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La pandemia empeora la calidad de vida de personas con autismo y repercute en su educación, según Autismo España

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Globos azules para conmemorar el Día Mundial del Autismo
Una madre de un niño autista coloca en su jardín globos azules para conmemorar el Día Mundial del Autismo.

La pandemia de la COVID-19 ha incidido en la salud mental y el bienestar emocional de las personas con autismo, así como en las oportunidades para acceder a una educación o para mantener sus puestos de trabajo, por lo que ha empeorado su calidad de vida, según ponen de manifiesto varios estudios realizados por la Confederación Autismo España con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre esta enfermedad, que se celebra cada 2 de abril.

Al igual que otros años, para dar visibilidad a esta efeméride se impulsa la iniciativa mundial 'Light It Up Blue' que implica la iluminación en azul de edificios y monumentos de todo el mundo durante la tarde-noche del 2 de abril, además de diversas acciones de concienciación. Este año, más de 300 edificios y monumentos de toda España han confirmado que se van a sumar a la iniciativa.

"La sociedad tiene todavía una visión alejada de lo que es una persona con trastorno del autismo, a veces por desconocimiento, y porque sigue habiendo falsas creencias e información que no se corresponde con la realidad de lo que es el trastorno, que no ayuda a esa visión positiva y que no ayuda tampoco a que las personas o las familias encuentren los apoyos que necesitan", asegura la directora técnica de la Confederación Autismo España, Ruth Vidriales.

La pandemia aumenta la vulneralidad de las personas autistas

"La pandemia ha aumentado la vulnerabilidad de un colectivo que ya tiene un riesgo superior de verse excluido en ámbitos como la educación y el empleo", ha denunciado Vidriales en el acto institucional de este año, en el que ha hecho alusión al aumento de insultos y a la falta de apoyo.

Precisamente el año pasado, Autismo España denunció que muchas personas con Trastorno generalizado del Espectro Autista (TEA) fueron increpadas cuando salían a dar paseos, solas o acompañadas de algún familiar, durante el confinamiento, a pesar de tener reconocido este derecho.

"Lo más duro ha sido el confinamiento. Echaba de menos no poder quedar con mis amigos, interactuar con otras personas y mis intervenciones en la asociación, que para mí eran fundamentales. Además, se incrementaron mis problemas para conciliar el sueño y me preocupaba mucho por mi madre y por mi hermano, que es enfermero, por si cogían la COVID", rememora Sofía Medavilla, diagnosticada con TEA y estudiante del Grado de Historia.

En representación de las familias de personas con TEA, Susana Guri, miembro de la Junta Directiva de Autismo España, ha coincidido en que lo más difícil de la pandemia fue el confinamiento, "dejar de hacer todo de un momento a otro y quedarse en casa".

Guri también ha señalado que echaron en falta "apoyos en el ámbito educativo, porque no estábamos preparados para la educación a distancia", a pesar del esfuerzo realizado por los y las profesionales de la educación que trabajaron con su hijo.

Además, según el informe 'Impacto económico de la crisis de la COVID-19 en Autismo España y su red de entidades miembro', se estima en más de 6,2 millones de euros el impacto económico inmediato del coronavirus en las entidades que facilitan servicios de apoyo especializados a las personas con TEA y sus familias.

Del impacto total, la pérdida de financiación pública y privada y de cuotas de servicios, las adaptaciones de los centros ante la nueva normalidad y los gastos en personal, sanitarios y desinfección supusieron más de 5,3 millones de euros, según el estudio.

Mayor riesgo de ser víctima de acoso escolar

Según Autismo España, uno de cada cuatro alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo tiene TEA, un alumnado que tiene mayor riesgo de ser víctima de acoso escolar, como señala la ONG.

La Confederación lamenta también los elevados índices de abandono escolar del colectivo al finalizar la Educación Secundaria en comparación con los índices de continuidad del resto del alumnado escolarizado en educación no universitaria, así como la escasa presencia de alumnado con TEA en la educación post obligatoria.

Otro de los informes que ha elaborado la Confederación Autismo España es el de 'La educación del alumnado con trastorno del espectro del autismo durante la pandemia provocada por la COVID-19'. Este informe constata falta de ajustes y adaptaciones específicas en las metodologías de educación a distancia para el alumnado con TEA y el aumento de las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental.

El documento propone generar conocimiento específico sobre las necesidades del alumnado con TEA en relación a los nuevos escenarios educativos impuestos por la pandemia; proporcionar una respuesta ajustada a las necesidades y fortalezas del alumnado en el espectro del autismo; o generar recursos para asesorar a los centros educativo favoreciendo especialmente la formación del profesorado en competencias digitales.

"Necesitamos una mayor red de recursos educativos, de centros y una mayor flexibilidad de los modelos de educación, acompañados de la necesaria inversión, que esperamos que se desarrollen con la nueva Ley de Educación", señala el director general de Autismo España, Jesús García Lorente.

Altas tasas de paro

Por otro lado, también denuncian que las personas con TEA conforman el colectivo de la discapacidad con la tasa más alta de paro, y en muchas ocasiones se enfrentan a los prejuicios existentes en el mundo laboral y al desconocimiento sobre su potencial. De hecho, entre un 76 y 90% no tiene empleo, y los que trabajan suele tener empleos mal pagados o de empleo protegido (en centros especiales de empleo).

Por ello, este año la campaña de concienciación lleva por título 'Puedo aprender. Puedo trabajar', la Confederación Autismo España, reivindica el derecho del colectivo a acceder a una educación de calidad que promueva su éxito académico y su desarrollo personal, y que también conduzca a un puesto de trabajo que se adecue a sus capacidades, prioridades y necesidades específicas.

Como lamenta Andrea Romero, educadora del Centro sociolaboral Aucavi, de momento solo pueden realizar prácticas laborales "porque las empresas no están lo suficientemente concienciadas con el trabajo que pueden desempeñar las personas con autismo".

Las principales dificultades radican en la ausencia e inadecuación de la normativa sobre empleo en relación con las personas con TEA, la falta de oportunidades, los prejuicios de las empresas y la falta de programas de apoyo y de modelos de formación dual que proporcionen la cualificación técnica y las competencias necesarias para afrontar la vida adulta y desempeñar un trabajo, mediante prácticas en entornos laborales reales.

Más de 450.000 personas tienen TEA en España (cerca de 7 millones de personas en Europa)