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Líbano vota para seguir el diálogo

  • Todos los grupos se reúnen para pedir que las elecciones del domingo sean "tranquilas"
  • Los sondeos dicen que Hizbulá puede ganar, pero será necesario un acuerdo nacional
  • Los expertos prevén que sigan las negociaciones multipartitas para dar estabilidad al país

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El líder libanés antisirio Saad Hariri saluda al jefe del grupo parlamentario de Hizbulá, Mohamed Raad, este lunes en el palacio presidencial de Beirut.
El líder libanés antisirio Saad Hariri saluda al jefe del grupo parlamentario de Hizbulá, Mohamed Raad, este lunes en el palacio presidencial de Beirut.

Las elecciones legislativas del domingo en el Líbano son cruciales para el futuro de este complejo país en el polvorín de Oriente Medio. Y aunque los sondeos prevén la victoria de la oposición, liderada por el grupo islamista Hizbulá, los observadores no prevén grandes cambios por la necesidad de un consenso para dar estabilidad al país, que todas las partes parecen estar labrando en paralelo a la campaña.

A menos de una semana para la cita con las urnas, los dirigentes de 12 formaciones, incluidos los líderes de los dos grandes bloques, han pedido juntos unas elecciones "tranquilas".

La de este lunes ha sido la séptima reunión del llamado diálogo nacional, recuperado en septiembre tras los graves enfrentamientos de hace un año que hicieron temer la reanudación de la guerra civil (1975-90).

Según fuentes diplomáticas, el Líbano, por su configuración, no puede vivir sin un acuerdo entre todas las fuerzas, porque supondría "su parálisis" tal y como lo ha demostrado la experiencia. Por eso, y viendo la predisposición actual al diálogo, dicen que no sería "dramática" una victoria de Hizbulá, grupo armado considerado terrorista por Estados Unidos y la UE.

Rompecabezas

El Líbano es un mosaico de 18 comunidades religiosas y se rige por un sistema que otorga la Presidencia a un cristiano maronita, la jefatura del Gobierno a un musulmánsuní y la del Parlamento a un musulmán chií. Además, la Cámara tiene 128 escaños, de los cuales 64 se adjudican a diputados cristianos y 64 a musulmanes.

Pero desde el punto de vista político, el Parlamento se divide en dos grupos en los que se entremezclan musulmanes y cristianos: el 14 de Marzo, mayoritario y que cuenta con el apoyo de Occidente y de los países árabes denominados moderados, y el 8 de Marzo, encabezado por el grupo chií Hizbulá, y respaldado por Irán y Siria, país que ocupó militarmente el Líbano hasta el 2005.

El detonante de ese hito todavía está marcando la política del Líbano. Recientemente, el semanario alemán Der Spiegel implicó a Hizbulá en el asesinato del ex primer ministro Rafic Hariri, que derivó en una oleada de protestas --la Revolución de los Cedros-- que condujo a la salida del país las tropas sirias.

Hizbulá ha negado las acusaciones, mientras el tribunal internacional que juzga los hechos ordenó liberar a los generales sirios sospechosos.

Después, los islamistas han seguido centrando la atención. En el 2006 capturó a dos soldados israelíes en la frontera, lo que le llevó a la guerra con su país vecino. El conflicto de un mes acabó sin vencedor, pero con millibaneses muertos, la mayoría civiles.

Después de esa contienda, Hizbulá se retiró del Gobierno de coalición y dejó al Parlamento en una situación de parálisis que degeneró en combates en mayo pasado en Beirut y otras regiones, con más de un centenar de muertos.

Negociaciones

Sin embargo, un acuerdo alcanzado en Doha (Qatar) por 14 líderes de las distintas fuerzas políticas puso fin a la situación y permitió la elección de un presidente y un acuerdo sobre la ley que regirá los próximos comicios.

Gracias a ese pacto se constituyó el Gobierno actual con 16 miembros de la mayoría anti-siria, 11 de la oposición con derecho de veto y tres nombrados por el presidente Michel Suleimán, que el 7 de junio se enfrentará a un decisivo examen en las urnas.

La cuestión del derecho a veto es una de las cuestiones aún pendientes. Hizbulá, que cuando se retiró del Gobierno pedía ese derecho, dice que si gana lo otorgará a la nueva minoría. Por su parte, el actual bloque mayoritario defiende que sólo el presidente de la República tenga esta prerrogativa.

De fondo, todos saben que el principal reto del nuevo Parlamento será una reforma profunda para tener un sistema político menos rígido (sectario) y que dé la deseada estabilidad.