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Los desafíos económicos de Donald Trump: mejorar el empleo y eludir una posible recesión

  • Productividad, tecnologización y desigualdad, tareas pendientes en el empleo
  • Los expertos prevén que habrá turbulencias en el mercado de bonos
  • Proteccionismo y aranceles podría provocar una guerra económica en China

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Donald Trump,durante una rueda de prensa en Nueva York.
Donald Trump,durante una rueda de prensa en Nueva York.

Creación de empleo en EE.UU., por y para los estadounidenses. Este parece ser el único reto y el mantra económico de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y hacia allí se orienta el grueso de las medidas económicas que ha anunciado hasta ahora. Todas ellas de corte nacionalista y proteccionista que, a priori, apuntan a la satisfacción de las clases medias.

Sin embargo, los expertos consultados por RTVE.es señalan que el nuevo presidente parece estar obviando otros retos como el aumento de la productividad y la tecnologización de la industria en el ámbito laboral, la redistribución de la riqueza y, sobre todo, el evitar una nueva recesión.

La sombra de una nueva crisis

"Asegurar la sostenibilidad del crecimiento dando pasos hacia una protección contra futuras recesiones". Este es, tal vez, el principal desafío que la era Obama deja en herencia al Gobierno de Trump para los próximos años, según la valoración del Informe Económico del Presidente de 2017 que hace el director del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Jason Furman. Sin embargo, los expertos consultados por RTVE.es no parecen encontrar un encaje de las políticas propuestas por Trump para cumplir con este objetivo.

"La combinación de las medidas de Trump conduce a un aumento del gasto [ha prometido invertir un billón de dólares en infraestructuras] y una reducción de la recaudación. Es decir, pueden llevar a EE.UU. a una política deficitaria cuando su deuda ya es equivalente al PIB", explica a RTVE.es el director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, Vicente Palacio.

Lo mismo opina la catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante y miembro del Instituto de Economía Internacional, Paloma Taltavull, quien sostiene que "la aplicación de políticas inconsistentes por contradictorias puede afectar a la credibilidad de EE.UU. como nación segura para las inversiones sin riesgo".

"Una política fiscal excesiva y una tasa de desempleo muy baja [como se deduce de las propuestas de Trump] inducirían al aumento del tipo de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) con mucha rapidez", aclara. No obstante, para la catedrática esto podría ser "lo que Trump pretende".

"Parece que Trump comparte la idea de algunos expertos sobre que el período largo de intereses muy bajos ha distorsionado el mercado de capitales" que el republicano podría querer revitalizar, argumenta. Sin embargo, advierte, "el aumento de los tipos implica una política contractiva que llevará a la caída en el ritmo de crecimiento económico si la contracción monetaria sobrepasa, en efecto, al estímulo fiscal". Y, en última instancia, se traduciría en una reducción de los empleos en manufacturas, "en contra de la promesa de Trump".

Esta percepción, explica la profesora, puede aumentar si el Gobierno interviene en la Fed y consigue manejar la política monetaria. "Si esto ocurre, puede generar una volatilidad en el mercado de bonos americanos, que son los considerados más seguros del mundo, que podría llevar a una crisis de confianza (y de la economía) similar a la que ocurrió en 2007, esta vez en el mercado de bonos", sentencia, que podría tener efectos en la economía global.

Evitar una guerra comercial con China

Del mismo modo, la catedrática de Economía Aplicada advierte del riesgo de una guerra de divisas ante el proteccionismo promulgado por Trump en la política comercial con amenazas directas a México y a China. "Un país con muchas reservas en dólares podría ponerlos en circulación para reducir el valor del dólar como forma de presión", y China es uno de los principales tenedores de deuda de Estados Unidos, explica.

"Es casi una declaración de guerra económica", coincide el director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, Vicente Palacio, que explica que, en cualquier caso, cree que la acusación no pasará de ser una amenaza.

"Existe una asimetría en el proteccionismo", declara Palacio, que pronostica que las trabas que pone China a la entrada de competidores internacionales pueden provocar una reacción de EE.UU. contra los conglomerados del gigante asiático que actúan en su territorio.

Al mismo tiempo, recuerda Palacio, China podría devaluar los precios de sus productos por debajo de los precios de mercado, o incluso por debajo de los precios de coste, -práctica conocida como dumping- para hacerse con el control del mercado en represalia.

Como ha manifestado este martes el presidente chino, Xi Jinping, en el Foro Económico de Davos, "nadie saldrá vencedor en una guerra comercial".

