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La carrera contrarreloj de los héroes de Boston

  • Ciudadanos anónimos auxiliaron a las víctimas en lugar de huir
  • Los médicos destacan que sus primeros auxilios salvaron muchas vidas

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Duelo en EE.UU. por las víctimas de Boston

Dos ollas a presión cargadas con metralla, pólvora y clavos convirtieron la 117º edición de la Maratón de Boston en una carrera diferente en la que el premio no era un medalla sino la propia vida. En esa competición hay quienes corrieron en el sentido contrario, saltaron el obstáculo de su instinto de supervivencia y, en lugar de buscar la línea de meta, se adentraron en el humo negro de las explosiones.

Héroes anónimos a los que hoy ponemos nombre. Algunos fueron portadas de diario internacionales. Todos ellos son los rostros ocultos tras sangre de las víctimas. Soplos de humanidad en medio de tanta desgracia.

Un ángel disfrazado de cowboy

Carlos Arredondo no es un héroe anónimo, sino olvidado. Su historia ya tenía un lugar destacado en las hemerotecas de EE.UU. Es difícil imaginar una vida más golpeada por la tragedia que la suya.  Su hijo, un marine de 20 años, murió en Irak en 2004. El día que se enteró de la noticia, Carlos se encerró en su furgoneta y se prendió fuego. Logró sobrevivir y transformó su dolor en lucha. Se hizo activista por la paz y recorrió todo EE.UU. clamando "¡no a la guerra!". Empezaba a superar la pérdida de Alex y entonces, en 2011, otro de sus hijos se suicidó tras años de depresión.

Cuando explotaron las bombas en Boston, Carlos esperaba junto a su esposa en la línea de meta a un grupo de militares que corrían la Maratón con pesadas mochilas a cuestas en tributo a los caídos en combate. Uno de ellos lo hacía en memoria de Alex Arredondo.

“Me moví por instinto. Era mi deber”, explica Carlos al diario The Washington Post. Su “deber” le llevó a levantar escombros, evacuar a heridos y auxiliar a mutilados En la imagen que ha sido portada de diarios internacionales, Carlos, bajo un sombrero de cowboy, sujeta los ligamentos de un joven al que la metralla le ha destrozado las piernas, al tiempo que empuja su silla de ruedas para trasladarle hasta las ambulancias. Antes, le había hecho un torniquete que, probablemente, le salvó la vida.

Carlos Arredondo, un inmigrante costarricense convertido en el 'héroe de Boston'

Ese joven se llama Jeff Bauman y tiene 27 años, aunque Carlos es incapaz de recordar su nombre. “Me lo dijo, pero no me acuerdo”, dice visiblemente nervioso ante una cámara en este vídeo. Sus manos no dejan de temblar mientras sujeta una bandera americana bañada en sangre.

Médicos y enfermeros por un día

Chris Rupe, un cirujano de Kansas, sí huyo en un primer momento. Había terminado la maratón 30 segundos antes de las explosiones. Se puso a salvo para asegurarse de que no habría nuevas detonaciones y entonces regresó a la línea de meta.

“Le dije (a la policía) que era médico y que me gustaría ayudar”, señala en declaraciones al Washington Post.  Y en una improvisada tienda de campaña atendió a los heridos todavía con el dorsal puesto.

Al doctor Vivek Shah le quedaban unos metros para llegar a la meta cuando la primera bomba explotó a su izquierda, “Toda mi familia estaba en ese lado (…) así que comencé a correr hacia donde habían sido las explosiones para ver si estaban bien y si podía ayudar en algo”, señala a la CNN.

Lo que encontró a su paso iba más allá de lo que ha visto en toda su carrera como cirujano ortopédico. “No es algo que puedas describir. En toda mi formación médica nunca vi tal cantidad de traumatismos”, relata. Cuando Shah llegó a asistir a los heridos no se encontró solo. “Había muchos socorristas de primeros auxilios y voluntarios. “Nunca he visto nada igual en términos de rapidez de respuesta a esa tragedia”, asegura.