La pandemia nos pilló a todos por sorpresa, pero a los pasajeros delDiamond Princess, aún más. En este barco de lujo viaja Alice Chow, de vacaciones con su madre. A su paso por Hong Kong, un hombre que ha desembarcado da positivo de coronavirus. Cuando llegan a Japón, las autoridades ponen el barco en cuarentena. Esta es la historia de cómo los contagios se multiplican dentro del barco en los días siguientes.
En el día festivo de San Patricio, una parte oscura de la historia de Irlanda llega a las tablas del Abbey Theatre de Dublín. La obra, que podrá verse a través de Youtube, se llama "Home: Part One" y en ella, 46 actrices van a para poner voz a aquellas mujeres, madres solteras, esclavizadas en los Hogares Materno-Infantiles, investigados por la muerte de 9.000 niños entre 1922 y 1998. Una propuesta de Íñigo Picabea.
En 24 horas de RNE nos sumamos a la programación especial de Radio Nacional para recordar que la guerra de Siria se extiende ya una década. Comenzó en 2011, de una mecha que surgió en la estela de las primaveras árabes. Y, diez años después, las consecuencias de ese clamor que se volvió guerra civil son incontables. Esta guerra, que todavía no ha terminado, causó el mayor movimiento de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que unos seis millones de personas tuvieron que abandonar sus hogares. Tras la crisis humanitaria que sacudió a Europa, más de la mitad quedaron bloqueados en Turquía, como consecuencia del acuerdo firmado entre ese país y la Unión Europea. Otros consiguieron cruzar de continente y algunos siguen varados en condiciones deleznables en las fronteras de los distintos países de la ruta: Grecia, Macedonia, Serbia, Hungría, Austria... Los hay que todavía se aventuran en la peligrosísima ruta del norte de África para conseguir llegar a Europa, donde Alemania se convirtió en una especie de tierra prometida. Dos de los países con mayor potencia bélica se implicaron en esta batalla: Rusia, que respalda al régimen de Al Asad; y Turquía, que ampara a los llamados rebeldes.
Es difícil resumir en 20 minutos las claves y la situación actual de una guerra que ha removido los cimientos de Oriente y de Europa en varios sentidos, pero vamos a intentarlo con los corresponsales de Radio Nacional para Oriente Próximo, Cristina Sánchez, la enviada especial a Turquía, Aurora Moreno, corresponsal en Berlín, Gabriel Herrero, en Washington, y en Moscú, Erika Reija.
Un muro de hormigón de dos metros de ancho y tres de alto rematado con alambres de púas que se extiende a lo largo de los 764 kilómetros divide la frontera entre Turquía y Siria en Karkemish e impide cualquier intento ilegal de entrar a Turquía. Aquí recuerdan muy bien cómo intentaban escapar los refugiados sirios de la guerra y del Estado Islámico. “Los que llegaban legamente estaban en la miseria”, cuenta la propietaria de una cafetería, “muchos se caían al río Éufrates”. “Primeros nos abrieron sus casas” recuerda Mohan que ahora se ha instalado en Karkemish y huyó de Siria después de que el Estado Islámico matara a varios de sus primos.
Los enviados especiales de RNE Aurora Moreno y Rubén Fernández están en el puesto fronterizo de Karkemish, entre Siria y Turquía.
Nuestra enviada especial a la frontera entre Turquía y Siria, Aurora Moreno, visita uno de los talleres de la Media Luna Roja a los que acuden refugiados sirios a aprender un oficio.
En pleno siglo XXI el mundo asiste hoy al décimo aniversario de una guerra sin visos de terminar, compleja y salvaje. Naciones Unidas ha denunciado crímenes contra la humanidad de los dos bandos en Siria.
El país, aunque dirigido todavía por Bachar Al Asad, está dividido en zonas de influencia exterior. Hoy se conmemora el inicio de las protestas populares inicialmente pacíficas y la brutalidad con la que fueron reprimidas. En los años posteriores la guerra se fue librando a múltiples bandas: Rusia, Irán, Turquía, EE.UU., Daesh, las fuerzas kurdas... con una principal víctima: la población civil, que fue asediada, masacrada, forzada a huir, detenida, torturada y atacada con armas químicas.
Los menores de 10 años no han conocido la paz. El presidente rechaza toda solución política, sostenido por Moscú y Teherán. Las víctimas buscan justicia.
Indignación en el Reino Unido por la actuación de la policía durante la vigilia por la muerte de Sarah Everard, una joven asesinada, presuntamente, por un agente de Scotland Yard. La carga policial contra la concentración ha desatado una ola de protestas.
Wedad Salloum llegó hace unos años a Alemania desde Jordania. Ella forma parte de ese colectivo de gente que pertenecía a la clase media ilustrada y acomodada de Siria que salió del país de forma muy distinta a la de la mayoría. Le ha contado a Gabriel Herrero, nuestro corresponsal en Berlín, que no se siente refugiada: “Soy una persona que ha tenido un nuevo comienzo”. Eso sí, ha sido un comienzo duro, porque no ha podido ejercer su profesión y lucha para que su hija, que sigue en Jordania, se encuentre con ella. Aunque se siente totalmente integrada en la sociedad alemana, cuenta que piensa constantemente en Siria: “Nuestra cabeza y nuestro corazón siguen allí. Si comemos pensamos en la gente que no puede tener comida. Esta es realmente la realidad de nuestra vida”.
Abdulahad Younes tiene 27 años. Vive en un piso compartido en Roma y confía en poder convalidar el título de odontólogo que obtuvo en Siria y poder trabajar y vivir con independencia cuanto antes. Llegó a Italia gracias al trabajo de una ONG cuando la guerra ya estaba en Alepo. Ahora habla todos los días con su familia, pero sabe que no podrá volver a Siria. “Con esta guerra es muy difícil” le cuenta a nuestro corresponsal Jordi Barcia. Relata que la situación que viven sus padres es terrible “Cuando van a comprar, no saben si encontrarán lo que necesitan”.
Yazan Doudedari, odontólogo, cuenta que huyó de Alepo cuando el régimen de Bachar al Assad comenzó a represaliar a todos los que trabajaban con ONG que proporcionaban ayuda humanitaria al país. Tras pasar por Turquía y Egipto llegó a Reino Unido, donde intenta trabajar por la recuperación de su país. Sueña con volver a Siria, pero sabe que no es real: “Me gustaría volver, pero ahora no es seguro” le ha contado a nuestra corresponsal, Sara Alonso. “No puedo regresar a un país que tiene un gobierno criminal. Si vuelvo ahora, me matarían”, concluye.