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La tensión se ha reavivado en la República del Congo a raíz de la decisión del actual presidente Sassou Nguesso de presentarse de nuevo a las elecciones, algo que no permite la ley. La oposición ha hecho un llamamiento a la desobediencia civil y se han registrado episodios de violencia. Malos presagios en un país desangrado por una prolongada y cruenta guerra, y donde la gente trata de superar otras adversidades más urgentes como el hambre o la malaria. De esa tarea diaria y silenciosa por el desarrollo queremos hablarles este viernes, a propósito de los proyectos que Cáritas Cuenca realiza en el Congo desde hace 10 años. Esta organización no se limita a financiar proyectos, sino que mantiene relaciones de igualdad, reciprocidad, sostenibilidad, participación de todos los actores y respeto a la diversidad cultural. Su tarea se centra sobre todo en el derecho a la educción, a la salud y a la alimentación, y está dando unos resultados excelentes que ahora quieren dar a conocer aquí con una exposición titulada Cooperando; una sola familia, que este viernes abre sus puertas. Patricia Cazorla es la coordinadora de la exposición.

Este fin de semana, se celebra en Viena la cumbre internacional para buscar una salida a la guerra en Siria. Rusia, EE.UU. el régimen y la oposición, los actores implicados en el conflicto, buscan un consenso. Este viernes se están llevando a cabo reuniones preparatorias para lograr unificar las distintas facciones de la oposición siria.

  • Las banderas del EI empiezan a aparecer en varios países
  • Para muchos expertos se ha convertido en la nueva gran marca yihadista
  • El caos en Libia es terreno abonado para el grupo
  • Se nutren de escisiones y grupos terroristas locales

En Venezuela, comienza este viernes la campaña electoral de las elecciones parlamentarias del próximo 6 de diciembre, que según las encuestas se presentan como las más reñidas en mucho tiempo. Esta cita electoral comienza con controversia por la demanda de la oposición a a la Corte Penal Internacional para que investigue al presidente Nicolás Maduro.

En Portada estuvo en Colombia el día que se firmó el preacuerdo para acabar con un conflicto de casi 60 años, que ha dejado más de 220.000 muertos, el 80 % civiles, sin contar a los secuestrados, desaparecidos y desplazados. Las víctimas quieren paz y justicia y los guerrilleros y paramilitares procesados pueden ser los verdaderos beneficiados.

No hay pueblo de Colombia, por pequeño que sea, que no haya sufrido el zarpazo del conflicto. Han sido muchos años y demasiadas víctimas. Los crímenes se cuentan por cientos de miles y los índices de impunidad, los crímenes sin resolver, son muy elevados. Sin embargo, en medio de este mapa dolorido, un grupo de madres, las madres de Soacha, consiguió hacerse oír: se propusieron defender la memoria de sus hijos, que todo el mundo supiera que eran inocentes.

En una trama siniestra, miembros de las fuerzas armadas asesinaron a jóvenes a los que reclutaban con engaños para, tras alterar las pruebas, presentarlos como miembros de la guerrilla muertos en combate. A cambio, los soldados y mandos implicados, recibían recompensas, dinero, ascensos y permisos.

En Portada estuvo en Colombia el día que se firmó el preacuerdo para acabar con un conflicto de casi 60 años, que ha dejado más de 220.000 muertos, el 80 % civiles, sin contar a los secuestrados, desaparecidos y desplazados. Las víctimas quieren paz y justicia y los guerrilleros y paramilitares procesados pueden ser los verdaderos beneficiados.

No hay pueblo de Colombia, por pequeño que sea, que no haya sufrido el zarpazo del conflicto. Han sido muchos años y demasiadas víctimas. Los crímenes se cuentan por cientos de miles y los índices de impunidad, los crímenes sin resolver, son muy elevados. Sin embargo, en medio de este mapa dolorido, un grupo de madres, las madres de Soacha, consiguió hacerse oír: se propusieron defender la memoria de sus hijos, que todo el mundo supiera que eran inocentes.

En una trama siniestra, miembros de las fuerzas armadas asesinaron a jóvenes a los que reclutaban con engaños para, tras alterar las pruebas, presentarlos como miembros de la guerrilla muertos en combate. A cambio, los soldados y mandos implicados, recibían recompensas, dinero, ascensos y permisos.