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Elecciones en Rusia

La última batalla en la Rusia 4.0 de Putin

  • Nadie duda de que Putin vaya a ser el sucesor de sí mismo
  • El resto de candidatos no concurren en igualdad de condiciones

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El presidente Vladimir Putin ante una multitudinaria audiencia
El presidente Vladimir Putin ante una multitudinaria audiencia

Nadie, en ningún momento, ha dudado de que Vladimir Vladimirovich Putin no vaya a ser el sucesor de sí mismo. Cerró la campaña apelando al "amor a la patria" para que los rusos no faltasen este domingo a las urnas, pero no porque ponga en duda la devoción mayoritaria que le tienen sus ciudadanos -él sigue siendo aquel macho alfa que barrió de la memoria al vergonzoso Boris Yeltsin-, sino porque una caída de la participación -a estas alturas, ya sí- daría a entender que el final está cerca. Y no sólo eso, hay más en juego: por ejemplo, el referéndum del que algunos hablan y que Putin podría tener en mente hacia el año 2024 para perpetuarse en el poder. Hoy por hoy, los rusos le votan a conciencia.

Es cierto que no sería lo mismo si a los comicios pudiera concurrir cualquier hijo de vecino en igualdad de condiciones... que él. Recuerdo cuando al popular Gari Kasparov en 2008, siendo Dimitri Medvedev el contrincante oficial, le fue imposible presentarse como candidato. Primero, para registrarse, tenía que reunir a su partido y no pudo hacerlo porque no encontró en Moscú a nadie que le alquilara un local. Navalni, en esta ocasión, lo ha tenido demasiado difícil con la persecución policial y la presión judicial.

Otro петух (gallo) cantaría si dejaran de ir a buscar en helicóptero a lugares lejanos del Extremo Oriente ruso a ciudadanos con edad de votar. La imagen es ya una tradición que se vende bien a través de las agencias internacionales.

O si no volvieran a ofrecer más cortes de pelo gratis junto a las urnas en ciertas localidades del interior. En algunas, hasta comida gratis todo el día.

Como todo evoluciona, se ha dado un paso más. Probaron con "Vota o recaerá sobre ti el apocalipsis gay", pero debieron pensar en el Kremlin que había que apostar definitivamente por las nuevas fronteras tecnológicas. Sólo en el año 2.000, hace 18 años, nacieron 1,3 millones de chicos y chicas, una generación que no ha visto a otro en lo más alto y cuya atención hay que mantener viva.

Sin miedo a las injerencias desde el extranjero (en Rusia, aparentemente, no existe ese temor), Twitter y demás redes sociales han sido las mejores plataformas para la propaganda presidencial y pro-gubernamental, en la que no han faltado modelos de lencería posando en aparentes centros de votación para despertar el interés de los electores masculinos.

Pero el fantasma de la abstención parece ser más siniestro aun que la sede del FSB en Lubianka, así que lo último es ¡regalar iPhones, iPads y otros demandados productos de Apple a los que se saquen los mejores selfies dentro de la cabina de voto! El potencial objetivo, según documentos del Kremlin filtrados por medios rusos, son los ciudadanos entre 18-39 años. De paso, se crea un ambiente festivo envidiable.

Ya han hecho pruebas en elecciones locales y la estrategia funciona. Aunque, al final, puede que no haga ni falta porque el frente común geopolítico erigido contra Moscú tras el envenenamiento del exespía ruso Sergei Skripal ha jugado su parte y el enemigo necesario tiene, hoy por hoy, todas las de ganar ante los suyos.