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Un prominente hispano para relanzar el liderazgo empresarial de Estados Unidos

  • Obama había elegido al gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, como secretario de Comercio
  • Secretario de Energía y embajador ante la ONU con Clinton, atesora experiencia
  • Pretendía impulsar la economía del país en el exterior, en plena crisis económica
  • Se considera un liberal en asuntos sociales y un moderado en economía

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RIchardson saluda a Zapatero durante su última visita a España, el pasado verano.
RIchardson saluda a Zapatero durante su última visita a España, el pasado verano.

Siguiendo la línea marcada por sus anteriores nombramientos, Barack Obama había elegido a un político experimentado para la Secretaría de Comercio, otro de los puestos claves de la administración federal estadounidense, más aún en tiempo de crisis económica. El hasta ahora gobernador de Nuevo México, Bill Richardson, iba a ser el encargado de promover el desarrollo económico y tecnológico del país, además de representar a la comunidad hispana en Washington. Sin embargo, Richardson ha decidido renunciar al puesto.

Richardson, de hecho, no había necesitado el respaldo de Obama para convertirse en el político hispano más prominente de Estados Unidos: desde 2002 es el primer gobernador latino en la historia del país, pero ya antes ocupó cargos de responsabilidad bajo la presidencia de Bill Clinton, su mentor político, con el que fue secretario de Energía y embajador ante la ONU.

De ahí la sorpresa con fue recibido su temprano apoyo al ahora presidente electo, nada más retirarse de la carrera por la nominación demócrata a la Casa Blanca en marzo de 2007, en lugar de respaldar a Hillary Clinton. Su decisión demuestra su instinto político y fue fundamental para Obama, que entonces atravesaba un momento crítico por unos comentarios incendiarios del pastor de su iglesia, Jeremiah Wright.

Congresista y mediador internacional

Richardson, de 61 años, es hijo de una mexicana y de un estadounidense; nacido en Pasadena (California) por deseo de su padre, que trabajaba en Ciudad de México, pasó en la capital mexicana gran parte de su infancia, antes de ser enviado a un internado en Massachusetts, con 13 años.

Allí tuvo que lidiar con el hecho de ser el único alumno latino de la escuela, pero también se ganó la fama de ser uno de los mejores jugadores de béisbol del equipo; allí, también, conoció a Barbara Flavin, con la que se casaría en 1972.

Como congresista por Nuevo México -cargo que desempeñó 14 años-, Richardson se encontraba de camino a Corea del Norte en 1994 cuando Pyongyang derribó un helicóptero estadounidense que había entrado en su territorio por error.

Clinton, entonces presidente, le pidió que negociara con Corea del Norte la salida de los pilotos, lo que colocó a Richardson en el centro de la atención nacional. El entonces congresista logró que el régimen comunista revelara que uno de los estadounidenses había muerto en el incidente. El otro fue puesto en libertad poco después.

Ahí comenzó la carrera de Richardson como mediador, a veces de forma oficial, otras en nombre de familias de detenidos, en los puntos más calientes del mundo. Así, se reunió con Sadam Husein en Bagdad en 1995 y obtuvo la liberación de dos contratistas estadounidenses.

Un año después se entrevistó con Fidel Castro y le convenció para que sacara de la cárcel a tres disidentes. Richardson también habló cara a cara con los líderes talibanes y obtuvo un alto el fuego temporal en el conflicto de Darfur (Sudán).

Respaldo empresarial

Tras dejar Washington y afianzarse como gobernador en Nuevo México, Richardson ha ido ganando peso en el partido demócrata apoyándose en su estilo afable, jovial y astuto.

Se considera un liberal -lo que en Europa equivaldría a progresista- en asuntos sociales y apoya, por ejemplo, la regularización de los 12 millones de inmigrantes indocumentados del país. En economía, en cambio, es moderado, de tal forma que se jacta de ser un demócrata que ha bajado los impuestos en su Estado y ha señalado que "el motor de la oportunidad económica" es el sector privado, no el gobierno.

Goza de buena consideración entre los empresarios, lo que le será de gran utilidad en su nuevo cargo, que se concibe como el enlace de la Casa Blanca con la clase empresarial. Entre sus funciones como secretarío estarían la promoción de los intereses económicos del país en el extranjero y abrir nuevos mercados para los productos estadounidenses, por ejemplo en Brasil, Rusia, India y China.

Esto también habría includio impulsar, si Obama continúa la labor de Bush en ese sentido, la aprobación en el Congreso de los tratados de libre comercio con Colombia y Corea del Sur. También deberá gestionar las negociaciones ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), que buscan cerrar la Ronda de Doha.