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Aumentan a 43 los muertos en Birmania causados por la violencia religiosa

  • Una discusión entre musulmanes y budistas desató la ola de violencia
  • El presidente birmano Thein Sein tuvo que declarar el estado de excepción
  • La ONU ha ofrecido su ayuda para contribuir a restablecer la normalidad

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Las autoridades de Birmania han elevado a 43 el número de muertos causados por la violencia religiosa en la región central del país la pasada semana, que llevó al presidente Thein Sein a declarar el estado de excepción.

Según el diario 'New Light of Myanmar', se han contabilizado 163 incidentes violentos en 15 ciudades, donde más de 1.300 casas y otros edificios han sido destruidos.

La violencia surgió a raíz de una discusión entre los dueños musulmanes de una tienda de oro y clientes budistas y aunque el estado de excepción ayudó a imponer la calma en Meiktila, Wandwin, Mahlaing y Thazi, pertenecientes a la división de Mandalay, la violencia sectaria ha saltado a poblaciones fuera de la zona declarada estado de excepción, como Yamethin.

Las autoridades han indicado que 68 personas han sido detenidas por su implicación en la ola de violencia y 11.376 personas han abandonado sus hogares en busca de refugio.

El presidente de Birmania, Thein Sein, advirtió el pasado jueves en un mensaje televisado que si fuera necesario no dudará en utilizar la fuerza para tratar de poner fin a los incidentes violentos entre ambos credos.

Llamamiento a la calma

La Organización de la Amistad Interreligiosa, formada por líderes budistas, musulmanes, hindúes y cristianos, emitió la semana pasada un llamamiento a sus fieles para que mantengan la calma e impulsen el diálogo en un país con cerca de 60 millones de habitantes de los cuales el 89% son budistas, un 4% musulmanes y el resto de otras religiones.

Estados Unidos, la Unión Europea y gobiernos de otros países se han mostrado preocupados por esta inestabilidad. El enviado especial de la ONU para Birmania, Vijay Nambiar, visitó el domingo la zona del conflicto, se entrevistó con autoridades y damnificados y ofreció toda la ayuda posible de su organismo para contribuir a restablecer la normalidad.

El año pasado, la violación y asesinato de una chica budista a manos de varios musulmanes en el estado de Rakhine (oeste) desató otra ola de violencia sectaria que costó la vida a 163 personas y dejó más de 100.000 desplazados, de los que gran parte aún continúan en campamentos de refugiados. La presencia de extranjeros todavía se restringe en este estado, que aún no ha recobrado la normalidad.