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El Gustav Klimt maestro del retrato modernista cautiva en la National Gallery de Londres

  • El museo londinense abre una muestra sobre el retrato en Viena en 1900
  • Mostrará obras de Klimt, Schiele, Gerstl, Kokoschka y Schönberg
  • Taschen publica una recopilación de las obras completas del icono modernista
  • El volumen recopila por primera vez la correspondencia de Klimt casi íntegra

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'Ria Munk en su lecho de muerte' (1912), de Gustav Klimt, incluida en la muestra de la National Gallery.
'Ria Munk en su lecho de muerte' (1912), de Gustav Klimt, incluida en la muestra de la National Gallery.

"Una vez tengo terminado un cuadro, no quiero luego además perder meses justificándolo ante la multitud. Para mí, la clave no está en saber a cuántos les ha gustado, sino a quién le ha gustado". Así hablaba Gustav Klimt (1862-1918) en 1901 de su propia obra, un artista que fue a la vez estrella y polémico en su época, icono del modernismo cuya popularidad no conoce límites 95 años después de su muerte.

La obra de Klimt será la gran protagonista de la gran exposición de la temporada en la National Gallery de Londres, "Frente a la modernidad: El retrato en la Viena de 1900", que se podrá verse desde este miércoles hasta el 12 de enero de 2014 y que reúne también obras de otros artistas emblemáticos de este periodo, como Egon Schiele, Richard Gerstl, Oskar Kokoschka y Arnold Schönberg.

Centrada en la floreciente Viena de principios del siglo XX, una ciudad internacional, multiétnica y capital del Imperio austro-húngaro (1867-1918), la National Gallery londinense se fija por primera vez en cómo los artistas modernistas tuvieron que fijarse en la imagen individual de sus mecenas. En respuesta a ese mercado local, los retratos dominan la obra del más grande artista vienés, Klimt.

De los muros del principal museo británico colgarán en los próximos tres meses obras tan emblemáticas del maestro modernista como el Retrato de una dama de negro (c. 1894), Ria Munk en su lecho de muerte (1912), Retrato póstumo de Ria Munk (1917-18), Retrato de Hermine Gallia (1904) o Retrato de Amalie Zuckerkandl (1917-1918), aunque no estará su cuadro más icónico, El beso (1907-1908).

Conociendo a Gustav

La exposición londinense llega un año después del 150 aniversario del nacimiento de Klimt, al que se le rindieron innumerables tributos en forma de exposiciones a lo largo de 2012, pero coincide con la reciente publicación por parte de la editorial Taschen en este verano de 2013 de una obra que ya es de referencia obligada sobre el artista: Gustav Klimt. Obras completas (edición íntegra en español, 150€), de Tobias G. Natter, director del Leopold Museum de Vienna e historiador de arte.

El volumen hace un minucioso repaso a la carrera de este "representante del modernismo, que al mismo tiempo encarnaba la tradición" y su posición como figura controvertida cuya obra escindió al público en partidarios y detractores", además de a la crítica, como señala Natter. Se comprenden así mejor en este contexto las palabras con las que iniciamos este artículo: "Para mí, la clave no está en saber a cuántos les ha gustado, sino a quién le ha gustado".

Entre las obras reseñadas el libro de Taschen, por supuesto, todas las que pueden verse en la exposición londinense, y un tesoro hasta ahora no expuesto en su totalidad: 179 cartas, tarjetas, escritos y otros documentos que componen casi toda la correspondencia conocida de Gustav Klimt. Bajo el título de "Gustav Klimt en conversación consigo mismo", Hansjörg Krug firma este ensayo que analiza la correspondencia del artista vienés, que confesaba en uno de los documentos: "Incluso cuando tengo que escribir una sencilla carta me atenaza el miedo, como si sintiese un acceso de náusea".

La obra compilada por Natter también estudia los comienzos academicistas de Klimt y su época de esplendor al mando del movimiento de la Secesión vienesa. Otro ensayo sobre el friso del Palacio Stoclet -frescos en los que el artista desataba su característica pintura ornamental como hizo en el Friso de Beethoven,-, el examen de la representación de la figura femenina en su obra -una mujer cargada de simbolismo que llegaría a ser su sello personal- y sendas revisiones de su vena paisajista y del dibujo como género imprescindible en su trayectoria, complementan este libro de referencia para los estudiosos y apasionados de la obra de un artista que, después de su muerte, no fue redescubierto como artista fundamental hasta los fastos de su centenario.

Los otros retratistas

Pero la exposición "Frente a la modernidad: El retrato en la Viena de 1900" también reúne otras pinturas destacadas de Schiele, como La familia (autorretrato) (1918); Gerstl, Autorretrato desnudo (1908) y obras de otros artistas importantes aunque menos conocidos de la época, como Broncia Koller e Isidor Kaufmann.

La exposición también realiza una mirada al periodo Biedermeier, con artistas como Frederich von Amerling y Ferdinand Georg Waldmüller, cuyos retratos de la burguesía vienesa de principios del siglo XIX fueron redescubiertos por los artistas modernistas de 1900. Del periodo entre 1867 y 1918 se pueden ver imágenes de niños y familias, artistas, hombres y mujeres en su papel profesional y marital, explica la National Gallery sobre esta exposición comisariada por Gemma Blackshaw.

La muestra, que arranca en una Viena liberal y esplendorosa, refleja también como el surgimiento de movimientos de masas conservadores, nacionalistas y antisemíticos, llevaría a los nuevos vieneses, muchos de ellos inmigrantes de procedencia judía, a buscar en el retrato un medio con el que reafirmar su estatus.

"Frente a la modernidad: El retrato en la Viena de 1900", además de lienzos de los más grandes museos de este y el otro lado del Atlántico, reúne las evocadoras máscaras mortuorias de Gustav Klimt (1918), Ludwig van Beethoven (1827), Egon Schiele (1918) y Gustav Mhaler (1911), cedidas por la galería vienesa Wien Museum Karlsplatz.

Esta máscara mortuoria trae a colación reproducir un fragmento del obituario de Gustav Klimt, recogido en el volumen de Taschen que refleja lo que fue el artista vienés: "Lo que el espectador percibía primero como Klimt no era tal, era otra cosa relacionada con él. Japón, China, también Bizancio, y también el Oriente antiguo y nuevo. El prerrafaelismo italiano, y el nuevo aparecido en Inglaterra. La pintura ornamental y mágica al estilo francés de Moreau, el misticismo neoneerlandés de los orígenes de Khnopff, todo intercalado con bienes y deidades coloniales. Pero aun cuando de todos tomaba algo, no hacía sino reafirmar su eclecticismo. Se alimentaba de todo ello para convertirlo en Gustav Klimt".

Hasta el 14 de enero, la National Gallery brinda otra ocasión para comprobarlo.