Xi Jinping rechaza en Davos el proteccionismo comercial

Palacio: "Trump puede acabar siendo el artífice del fin de las políticas de austeridad en Europa"

De hecho, Palacio encuentra una serie de "efectos inesperados" en la política comercial de Trump que no tienen por qué ser negativos. "Quién sabe si en América Latina esta actitud confrontacional de EE.UU. podría reagrupar a países como Brasil y México para hacer frente juntos a estas políticas y actuar como un contrapoder", explica.

En el caso europeo, el analista observa dos opciones: "Puede impactar con un aumento del proteccionismo, pero también Europa puede girar a políticas fiscales más expansivas de mayor gasto para acabar con la política de austeridad y crear empleo al verse afectada en cuanto a las exportaciones". "Trump puede acabar siendo el artífice del fin de las políticas de austeridad en Europa", comenta.

La necesaria mejora del empleo

La calidad del empleo es otro de los retos a los que se enfrenta la Administración Trump, explica a RTVE.es la coordinadora del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos, Almudena Semur, quien destaca que, a pesar de que la tasa de paro ha disminuido a su nivel más bajo desde el inicio de la crisis, "detrás de esta cifra hay una baja tasa de participación en el mercado laboral y un alto porcentaje de estadounidenses que trabaja en puestos de tiempo parcial, con salarios bajos".

Según los expertos consultados, parece que Trump no ha contado, o al menos no ha dado señales de haberlo hecho, con tres retos clave para el mercado laboral estadounidense: el estímulo de la participación, el aumento de la productividad y la mejora de la calidad del empleo.

Según un informe emitido por la Oficina Ejecutiva del Presidente de EE.UU. , la tasa de hombres en edad de máximo rendimiento (entre 25 y 54 años) en activo ha bajado del 98% en 1954 al 88% en junio de 2016. Un problema para el que la institución propone mayor flexibilidad laboral y fiscal, inversión en infraestructuras y la creación de nuevos puestos de trabajo no cualificados.

Aunque, a primera vista, las propuestas concordarían con las políticas avanzadas por Trump, esto no podría combinarse con el proteccionismo de su política comercial. Ante un mercado cerrado en sí mismo como el propuesto por Trump, "el incremento de la producción en EE.UU. con pleno empleo puede ir a parar directamente a la inflación" y ser un desencadenante más del escenario descrito más arriba, explica la catedrática Taltavull.

Como ya se ha indicado, la tasa de paro se encuentra casi en el pleno empleo y su reducción significaría, en palabras de Taltavull, "que la economía de EE.UU. se encontraría en el máximo ritmo de actividad". Ante un incremento de la producción que no tendría una salida fácil al mercado internacional, los precios aumentarían y la Fed se vería obligada a subir los tipos de interés rápidamente, "lo que supondría de inmediato una contracción del crédito", matiza.

Por otra parte, la baja tasa de productividad global, y particularmente la estadounidense, ha de resolverse con "políticas económicas que promuevan la innovación privada al tiempo que se apunta la inversión pública hacia proyectos con un alto retorno para la sociedad", explicaba el director del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, Jason Furman, en 2015.

El consejero, defiende una inversión en tecnología y en infraestructuras para "mejorar la eficiencia de los intercambios de bienes, trabajo e ideas" y una expansión del comercio internacional al considerar que solo compitiendo en un mercado global se puede mejorar la especialización y acelerar los flujos de ideas. Asimismo, recuerda, "la tecnología está creando nuevas industrias y está transformando las antiguas" y ve una oportunidad para EE.UU. en sectores como el de las ciencias de la salud, la investigación genética o la nanotecnología.

El director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, Vicente Palacio, coincide en este sentido, y añade la robotización de la industria como tarea pendiente. Sin embargo, el analista considera que el nuevo presidente está afrontando el futuro con "fórmulas del pasado".

Hacia una distribución proporcionada de la riqueza

Finalmente, Trump tendría que enfrentarse al reto de la desigualdad que, según el último informe de la Oficina de Presupuestos del Congreso, ha crecido en los últimos años dejando que el 10% de las familias más ricas de EE.UU. concentren el 76% de la riqueza.

"Tiene que abordar aquello que le ha llevado a la presidencia", explica Palacio, porque fueron los obreros del conocido como “Cinturón del Óxido” y su descontento con cómo la globalización económica, la desindustrialización y las políticas del Gobierno en los últimos años han afectado a su nivel de vida y sus puestos de trabajo, los que sustentaron su victoria. No obstante, el analista no cree que las políticas de Trump vayan a solucionar este problema. "Más con la contrarreforma que plantea del Obamacare", puntualiza.

