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Sudán del Sur se desangra. Repartidos en cinco países, más de tres millones de refugiados sudaneses aguardan tiempos mejores. País de ricos recursos naturales, Sudán posee las terceras reservas de petróleo de África, pero no deja de ser noticia por la guerra que lo ha dividido y por los desplazados que este conflicto y las hambrunas provocan. Más de un millón de niños sursudaneses padecen desnutrición aguda. La ONU cifra en unos 183 millones de dólares la ayuda necesaria. Y mientras los machaca el conflicto entre el norte musulmán y el sur cristiano, se mantiene activo el interés de las potencias por la gestión de sus recursos patrolíferos, ahora en manos de China y pretendidos por Estados Unidos, Israel e Irán.

Día Mundial de la Alimentación

La desnutrición en Mali: una crisis silenciosa

  • Uno de cada cuatro niños en Mali sufre malnutrición crónica
  • La implicación de la comunidad es clave para combatirla
  • En la localidad de Yorosso se ha rebajado la tasa a la mitad en sólo dos años

Desde el 25 de agosto, son ya casi 400.000 los musulmanes de la etnia rohinyá que han huido de Birmania para buscar refugio en Bangladesh. Escapan de la última ola de violencia y de la represión a manos del ejército birmano. El desplazamiento masivo se produce a raíz de la última ola de violencia que enfrenta a esta etnia minoritaria con el gobierno birmano, que ha optado por praticar una represión a manos del ejército que la ONU califica de “limpieza étnica”.

Pero el rostro más duro de esta catástrofe humanitaria está en los niños rohinyás, "alrededor de un 60%" de los desplazados, según UNICEF. Se trata de más de un cuarto de millón de menores que han cruzado por tierra y por mar a Bangladesh, la mayoría hacia la ciudad portuaria de Cox's Bazar, cercana a la frontera birmana.

El número real de refugiados ha desbordado los campos de refugiados que ya había, y los recién llegados buscan refugio en cualquier sitio, apunta esta agencia de la ONU. “Hay escasez grave de todo, especialmente de refugio, alimentos y agua potable”, afirma el representante de UNICEF en Bangladesh, Edouard Beigbeder. “Los niños están en alto riesgo de contraer enfermedades transmitidas a través del agua debido a las condiciones sobre el terreno. Tenemos por delante una tarea monumental para proteger a estos niños, que son extremadamente vulnerables”.

UNICEF ha enviado camiones con agua y artículos de agua y saneamiento para los miles de niños rohinyá que se encuentran en Cox’s Bazar (Bangladesh). Además, se está preparando un flujo estable de ayuda para suministrar más artículos durante los próximos días y semanas. “Estos artículos forman parte de una primera oleada que aumentará enormemente la respuesta de emergencia de UNICEF al creciente número de niños rohinyá en Bangladesh”, explica Beigbeder.

Los continuos combates en Siria mantienen activo el flujo de miles de desplazados de Raqqa y Deir-ez-Zor, entre ellos miles de menores. Según las informaciones que UNICEF recibe desde el interior de la ciudad de Raqqa, varios miles de niños continúan encerrados en la ciudad, atrapados en plena línea de fuego. Sin acceso por parte de las agencias humanitarias, la ciudad carece por completo de asistencia vital. Los niños y sus familias tienen poca o ninguna agua potable, mientras los alimentos se agotan rápidamente. A medida que el conflicto se intensifica, los niños atrapados en la ciudad enfrentan un riesgo mayor de resultar muertos o heridos. Las partes en el conflicto deben protegerlos y facilitar un pasaje seguro a los civiles para ponerse a salvo.

UNICEF reclama que se permita una salida segura y digna a los menores y las familias que desean abandonar Raqqa. Las partes en el conflicto deben detener la violencia en todo el país y cumplir sus obligaciones legales con los niños. Así se ha expresado Fran Equiza, representante de UNICEF en Siria tras una visita a los campos de Areesha, Ein Issa y Mabrouka, donde he conocido a niños desplazados.

Unicef alza la voz en favor de la infancia. Un toque de atención para los países más ricos a los que pide liderazgo proteger a los más vulnerables. Un 92% de los niños que llegaron a las costas italianas entre 2016 y principios de 2017 lo hicieron solos tras atravesar el peligroso paso Meditarráneo desde el Norte de África.