Enlaces accesibilidad

Un thriller extraseco noruego eclipsa a Alain Resnais en la Berlinale

  • Kraftidioten, un westen polar, pone en duda la perfecta sociedad escandinava
  • La china Tui Na, un duro filme experimental sobre la ceguera, entra en concurso
  • Aimer, boire et chanter, de Resnas, convierte el cine en una pieza teatral

Por
El director y los intérpretes de Kraftidioten, durante su presentación en Berlín
El director y los intérpretes de Kraftidioten, durante su presentación en Berlín

Kraftidioten, exponente del humor extraseco escandinavo, así como el filme chino experimental sobre la ceguera Tui Na, han engullido este lunes en la Berlinale a Alain Resnais, empeñado en convertir en cine una pieza teatral con ayuda de un grupo de viejos amigos.

Stellan Skarsgard regresó al festival con uno de sus directores de cabecera, Hans Petter Moland, en un filme que parece que querer crear un nuevo género -el western polar- y que recuerda sin disimulos el estilo de los hermanos Ethan y Joel Coen.

El realizador chino Lou Ye presentó un filme a ratos poético, a ratos terriblemente duro, que coloca al espectador en un salón de masajes, cuyo jefe y masajistas son ciegos o semiciegos y en cuyo elenco se alternan asimismo actores videntes con invidentes.

Aimer, boire et chanter, finalmente, es la inmersión en el teatro de un maestro que ya no tiene que demostrar nada en el cine -Resnais-, al frente de una constelación de rostros habituales del cine francés -como Sabine Azéma y André Dussoller-, casi tan veteranos como el director.

'Mucho frío' en el rodaje

"No hay nada divertido en la muerte. Pero aquí, en el cine, funciona. Y si funciona en películas de EE.UU. por qué no va hacerlo en el Polo Norte", afirmó Bruno Ganz, compañero de reparto de Skarsgard, quien como el resto del equipo de Moland solo tenía una palabra para definir su recuerdos del rodaje: "Frío, mucho frío".

Kraftidioten -In orden of Disappearance, en inglés- discurre entre hermosos paisajes helados y toneladas de nieve,  alrededor del encargado de las poderosas máquinas quitanieve -Skarsgard-, que de ciudadano ejemplar pasa a vengativo padre del hijo asesinado.

Su enemigo principal es el gánster local -Pal Sverre Hagen-, un vegano que vive en una mansión de gélido diseño escandinavo. Los asesinatos en serie del ciudadano ejemplar desencadenarán una guerra contra la banda rival, la del "serbio" que interpreta a Ganz.

En medio se cruzarán desde lacras escondidas en la sociedad perfecta noruega -la xenofobia- a un recital de genialidades sobre cómo percibe un serbio el modelo de bienestar escandinavo o el hábito de recoger los excrementos de perro de todo buen ciudadano.

Moland regresó a la Berlinale, dos años después de competir con A Somewhat Gentle Man, asimismo interpretado por Skarsgard, quien el domingo había sido ya aclamado en Berlín como protagonista del Nymphomaniac. Volumen I de Lars von Trier, fuera de concurso.

Tui Na indaga sobre la ceguera

El filme escandinavo refrescó una Berlinale necesitada de humor, tras abrir el pase matutino Tui Na -en inglés, Blind Massage-, un filme que arranca con un joven rasgándose la yugular y casi desangrándose, tras conocer que su ceguera no será pasajera, sino irreversible.

Lou Ye trabajó con algunos actores que no interpretan el papel de invidentes, sino que lo son, lo que, le "ayudó a trasladar al cine sentimientos como la desesperación de un ciego enamorado por saber qué es la belleza y por qué ésta forma parte del amor".

Su película indaga en la ceguera en sus múltiples grados -irreversible o no, de nacimiento o accidental-, desde una técnica que roza lo experimental y en un tono que quiere ser "esperanzador", explicó Lou, sea cual sea la situación del personaje.

Un evento para la tercera edad

Resnais debería haber sido el plato fuerte de la jornada a competición, pero su película dejó en el festival la sensación de estar asistiendo a algún tipo de evento especialmente orientado para la tercera edad.

La historia en torno a tres matrimonios ya maduros, de pronto reagrupados ante la muerte aparentemente inminente de un séptimo personaje -el hombre que las galanteó a todas- adoptó aires de comedia "de toda la vida", desde un formato de teatro filmado que acaba pesando sobre la película.

Moland trajo las risas -y la Berlinale lo agradeció con una ovación-, mientras el cine asiático entraba a competición, con la primera de las cuatro películas en lucha por los Osos.

El director del festival, Dieter Kosslick,  ha dado a la cinematografía china -junto a la latinoamericana y la alemana- un puesto de preferencia en ese festival. Todo representante asiático acude con rango de "presunto premiable".