de EE.UU. en la noche del martes fue de "una planificación, no de la decisión de actuar"

Adhesiones árabes

Para tomar esa decisión Washington, París y Londres saben que es fundamental el apoyo regional.

En este sentido, ya han conseguido un éxito importante al obtener la adhesión de los países del Golfo Pérsico, que han respaldado específicamente la creación de una zona de exclusión aérea.

"Es significativo, los estados del golfo y el ámbito más amplio de la Liga Árabe está jugando un papel notablemente importante", ha declarado Salman Shaij, director del centro de la Brookings Institution en Doha a la agencia Reuters.

En efecto, los ministros de Exteriores de la Liga Árabe celebrarán una reunión de urgencia este viernes para tratar la situación en Libia y un encuentro previo entre su secretario general, Amro Musa, y el ministro francés, Alain Juppé, este fin de semana hace pensar que los árabes podrían abrazar esta zona si no hay intervención militar.

La Conferencia Islámica también ha dado señales en este sentido, así que la única organización regional cuyo apoyo sigue en el aire sería la Unión Africana, que engloba también a países del África subsahariana con los que Gadafi tiene importantes lazos, tal y como demuestra que buena parte de sus apoyos en el conflicto le viene por mercenarios procedentes de países vecinos como Mali, Argelia, Níger y Chad.

Cumbre de la OTAN

Mientras, la reunión que se celebra en Bruselas de los ministros de Defensa de la OTAN dará una imagen más nítida de cual es el clima entre los aliados, entre los que están los que consideran que la intervención de la Alianza es inevitable, los que se niegan pese a apoyar un espacio de exclusión, como Francia, y los que rechazan cualquier intervención militar, como Turquía.

Entre ellos, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen ha salido de nuevo a la palestra para decir que la OTAN no contempla una intervención y que ésta siempre se hará con el aval de la ONU.

En su viaje rumbo a Bruselas, el secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, ha asegurado que comparte la visión del presidente Obama de que no se puede descartar una intervención militar pese a que él y el jefe del ejército de EE.UU., Mike Mullen, ha subrayado estos días que cualquier zona de exclusión aérea requiere una intervención militar.

Esa intervención, tal y como señala el experto de la Brookings Bruce Jones, tendrá un liderazgo de Estados Unidos, lo que podría hacer que una revuelta doméstica contra el autoritarismo se convierta en un nuevo foco de antiamericanismo en la región.

Del dicho al hecho

Por eso, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, ha dejado claro que la intención de su país es que si hay una intervención sea con el aval multilateral y no liderada en exclusiva por Estados Unidos.

Pero la Liga Árabe ya ha advertido de que no será capaz de garantizar esa zona de exclusión pese a que la apoye y Francia ha dejado caer que no es necesario despliegue militar alguno para imponerlo y mucho menos participación de la OTAN.

Y es que la crisis libia se ha convertido en una de las principales pruebas de fuego del regreso al multilateralismo por parte de Estados Unidos, donde los fantasmas de Irak y Afganistán siguen teniendo mucha fuerza.

"El fantasma de Blair y Bush está planeando sobre esta guerra", señalaba Jon Marks, experto en Libia, a la agencia Reuters.

"Las zonas de exclusión aérea son una aventura extremadamente arriesgada, no tiene actualmente base legal y puede tener un efecto boomerang", añade Carne Ross, un exdiplomático británico en la ONU en su blog.

La división europea

En el otro lado, los aliados de Obama como el primer ministro británico, David Cameron, o el propio Gobierno italiano han insinuado que están buscando un apoyo "más amplio" para la acción militar, algo que para una fuente de la OTAN citada por el Washington Post supondría buscar apoyo regional en la Unión Europea, la Unión Africana y la Liga Árabe.

El problema es que la propia Unión Europea no muestra una actitud unánime. En un pleno celebrado este miércoles el Parlamento Europeo aprobaba una resolución pidiendo una zona de exclusión aérea mientras que la alta representante, Catherine Ashton, evitaba darle un respaldo específico a la iniciativa e instaba a dejar a los árabes hacer sus propias revoluciones.

El Consejo Europeo del próximo día 11, aunque tarde, tratará de buscar un acuerdo, aunque las posturas de Francia, Italia y Reino Unido no parecen muy próximas a la de Alemania, que prefiere esperar, e incluso España, que considera la intervención militar la "última opción" sobre la mesa, siempre con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU.

De telón de fondo, tal y como recuerda Bruce Jones, de la Brookings, es el papel que Estados Unidos quiere jugar en el mundo tras lo ocurrido en Irak y su veredicto es claro: Washington no debe actuar sin el aval de la ONU.

"El Consejo de Seguridad no es solo un sello, es el cuerpo cuyo mandato centra es mantener la paz y la seguridad. Eso supone que todos en el Consejo, no solo los miembros permanentes y ciertamente no solo Estados Unidos, deben hacerlo", concluye.