Asimismo, para la catedrática de Economía Aplicada Paloma Taltavull, medidas de bajada de impuestos como la reducción de los tramos del IRPF anunciada "beneficiarán fundamentalmente a los hogares situados en los mayores niveles de renta". Del mismo modo, un panel de expertos liderado por Jason Furman ha criticado la política de implementación de aranceles de Trump como una carga "sustancialmente mayor" para los hogares más pobres que para los más ricos de acuerdo a sus ingresos.

Según este estudio, al cruzar los datos de los ingresos con la cantidad de gasto y los tipos de producto que más consumen estos grupos, se muestra que aquellos más consumidos por los hogares más pobres son los que más aumentarían su precio con la aplicación de nuevos aranceles.

Más allá de medidas de corte más social, como las mejoras en la calidad y el acceso a la educación o la ya mencionada sanidad, varios economistas consultados por el proyecto del Centro para el Progreso Americano Talk Poverty señalan la generación del pleno empleo como paso fundamental para reducir la brecha económica entre los hogares. No obstante, reitera Taltavull, el aumento adicional del empleo puede conseguirse, pero solo "si se aplican medidas poco invasivas para la evolución del ciclo económico". Y eso, recuerda, no es lo que Trump ha planteado.

Proteccionismo y riesgo de desestabilización de los mercados

Trump avisa a las empresas con fuertes aranceles si fabrican fuera de EE.UU para venderlos luego dentro

En los últimos días, tanto el Banco Mundial como el FMI se han mostrado cautos a la hora de elaborar sus pronósticos para 2017 y ambas instituciones sitúan sus cifras para EE.UU. muy por debajo de las expectativas del nuevo presidente, que pretende llegar a un crecimiento del 3,5%. Mientras el primero prevé que el crecimiento de EE.UU. llegará al 2,2% por el impulso de las manufacturas anunciado por Trump; el FMI ha publicado una revisión al alza hasta el 2,3%. Sin embargo, ambas instituciones advierten de "dispersión" y desenlaces imprevistos para el resto de la economía global.

Por una parte, Latinoamérica en general, y México en particular, podrían sufrir consecuencias -de hecho el FMI ha reducido en seis décimas sus previsiones para el país azteca-. Por otra, señalan los expertos consultados por RTVE.es, China podría salir beneficiada de la política de aranceles y renegociación de los tratados de Trump.

Según la empresa de servicios financieros Credit Suisse, EE.UU. tiene actualmente activos 14 acuerdos de libre comercio con 20 países y cerca de la mitad de su exportación de bienes se produce bajo este paraguas. Un sistema que ha sido duramente criticado por Trump como desequilibrado y poco ventajoso para EE.UU. y que el nuevo presidente se ha propuesto redefinir y renegociar.

Sin embargo, según señala un artículo publicado el pasado septiembre por el miembro del Instituto Peterson de Economía Internacional Gary Hufbauer, los mecanismos que tendría que aplicar para pasar por encima del Congreso, que tiene la última palabra en la salida de EE.UU. del NAFTA y aún no ha ratificado el TTP, conllevarían el reconocimiento de que el país está en una situación de guerra, de emergencia o en un desequilibrio injusto para su comercio.

Ante este escenario, para la catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Alicante y miembro del Instituto de Economía Internacional, Paloma Taltavull, la reticencia de Trump supone "un giro hacia el proteccionismo que puede generar una reacción similar en el resto de países, pudiendo llegar a provocar una guerra comercial" cuyo efecto inmediato sería "un aumento de los precios en todos los países" y "una reducción de los puestos de trabajo a nivel global".

En el mismo sentido, la catedrática cita al premio Nobel de Economía estadounidense Joseph Stiglitz para recordar que "el abandono de los acuerdos de comercio puede llevar a una caída de las exportaciones de EE.UU. que reducirían el PIB global y el estadounidense".

"Los planteamientos proteccionistas son muy dañinos", apostilla la coordinadora del Servicio de Estudios del Instituto de Estudios Económicos, Almudena Semur, que recuerda que el libre comercio crea la prosperidad necesaria para sustentar el estado del bienestar. "Las restricciones al comercio provocarían que, por efecto contagio, disminuyeran las exportaciones de EE.UU. hacia otros países con la consabida pérdida de puestos de trabajo que acarrearía y además provocaría un encarecimiento de las importaciones que afectaría a las rentas más bajas".

"La salida de EE.UU. de los tratados puede perjudicar las perspectivas de otros países, pero, a la larga, podría favorecer las posiciones de China, que puede encontrar una oportunidad, por ejemplo, en la retirada estadounidense del TTP" para impulsar su propio acuerdo en el Pacífico, valora el director del Observatorio de Política Exterior de la Fundación Alternativas, Vicente Palacio.