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Amanece en Idomeni y la desesperación se agolpa ante las cámaras de la prensa internacional. Idomeni es un cuello de botella para los que intentan llegar al centro de Europa: aquí se amontonan 10.000 personas, y Macedonia sólo permite cruzar a unas pocas decenas al día. Los que pasan los Balcanes, encuentran más restricciones en varios países de la Unión. El primer ministro griego ha anunciado que pedirá sanciones para los que rechazan acoger refugiados. El presidente del consejo europeo, en Atenas, ha pedido solidaridad a los socios.

La Policía de Macedonia ha disparado este lunes gas lacrimógeno para dispersar a centenares de migrantes y refugiados que han intentado atravesar la frontera desde Grecia.

Un testigo, citado por la agencia Retuers, asegura que la Policía ha disparado varias andanadas de gas hacia la multitud, que ha echado abajo una puerta de metal. Algunos refugiados se han desmayado por efecto del gas.

Alrededor de 8.000 personas, según Reuters, permanecen concentradas en Idomeni, la localidad griega fronteriza con Macedonia, la mayoría iraquíes y sirios.

Unos 22.000 refugiados permanecen varados en Grecia desde la semana pasada por las restricciones fronterizas impuestas de la llamada "ruta balcánica", que comunica Grecia con el centro y norte de Europa.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha advertido de que vetará cualquier resolución en torno a la permanencia de Reino Unido en la UE si sus socios europeos no se comprometen a impedir el cierre de fronteras a los refugiados que huyen de la guerra en Siria. El órdago de Tsipras llega después de que este jueves Austria, Eslovenia, Croacia, Serbia y Macedonia -los cinco países de la ruta de los Balcanes que siguen los refugiados en su huida desde Oriente Medio hacia Europa Occidental- acordaran un estricto sistema de control para que sólo quienes provienen de países en conflicto puedan pasar más allá de Grecia, el primer país europeo que pisan.