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Los egipcios desmontan la Plaza Tahrir tras despertarse sin Mubarak

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Los egipcios desmontan la Plaza Tahrir tras despertarse sin Mubarak

“Que cada uno de nosotros traiga algo de su casa para ayudar a limpiar la plaza Tahrir. Queremos jabón, bolsas de basura, fregonas….Queremos que todo el mundo vea lo que los egipcios pueden hacer por construir su país…. Y para limpiarlo”.

Este mensaje, colgado en un nuevo grupo en Facebook -Limpiar la plaza Tahrir- demuestra hasta qué punto el epicentro de los 18 días de protestas que han conseguido acabar con Hosni Mubarak se ha convertido en un símbolo para todos y cada uno de los egipcios.

Mientras esta mañana los cairotas se despertaban con la resaca de las celebraciones de este viernes, grupos de jóvenes han comenzado la tarea hercúlea de desmontar la ciudad dentro de la ciudad que se ha construido desde el 25 de enero.

Ciudad dentro de la ciudad

Al entrar, tenía su propio personal de seguridad, encargado de evitar que partidarios de Mubarak entrasen para esparcir la violencia, como aquel día crítico en el que montados en caballos y camellos penetraron en la plaza con el objetivo de desmontar la protesta desde su mismo corazón.

Desde entonces, el ejército ha reforzado los controles en el paso del puente 6 de octubre, la ruta más común seguida por los cairotas en los últimos días, cuando tras salir del trabajo marchaban hacia la plaza que un ambiente festivo vivía los últimos días del ‘faraón’ Mubarak.

En los 100 metros siguientes, el tramo final de la calle Tahrir antes de llegar a la gigantesca rotonda que articula la plaza, los curiosos sacan fotos a distancia, como si aún no se pudiesen creer lo que está pasando allí.

Limpiamos esta plaza porque queremos que se conserve tal y como está

Allí se colocan los puestos de banderas y cintas, que triunfan entre buena parte de los visitantes (al fin y al cabo, una de las canciones más coreadas es el propio himno egipcio).  Un poco antes, justo detrás de los tanques, hay una zona reservada para las bolsas de basura.

Esas bolsas han estado llenas todos los días gracias a la labor de voluntarios como Hicham y Dalila, que cada día han recorrido en silencio todo el arco de la plaza en busca de los papeles y desechos que dejaban los habitantes del campamento, que se agrupan en la explanada junto al edificio de la Liga Árabe y en el centro mismo de las protestas.

“Limpiamos esta plaza porque queremos que se conserve tal y como está”, comentaba Dalila hace unos días.

Ahora esa tarea de limpieza se ha convertido en la principal prioridad en la plaza, en parte gracias los blogger que se sitúan a la entrada de la rotonda, sentados en los bordillos junto a sus portátiles, desde los cuales han ido informando casi al minuto de la actualidad en la plaza.

Es un honor formar parte de esta revolución”, comentaba uno de los miembros más famosos de esta comunidad, Gigi Ibrahim.

Collage de revoluciones

Pero tras dar una vuelta completa a la circunferencia que todo el mundo ha visto a través de una cámara fija estos días se evidencia que lo que hay en Tahrir no es solo una revolución sino más bien la suma de revoluciones.

Está la revolución de los mártires, colocados en carteles gigantes en un muro a la izquierda de la rotonda.

Junto a ella se encuentra, como contraste casi violento,  la revuelta del humor y de la pérdida de respeto al ‘padre’ Mubarak, con toda una galería de caricaturas y mensajes en los que se le tilda de diablo, vendido a Israel y a Estados Unidos o simplemente ladrón y corrupto.

Enfrente, la revolución de los artistas, que han hecho collages y dibujos sobre el pavimento en los que se expresa el ansia de libertad de su pueblo, como el corazón rodeado de piedras con las palabras “Queremos libertad”.

Más abajo, en el escenario, está la revolución de los políticos, que a través de los altavoces han ido desfilando uno a uno estos días para mostrar sus cartas de futuro.

Desde el secretario general de la Liga Árabe, Amir Musa, pasando por representantes de los Hermanos Musulmanes o los miembros de la oposición legal al régimen han defendido sus argumentos y lemas, entre los que el que ha tenido más éxito ha sido siempre “Fuera, fuera, Hosni Mubarak”.

Y por último, en una de las esquinas,  la revolución de los creyentes, que han rezado en cada oración del viernes y misa de domingo de una manera tan emotiva que se han traspasado las fronteras entre musulmanes y cristianos, pese a las denuncias de persecución de estos últimos hace apenas un mes.

Una plaza con historia

Todas esas revoluciones quedarán en el recuerdos de los egipcios dentro de pocas horas, cuando tal y como viene pidiendo el ejército que ahora ostenta todo el poder en Egipto, se reabra al tráfico una plaza que es el principal centro de comunicaciones de la ciudad.

Construida en el siglo XIX, cuando se llamó Midan Ismalia en honor al rey que concibió urbanísticamente el centro de El Cairo, su nombre actual proviene precisamente de otra revolución, la de los militares en los años 50, cuando acabaron con la monarquía.

Desde entonces, toda manifestación que se precie ha pasado por la plaza, desde las contrarias a la guerra de Irak a las desatadas por la subida de los precios de los alimentos en los años 70.

¿Y ahora?

Con ese mismo espíritu, cientos de miles de personas empezaron el 25 de enero unas protestas cuyo final muchos soñaron y pocos creyeron

Este sábado se han despertado con el sueño hecho realidad y, por tanto, con la necesidad de acabar con la ciudad de ensueño que crearon en Tahrir.

“Queridos egipcios, volved al trabajo el domingo y trabajad como nunca antes para ayudar a convertir Egipto en un país desarrollado”, les ha recordado esta mañana la tarea que tienen por delante Wael Ghonim, el directivo de Google convertido en héroe de la revolución.

Antes ha escrito en su Twitter un saludo que, a buen seguro, hacía mucho tiempo que tenía en la cabeza: “Buenos días Egipto, realmente te he echado de menos en los últimos 30 años”.